Cuando salgo, me voy fijando en
dos cosas particularmente. Uno, en la gente y segundo, en la actitud de
estas. La verdad nunca me he sentido un observador, que un observado, casi como
un fantasma, que va deambulando; es raro que valla por ahí siendo participe.
Como si no estuviera consciente
de lo que estoy viviendo, tal vez, porque nunca he entendido las situaciones.
Solo voy accionando a estímulos, diferentes por supuesto. De hecho la
pared de mi pieza, refleja un poco lo que digo. Esta rodeada de fotografías
que he tomado con el tiempo y otras que he encontrado. Todas ellas
muestran un instante, un fragmento de lugares, que alguna vez recorrí por
Temuco y Valparaíso; y no puedo dejar de pensar, que son fantasmas (las fotos),
como el que las tomo (que en este caso soy yo), salvo por tres fotos, que,
resaltan solas, porque estéticamente lo hacen. Son tres fotos, de tres mujeres,
que posan en sus vestidos de novias y todas ellas, juzgando un poco las fotos,
que son antes de irse a la iglesia. Dos de ellas salen sonriendo, la otra muy
seria posando. Fue muy particular como las encontré, iba a la bencinera a
comprar cigarros, dado que era el único lugar donde podría comprar cigarros a
esas horas de la madrugada.
Las fotos estaban en un marco
echo de cartón, junto a unos pájaros, de pluma y alambre, que desde lejos
parecen reales, y otros accesorios de navidad. Todo esto, estaba en la basura,
que estaba esparcido por el suelo, como si alguien o un perro habría revisado,
pero que lo dejaron ahí, porque no era interesante. La verdad es que me dio un
poco de pena, pensando que alguien quería borrar, lo que se supone, lo que
alguna vez fue el día mas feliz de sus vidas. En principio pensé que eran las
misma mujer, cuando descubrí, que no era así, deseche, la teoría del matrimonio
y sus días felices, pero ¿quien haría este horrible acto?. Tampoco creo que
sean las tres esposas de alguien, que con el tiempo, ha fallado su vida
matrimonial, tantas veces en poco tiempo. Si no que sería de una persona, que
tendría a sus hijas en este pobre porta fotos. Pero, ¿por qué las botaría a la
basura?. No es esto, un acto de odio y pena o el comienzo de convertirte en un
fantasma. Como si de un momento de suerte, un fantasma a otro le hace un tipo
de regalo, cual tomo con un poco de alegría y pena. A veces me pregunto si
Dios, no se siente un poco así.
Afuera hace calor y no hay
sombra. La gente apurada mira por lo locales, como tratando de acordarse a que
fueron o por que están allí. Los semáforos van regulando el paso de los
autos y el transporte público, donde hay cientos de personas que viajan un poco
con calor y con suerte de no ir caminando, como lo voy haciendo.
Los artículos de navidad están en todas partes y pienso si hay que comprar un árbol de navidad para el departamento, termino por resolver
que sí, pero en otro momento.
De ahí me acerco a un teléfono publico y llamo a Paulina, pero termino por cortar. Camino por Irarrázabal, donde hay varios locales pequeños, donde ofrecen variadas cosas, en unos de los locales, sale una mujer, que me mira intensamente y me sigue desde lejos con la mirada. Rompe el silencio y me dice que "no busque mas, ya es tarde para pensar. Si tengo tiempo, me dará una sesión de sueños. Me comenta que ella trabaja en eso, hace bastante tiempo y que me pagaría por hacerlo. 25 mil pesos. Yo solo la miro, como atrapado. Veo mi billetera vacía y el reloj indica las 18:46 minutos de la tarde. La verdad no tengo que hacer y una oportunidad así, no llega por un paseo por la tarde. Termino por aceptar y la sigo al segundo piso. Entramos por una habitación, bastante pequeña, no mas grande que la mía. De ahí me hace acostarme sobre un colchón todo roñoso y enciende un incienso. El cuarto es bastante oscuro, dado que está mirando hacia la cordillera. Sonidos de pájaros invaden el lugar. Me pide que cierre los ojos y comienza a repetir unas frases:
De ahí me acerco a un teléfono publico y llamo a Paulina, pero termino por cortar. Camino por Irarrázabal, donde hay varios locales pequeños, donde ofrecen variadas cosas, en unos de los locales, sale una mujer, que me mira intensamente y me sigue desde lejos con la mirada. Rompe el silencio y me dice que "no busque mas, ya es tarde para pensar. Si tengo tiempo, me dará una sesión de sueños. Me comenta que ella trabaja en eso, hace bastante tiempo y que me pagaría por hacerlo. 25 mil pesos. Yo solo la miro, como atrapado. Veo mi billetera vacía y el reloj indica las 18:46 minutos de la tarde. La verdad no tengo que hacer y una oportunidad así, no llega por un paseo por la tarde. Termino por aceptar y la sigo al segundo piso. Entramos por una habitación, bastante pequeña, no mas grande que la mía. De ahí me hace acostarme sobre un colchón todo roñoso y enciende un incienso. El cuarto es bastante oscuro, dado que está mirando hacia la cordillera. Sonidos de pájaros invaden el lugar. Me pide que cierre los ojos y comienza a repetir unas frases:
El camino se hace extenso
y golpea directo al tiempo
los metales se vienen
y desvanecen con los sueños.
