jueves, octubre 20, 2011

Tiempo Cotidiano parte III





Estoy en lo que alguna vez fue la plaza del fin del mundo. Es una tarde de calor y los niños juegan, hay muchos de ellos que son acompañados por sus padres o sus nanas. La situación, es básicamente, dejar a los niños en su mundo, porque evidentemente, no están en este. Los padres y las nanas conversan de cualquier cosa. Yo no sé si Belano y Lima, encontrarán a Cesaria, pero por juzgar del libro o lo que queda de el, creo que están cerca de hacerlo. Suena mi celular, me demoro en contestar, llevo muchas cosas en mi morral. - ¿aló?. Desde el otro lado de la línea suenan varias voces y ninguna de ellas responde a mi llamado. Doy unos segundos más, para ver si contesta alguien, hasta que logro escuchar “yapo cabros, alguien de nosotros intenta de tener una conversación seria por celular.”
- ¡aló! (con voz rasposa, imitando alejo y valentina) ¡aló!, ¡aló!, ¡aló!, ¡aló!, hablo con el teniente risitas.
- ¿aló?, ¿quién es?
- Mire, se comenta y no soy un hombre, que siguen los rumores, pero quiero saber, ¿donde puta, se encuentra mi teniente?
- ¿flaco?. Tratando de reconocer la voz. La verdad no muchos de mis amigos wuebean con ese tono de voz.
- Pilladísimo. Suelta una risa wueona, que solo hace cuando esta volado y me hace soltar una a mi, cuando resuelvo este misterio. – ¿Donde diablos estas?
- En la ex plaza fin del mundo, leyendo. Respondo.
- Pero wueón, que mierda haces leyendo, con este calor. Oye, estoy cerca de tu casa, te paso a buscar luego, pero ahora, ponle 15 minutos más, porque no estay en tu casa pos, wueón.
- … y ¿con quién andai?
- Con mis compañeros de curso, pero fue una pésima idea. Ya compadre. Te corto. Nos vemos en 15’.
Al momento que corto, unos niños, que vienen como un ejercito de piratas, tratan de tomarse mi banca. Evidentemente no están en este mundo, pero tampoco en el de los piratas, todavía no reconozco o descubro que realmente son, pero veo que mi duda no los detendrá y mucho menos sus padres y sus nanas. Dos mundos, completamente distintos. Si yo, estaba lejos del mundo de esos niños, estos parecen ignorarlos, aunque sea por dos o una hora al día, puedo comprender su cansancio. Un niño, que no debe superar la altura de mi cintura, trata de amenazarme con una rama. Por un rato guardo a Belano y a Lima a descansar de su intensa búsqueda y trato de unirme a su  mundo. Sin querer caigo en el propio y chocan estos dos mundos. Al parecer, el teniente galáctico, comienza a salir de mi boca y toma el control de mi cuerpo, y mi mano, busca rápidamente mi escudo de megnamita. Que es, solo un componente que se puede encontrar, en el planeta Zhdertwilko, que esta ubicada, en la galaxia Fridnes. Conocida por tener dos soles azules cristalinos en su centro, uno de los lugares más hermosos, que conozco. Los soles cuando atardecen en sus respectivos planetas, dan unas tonalidades calipsos, hasta llegar al violeta. La gracia de la Megnamita, es que, es tan dura como el acero, pero liviano, como un cartón piedra.
Los niños, han tomado el 60% de la banca. Se han llevado mi arma y aunque mi escudo sea de megnamita, un hombre solo, no podrá aguantar tanto tiempo, frente a este gran pelotón. Pero mi caballería llega justo a tiempo. Me tira un arma de fuego primitivo una capsulas de humo. Los niños son llamados por las personas que están a su cargo y como quien deja en pausa el juego y lo deja por otro, los veo alejarse. El flaco me dice que encienda los cigarros luego, que me los pasó con el encendedor; después me pregunta que hacía jugando con niños. – Naa, una vola. Le respondo.
