martes, septiembre 23, 2014

Dos



Desperté tarde, ya eran casi las dos de la tarde y afuera se raja lloviendo. El día esta completamente gris y todo. Todos carecían de sombras, lo que a mi, particularmente me agrada. Los colores son mas fuertes y queda en un perfecto equilibrio en el espectro.

Salgo en calzoncillos al balcón de mi departamento. No hace frío. Me alegro y enciendo un cigarro, mientras me fijo en lo que ocurre a mi alrededor, desde lo alto. Hay un taco, pero nadie está desesperado por llegar donde tengan que estar. Probablemente toda la ciudad debe estar así. La gente inútilmente lleva paraguas. Tienen el paso firme. Hora de almuerzo y con lluvia torrencial, así están las cosas y yo gozando. Soy un privilegiado. No hay nada mas hermoso que ese sonido, el de la lluvia golpeando techos de zinc. Termino mi cigarro y voy a ducharme. Me despreocupo porque tenía el almuerzo de anoche. En la ducha me llamaron dos veces seguidas. Lo sé porque me lleve el celular al baño, para poner música y este paro dos veces, para que lo interrumpiera el sonido de un pato que tengo de ringtone. Siempre me da un poco de risa cada vez que me llaman. Pero me gustan los patos. Me caen bien. Sus graznidos no producen eco, o eso escuche alguna vez y de ahí los patos pa’rriba.

Me visto.
Como solo.
Veo el computador.
Reviso todos los diarios y leo muy poco las noticias. Algunas me llaman la atención, pero nada con profundidad. Solo para poder especular, en cualquier ámbito de alguna conversación.
Facebook por tener algo abierto.
Tumblr. Para naufragar.

En eso me llega un mensaje por whatsapp. Una amiga me dice que esta en Temuco, pero que va a estar por un día. Que nos juntemos con el Rafa en la noche. Respondo “cuenten conmigo”. Me alegró el mensaje. La Flaca es una amiga de kínder. Se casó y no la veo de hace un tiempo. Por una parte me parece cuático que se haya casado a los 24, pero bien. Bonito. Siempre ha sido media serpenteada nuestra relación, mas bien porque nunca nos pillamos o nos pillamos muy poco. Hasta hace poco ninguno de los dos vivía en Temuco, hasta que volví.

De a un rato me acuerdo de las llamadas perdidas, pero eran de un número desconocido, si que no le presto importancia.

Voy a la cocina y pongo el hervidor y busco manzanilla en el desván. El agua ya listo, pesco mi taza y voy al escritorio de mi pieza. Que es grande y tengo mi propio balcón. Tengo una vista este – sur de Temuco. Vuelvo a lo mismo en el computador. Exactamente los mismos pasos, mañas adquiridas a través del tiempo y mi relación con el internet. Pongo música esta vez y todo se baña en Miles Davis, por excelencia. De esta última parte he escuchado mas jazz que nunca. Simplemente deje de alternar con otro estilo. John Coltrane, Charles Mingus, Archie  Sheep, Thelonius Monk, Oscar Peterson trio, The Modern Jazz Quartet, Glen Miller, Chet Baker, Charlie Parker, Bill Evans, Sidney Bechet, Louis Amstrong, Duke Ellington, Dizzy Gillespie, Dexter Gordon, Sonny Rollins, Nina Simone, Ella Fitzgerald, Carmen McRAE, Billie Holiday y a cuantos otros que tengo en el compu que solo escucho, sin saber quienes son.

Jazz. Me hace más sentido con Temuco. Con la manera de procesar mis ideas. Con ritmo. Con mi ritmo. Con el tiempo. El tiempo. Tiempo. Nada estático, aunque la fotografía es mas que una ilusión y tiene movimiento. Nada tiene que ver con metas. Victorias. Cambios. Solo el continuo y azares de otros continuos. La existencia toma un flujo a baja escala, sin poder percatar, algo parecido a las transiciones de imágenes de galaxias, que tanto estamos rodeados.

Suena el graznido del pato. Contesto el teléfono. Era para una pega y me cita a las cuatro y media en el centro. Digo que si. Se disculpan conmigo por haberme avisado tan encima. Que me habían tratado de ubicar, pero que había sido imposible. Les digo que no se preocupen y miro la hora en mi celular. Tres y media. Una hora, todo tranqui. Les digo que ahí estaré. Cuelgo y miro hacia fuera. Sigue lloviendo torrencialmente y vuelvo a mirar la hora tres y treinta y dos minutos. Miro a mi alrededor de mi pieza y saco un cigarro y mi té de manzanilla. Estoy un rato en el balcón. Termino de fumar y mi manzanilla reducida a más de la mitad. Entro y veo mi armario. Tengo 3 o 4 chaquetas, pero siempre ocupo una. Siempre ando con la misma ropa. Busco mi paraguas. De esos chicos que aprietas un botón y se estiran. De los más bacanes e inútil de los paraguas  y salgo a morir pichichi.