El camino se hace extenso,
se hace ex ten s o
E T EN
X
S O.
Golpea directo al TIEMPO / TIEMPO / extenso
Y LOS METALES
SE VIENEN Y SE DESVANECEN
EN LOS SUEÑOS / EXTENSO
TIEMPO / EXTENSO.
Veo negro y caigo al vacío y de
lejos se ven edificios, que solo puedo ver, cuando hay truenos. La ciudad, se
ve vacía y estoy dentro de unos de los edificios. Las escaleras son amplias,
que dan a unas ventanas grandes, de piso a techo.
El lugar tiembla a ratos y me
urjo por salir. El polvo del cemento sale por la montón y deja todo confuso.
Las calles están vacías y no sé porque, pero tengo que cruzar la ciudad. En el
cielo hay dos monstruos gigantes, que se dan de golpes en el aire,
los truenos cada vez, son mas seguidos, como si fuera una luz de
discoteque.
Uno de los monstruos cae al
frente mío, derribando el edificio mas próximo. La lluvia no me deja ver y el
olor a sangre y putrefacción está en el aire, tengo mucho miedo, pero no tengo pánico,
aunque estoy en esa delgada línea , que se para al corazón.
Siento llanto y lamentos y no
puedo hacer nada. Corro lo mas rápido posible. Pienso en mi familia y espero
que estén bien, seguros y no estén como yo, tratando de moverse con dos
gigantes a muerte, en medio de truenos y lluvia. En medio del dolor. Del llanto
que no acaba y de los fantasmas que piden auxilio.
Las calles son largas y amplias,
lleno de edificios de los años cuarenta y la destrucción de nuestros años.
Luego silencio. Oscuridad. Nos vamos a negro.
Camino por un largo y estrecho
camino, no veo nada, pero puedo sentirlo, las paredes heladas, suenan y se
siente el polvo que suelta el cemento, cuando uno de estos monstruos, dan pasos
agigantados. Los lamentos se vuelven a oír.
Despierto lleno de sudor y la
señora, solo dice "el tiempo, extenso, cae en sueño. Me dice que me pare
con cuidado. Le hago caso. Me da unos paños frío, para que me seque. Me da la
plata acordada y me dice que vuelva cuando quiera.
No me pregunta nada por lo que he
soñado. Me pasa su tarjeta que solo dice "Magda. Coleccionista de
sueños". No entiendo mucho y me largo de ahí. solo atino a dar gracias y ella
solo responde con una sonrisa, que esconde otra cosa.
Veo la hora en mi celular y cacho
que tengo 4 llamadas perdidas de Paulina y cachando por la hora, estuve dos
horas metido, en esa habitación. Vuelvo a ir a un teléfono publico y llamo
insistentemente, hasta que logro comunicarme ella. Me pregunta donde estaba y
le comento lo sucedido. Luego Paulina me dice que quedó sin palabra y que no
sabe que decirme. Después me comenta que irá donde su novio, pero que mas de
noche no juntamos.
Tomo la 403, para irme mas rápido
a mi casa. Me tiro sobre mi cama y trato de pensar en lo sucedido, el tiempo es
relativo y de mi velador saco un pito y trato de escribir, no lo logro.
Escribir, de cualquier cosa y no lo logro.
De ahí todo confuso, recuerdo
verme en una micro, llorando, yendo para las condes y el viaje era muy largo,
muy eterno y solo cambio de ritmo, en escuela militar, cuando las puertas de la
micro se abren y en mi cara le invade una luz, de una ambulancia. En seguida de
esta, la de los pacos. El susurro de la gente, algunos comentando lo sucedido y
dicen ser testigos, de primera fuente.
Todo rompió el silencio, cuando
veo a la familia de la Paulina llorando y abrazarme, cuando me vieron. Desde
ahí todo fue como vagar en una ciudad de fantasmas.