La hora mágica empieza a imponerse, anunciando, que ya se acaba la tarde, pero quedan 30 minutos o menos, para que esto ocurra definitivamente. Pero son los últimos 30 minutos más hermosos del día y la naturaleza cambia el color, para avisarte. Pienso en los niños, que veo sus siluetas, en el fondo del parque. Jugando, escalando, riéndose y es imposible no querer estar en este mundo. No querer estar vivo. Cambio rápido el pensamiento, porque me encuentro cursi, fue demasiado. Miro por un instante a los ojos de mi amigo, su ojos brillan, en un tono naranjo.
- Oye me acompañai, al zapatero, antes que cierren.
- Yapo. Le contesto.
Envidio un poco la vida cotidiana que tiene el flaco, en esta ciudad y dudo, que algún día logre estar así, como dueño de casa.
Lo bueno de andar en bici, en esta ciudad, que puedes llegar a todas partes en 15 minutos. Recorremos por la calle del hospital de la mayor, hasta topar con Pedro de Valdivia, mucho antes de llegar a la esquina con España. Hay una garita, junto a un paradero de micro, ahí está la zapatería del flaco, cliente frecuente de su época punk de esplendor. Aunque el flaco, jamás, dejará de ser punk, solo se desilusionó de los que también lo eran. No estuvimos más de 5 minutos y quedaron para dos días más. Los postes, ya se tomaron la noche y lo acompaño a su oficina. Andes con Av. Alemania, frente de la petrogas que hay ahora. Deja la bici junto a un poste y saca la mochila. De la mochila, saca una especie de pajaritos, pero que son de metal. Lo introduce en una botella con bencina y espera que el semáforo de en rojo y pone play a su teléfono. Es ahí donde ocurre la magia. Para los conductores que les toque perder el tiempo en un semáforo en rojo. Tiempo muerto. Un tiempo de 1 minuto con 45 segundos contra reloj, que solo esperan en llegar antes a sus casa y seguir perdiendo el tiempo, pero en sus casas, junto a sus familias. El flaco, hace que no sea mortal la espera,  solo por unas monedas, solo si ellos quieren. El problema, es que los conductores lo saben. El flaco hará igual su show, incluso, si en esa pasada no reciba nada y toman esta información a su favor. El flaco recoge las chauchas que le dan y viene al bandejón central, donde estoy yo y sus cosas. Me pide que le encienda un cigarro. De su mochila, saca una botella de agua, donde toma un sorbo y me convida. Las luces de los autos, se van trasformando, en una danza extraña, donde todo se va sincronizando, el ritmo, los pasos de los peatones. La gente que se baja de la micro, con la idea de ir a sus casas, pero se encuentran con el flaco, haciendo una danza, haciendo figuras en el cielo, los pájaros de fuego vuelan, los niños de los autos, cuando ven al flaco, se maravillan y por 1 minuto con 45 segundos, desechan la idea de ser doctores, o de ser ingenieros, de ser detectives y solo quieren hacer lo que el flaco hace. Señor del fuego. Guerrillero de la noche. Domador de Autos. Revolucionario. Después de presenciarlo, nada es lo mismo y no me sorprende que quieran ser como él, pero él, no lo ve así, solo intenta mejorar el día a alguien, por un periodo, por un pequeño fragmento del día, de sus vidas y créanme, que cada vez que lo voy a ver, cuando él trabaja, lo logra.
- ¿Cachaste quien estaba en el auto blanco?
- Ni idea, ¿quién wueón?. Contesto.
- Te acordai, de esta mina, como era que se llamaba…
- ¿quién, po?
- Esta, que estaba en el colegio, y que era de la generación de tu hermano, una morena de ojos claros
- ¿la Josefina?
- No, po. La otra, la que quedo embarazada de este pelmazo, ¿cómo se llamaba él?, puta mi memoria esta como el pico.
- Ah, ya sé, de quien estay hablando, de la Paulina Zalazar.
- Si ella misma. Hace un tiempo que no la veía, ¿qué es de ella?
- Creo que esta en conce. Estudiando psicología.