A las cuatro y media ya estaba en el lugar. No me tomo mas de quince minutos. Si que estaba hace un rato en el centro. Pero recorrí por partes que no había estado hace unos par de años. Era una oficina mas o menos chica, que quedaba en un segundo piso. Me atendió un tipo, un par de años mas que yo y me comienza hablar sobre la productora y el tipo de pegas que están haciendo, un discurso de memoria, que probablemente se lo dice a todo el mundo. Incorporado. Robótico. Atrapado por el discurso. En un momento lo interrumpo y le digo que cuente la firme. Me dice que es algo momentáneo. La idea es hacer un video institucional a una productora de eventos, algo con caballos y la SOFO. Ya para estas altura, estaba más preocupado de los recortes de diario que habían a un lado de la pared. Tres jornadas y una posible retoma. Trabajaría de eléctrico. En eso me pregunta si es verdad que arriendo mi cámara. Instintivamente respondo que sí. Luego se enreda con la historia y de cómo iba a quedar el producto terminado. Me dice que si le arriendo la cámara, me pagaría en total disiento cincuenta lucas. Pregunto por la fechas y el me responde que serían mañana viernes, sábado y domingo. Después de ordenar mis ideas, pregunto y esta debió haber sido mi primera pregunta, ¿cómo chucha supieron de mi?. El me contesta por “el Sergio” y para en seco. Yo lo quedo mirando con cara de “quien chucha” y el atina a decir “Sergio Ramírez”. Busco en lo más profundo de mi cerebro, como cuando con un control mantienes la flecha de abajo apretada y en la pantalla y el icono que indica, en que posición estas, está pegada abajo y hace un salto, como si estuviera fallando. Todo esto, en un momento. Un respiro. Microsegundos y logro conectar a Sergio Ramírez y se abre una nuevo esquema, a toda una información y respondo con un simple. – Si, Sergio Ramírez… Si bueno, el nos dio tu datos, porque de hecho, él es parte de la productora y en este momento se encuentra fuera de la región. Bla, bla, bla. No sé en que momento, pasaron tres horas y les digo que si me pueden llamar, porque tengo unos compromisos, pero que no eran urgentes, pero quiero ver la forma de poder correrlos. –Si no hay problema. Me dicen.- nosotros te llamamos en la noche… este es tu número, o sea al que te contactamos.
No sé si me está wuebiando o este es wueón. Le contesto muy cordial que si – ese es mi número. Nos damos la mano y salgo.

Música.
Cigarro.
Paraguas.
… y camino para la casa. Afuera puedo respirar mas tranquilo y más en calma. Dejo de llover tan fuerte, a algo mas normal.
La gente ya empiezan a llenar los bares de la avenida Alemania, a pesar de ser Jueves, pero a quien le importa, con tal de salir un rato de la rutina.

Al llegar a casa, mi mamá me pregunta donde andaba. Le contesto simplemente que estaba en una reunión, pero le resto importancia, para que mi mamá no se haga ilusiones de alguna esperanza de trabajo. Ella me dice que esperemos a que llegue mi hermano, para que tomemos once. – No hay problemas – contesto y me dirijo hacia mi pieza y me saco la ropa mojada y me pongo los viejos pantalones de buzo del colegio y un chaleco regalón.
Mi hermano aparece una hora mas tarde. Sus ojos hay rastros de cansancio y anda, ya casi con energías. Tomamos once los tres, mientras vemos las noticias, tranquilos, hasta, ya casi al final donde el canal muestra fútbol y ellos tienen una pequeña discusión. Para mi madre, ya era suficiente fútbol para esta semana y le pide que cambie de canal. El le dice que solo es un segmento y que además somos fieles a TVN, que si la cambiamos, nos íbamos a perder las regionales. Yo la verdad no le encuentro el sentido a esta pelea que tienen casi todos los días, a esta misma hora. Cuál será la idea de molestar al otro. En ese instante, la flaca me whatzapea y me dice que no se va a poder juntar con nosotros. Le pregunto el por qué y ella me manda una foto, donde se su cara hinchada con puntitos rosados en la cara. La verdad es que a mi me da risa y le escribo que no importa, que ya no tiene que impresionar a nadie, que ya esta casada. – jajaja – responde ella, junto con un “maldito” – aun tengo amor propio. Dejémoslo para la otra.
Ok. Para la otra será.
Me desanimo igual, tenía ganas de verla. Pero así son las cosas con la flaca, pasado un rato, me llama el tipo de la productora, para saber si había podido correr mis compromisos. A esta altura, ya me da lata trabajar el fin de semana. La plata es mas bajo de lo que debiera, pero igual es plata que no tengo. Finalmente le digo que se me hizo imposible correr los compromisos, aunque le pregunto si va a necesitar la cámara y este me dice que me responderá mañana.

Luego reviso unos documentos en Word, que tengo en el computador. Viejos proyectos, ideas, borradores de posibles guiones. Todo me parece mediocre.

Había uno que era una copia/homenaje a nueve reinas, que le había titulado “la Gran Harry”. Alguna vez pensé que podría ser bueno. Ahora no le veo sentido, pero que tiene sentido hoy en día.

domingo, septiembre 14, 2014

Uno

Mi capacidad creativa murió el día, en que se fue mi gato. Ahora peleo por intentos de escritura. De poder juntar palabras o de formar una oración. Mi mente, lejos de estar en calma, consigo mismo, lejos de todo eso. Carente, ausente. Muerto.
Respiro con mas calma, que se mimetiza con las calles vacías y del sonido de fondo de una llovizna sin fuerzas. Camino por avenida Alemania en busca de algún lugar donde me vendan cigarros. Mi reino por un cigarro.

Las luces bañan la calle, dejando una mezcla de colores, difusa. Errante. El poco olfato que me va quedando, reconoce ese olor a tierra mojada, entre el humo imperante, pero que se le puede hacer. Una bencinera de estas, con luces del futuro, está todavía abierta. No hay movimiento. El bombero esta durmiendo en un asiento junto a una barra para comer, contiguo a un gran ventanal que da la conexión entre el negocio (mini market) y la bencinera per se. En un mesón, una chiquilla no más de veinticinco a treinta años. Aburrida hojea el diario, ya de ayer, mientras de fondo suena el típico bajo, de casi todas las rancheras. Tun–tun-tun/tun-tun-tun y así por todo el tiempo que estuve allí. Como un mantra eterno, que es la existencia misma. Pido mis Philip Morris, rojos de siempre. Ella sin algún interés en mi, me los da. Soy otro más, un numero irregular (eso es lo que creo), un da lo mismo que a un cero. Su vista pareciera en el diario, pero abstrae su mente y pienso que debe estar pensando que odio ese lugar, a mi y al bombero durmiendo en la barra.

Saldo de la bencinera y la llovizna ya no está. Un poco inseguro me alejo de a poco, muy lento. Miro para atrás y sigo viendo al bombero durmiendo. Tranquilo bajo ese tun-tun-tun/tun-tun-tun eterno. La escena visualmente me parece bonita, algo tranquilo, vulnerable. Enciendo el cigarro y comienzo a vivir de nuevo. Camino solo de vuelta a casa. El frío me exige andar mas rápido. Todo está quieto bajo el naranjo del pasado y da cierta nostalgia acogedora, pero no es mas que una ilusión, que todavía no se corrompe del todo.

En Hochstetter con San Martín, veo que hay un alma caminando, otro vampiro. No presto mucha atención y sigo caminando, hasta que oigo un chiflido. Uno que yo conocía. De a poco el murciélago aparece ante mi como vampiro y resulta ser el “Fla”.

–wuena wueón. Me dice, mientras nos saludamos  y nos abrazamos, como negro rapero - … y ¿en qué esta’i?. Pregunta
- Había ido a comprar cigarros a la Shell
- (e)M(e) B(e)… dice el Fla, mientras levanta el pulgar.
Yo asiento con la cebeza, con cara de despreocupado.
- Entonces, ¿compraste cigarro?. Vuelve a preguntar el Fla
- Si compre. ¿querí uno?
- ya que insistes, dale.

Le ofrezco un cigarro. Este se demora un poco en sacarlo, hasta que saca uno, pero fue una decisión. Luego me pregunta para donde camino y le respondo – pa mi casa – El fla vuelve preguntar si estoy ocupado y ante mi negación me pregunta si quiero fumar. Respondo con un gesto de afirmación con la cabeza, pero este agrega que tiene que ser en su casa, así que partimos a su casa.

En el camino, me cuenta que viene de tomar con unos amigos, pero ya había sido mucho y que tampoco le quedaba dinero. Un clásico. Bajamos por San Martín, hasta los blocks, que hay en Andes. No sé con exactitud cual de todos, pero entramos y subimos hasta el tercer piso. Abre la puerta y me dice en voz baja – pasa nomás. Lo primero que damos es con el living comedor y por el pasillo lo sigo a la segunda habitación frente al baño. – Mira está es mi pieza.-  No era tan grande, pero cabía una cama y un pequeño escritorio. – Las cachaste a estas. Me dice, mientras corre una puerta de su closet, donde la mitad de este la compartía lugar, entre sus plantas y su ropa. Estamos con la luz apagada, pero todo se ilumina con esta luz. Parecía el cielo. Olía como el cielo – La verdad, es que no me acuerdo como se llaman – continua el Fla. El departamento esta en silencio y la pieza de al lado todavía tiene la luz encendida a pesar de la hora. En eso enciendo la luz y el Fla se despide de sus plantas. Luego recorre su pieza, algo torpe, y busca entre sus cosas y saca un frasco, detrás de su escritorio y comienza tijeretear un pomponcito y se arma dos caños. Posteriormente me dice que prefiere que fumar afuera y lo sigo a una plaza grande por ahí. Nos sentamos en el respaldo de una banca, la cual secamos con nuestros polerones –ahora sí – me dice mientras enciende el pito.

- La media suerte encontrarte. Le digo.
- La media suerte, que tenías tiempo.
- Tu sabí que soy un hombre con mucho tiempo.
- … y mucha suerte. Me contesta el Fla.

Ahí el Fla, me cuenta los rollos que tiene ahí en el depa, junto con las personas con las que vive. No tiene tantos roces, pero que ya lo tienen aburrido y dice que tiene pensado virarse, aunque ambos sabemos que son palabras al aire. Todo esta tranquilo, todo esta muy quieto. De la nada aparece un perro y se pone al frente nuestro y se acuesta en el suelo a observarnos. El Fla comienza hacer le cariño.

- Buena, Magnus. Dirigiéndose al perro y luego a mi – Te acorda’i de este?
- Este no es el perro de Pajarito. Contesto algo dudoso.
- Si po, pero ahora este, vive como en tres casas. La gente lo aloja cuando llega a ciertas casas en las noches, pero la mayor parte anda por algún lugar de Temuco.
- ¿¡La dura!?. Contesto sorprendido – la zorra igual. Me detengo a observarlo y continuo- ahora me acuerdo que el Magnus, lo iba a ver al colegio, en los recreos y que pasaba mucho tiempo en el colegio, se paseaba por el patio y los pasillos, mientras no lo pillará algún inspector.
- Así mismo era y ya para fin de año, el perro ya era parte de la fauna y del espiritú cheytoriano – El Fla me hace un gesto de flaite con la mano y continua –este es el Magnus.
- Oye pero este no andaba con otro perro. Le pregunto.
- Si po. Con el café, pero a ese atropellaron como hace un año y de ahí que anda solo de nuevo.
- Cuáico igual, esos perros nunca se juntaron con ningún otro.
- No po, yo cacho que está muy viejo, como para empezar a conocer a otros wueones.
- Demás po. Contesto.


De ahí nos callo la brisa y el cielo se puso cuático, las nubes pasan muy rápido. El único movimiento eran la de las nubes y la parte superior de algún árbol grande, todo lo demás esta inmóvil, salvo nuestros brazos al pasar el pito. Después tuvimos una pequeña conversación sobre los chanchos y como deberían ponerle luces de fosforescentes y dejarlos correr en las noches. Que son los tanques de los animales y el Fla me cuenta sobre un video, de un tipo que le disparaba a un chancho en la cabeza y este no moría. La bala le rebotaba y le quebraba un diente al tipo. Nos cagamos de la risa. Tratamos de reírnos lo mas bajo posible. Me sigue contando que esto pasó en Villarrica. Lo trato de buscar por el celular y lo encuentro, pero el video carga muy lento, si que no vemos el video. Comienza de nuevo la llovizna y ya era más tarde. Me despido del Fla. Nos prometemos encontrarnos de nuevo, pero se lo dejo a la suerte. Pongo Sonic Youth y comienzo a caminar deleitando la música.