- Mira, que bueno saberlo. Cualquier día de esto, me da una depresión.
El semáforo da rojo de nuevo. Prende fuejo y sale a dominar a las bestias. En eso, siento que alguien me toca mi hombro y escucho “… y tu, ¿desde cuando que estas acá?”. No alcanzo ni a darme vuelta, cuando ya reconozco la voz de la Romina. Quien se ve acompañada, por un tipo alto, moreno, que no dice nada. Ella salta y me da un abrazo fuerte, como por todos los días que nos habíamos dejado de ver. Sus ojos son tan negros, como la noche y me es imposible no perderme en ellos.
- Yapo, dime. ¿desde cuando, que andai por acá?
- No sé, como unos 4 o 5 días. Respondo.
Su mano esta junto con la mano de quien la compaña, pero la suelta, cuando me doy cuenta de esto. Este encuentro si que no me lo esperaba. Los tres nos quedamos en silencio y si esto sigue así, solo terminará mal. Rompo el silencio y saludo a su nuevo pololo, creo. Este me estrecha su mano, fuertemente y solo me dice Eduardo.
- Si, cierto. El es Eduardo. Eduardo, el es Nico. Nos presenta
- … y ¿en que andan?, les pregunto.
- No mucho, estábamos en el mall y ahora vamos para mi casa.
- Que bueno…
En eso llega el flaco, que termina y saluda a Romina y a Eduardo. Ella nos pregunta que vamos hacer en la noche, respondemos que no sabemos
- Oye y tu, ¿por qué no me has llamado?. La última vez que estuviste, tampoco te vi. Cuado supe que estuviste, ya te habías ido. Mi mamá, me ha preguntado, por ti y quieres que la vallas a ver.
- Si, es que he venido por poco tiempo, y se me hace corto.
Eduardo mira la hora y a Romina. Ella dice que es muy tarde y se tiene que ir. Nos despedimos y me dice que valla a su casa, me da un beso y los veo irse, por la vereda hasta desaparecer. En ningún momento, mira atrás.
- ¿cuál es la idea de mostrarte todos sus pololos?. Me dice el flaco.
- No cacho. Pero pretende que la valla a ver.
- … y ¿vai a ir?
- No. Si quiere verme, que me valla a ver a la casa de mi mamá
- Pero tu sabí, que eso no va a pasar
- Tan seguro, de cómo la voy a ir a ver a su casa.
- Puta la mina rara, te anda diciendo que te quiere, pero no puede estar sola. Já, es una perra. Disculpa
- Si esta loca. Yo no cacho, que onda, esto, fue totalmente innecesario. Yo no tengo porque saber de todos sus pololos.
- Y ¿qué pasó con el otro?
- Ni idea.
Estamos una hora más y después, vamos al frente(bencinera), para ver si le cenisillan las monedas. El flaco, llega con la suma de 6.440 mil pesos. Me invita a tomar once a su casa. Paramos en la esquina de su casa a comprar una bebida de imitación. En su casa, pasamos al patio a fumar un pito, después su mamá, nos llama para tomar once, el flaco responde que enseguida. En el pasillo, la Caro (hermana chica del flaco), le dice, que en el super, están regalando frazadas de polar. El flaco me queda mirando, sin entender, y yo solo me encojo de hombros, la caro insiste que es verdad y nos explica, que cuando estaban comprando, los tipos, se lo metieron al carro, en eso aparece la tía, y dice, es verdad, nos dieron las frazadas. Pero es imposible, reclama el flaco, la caro corre hacia el comedor. La tía, nos dice, ya paren con las especulaciones, a la mesa.
- Pero mamá, eso es robo, de seguro, el tipo que venía, después de ustedes, las compro. Insiste el flaco.
- ¡Ya!, a la mesa. Nos dice la tía.
Ahí estamos, en la mesa junto a toda su familia. Los tíos, la caro, la abuela del flaco (una anciana, que esta cerca del alzheimer, que alguna fue cuica y que es seca, para el piscosaour), y la sobrina. El flaco, pregunta por su otra hermana y le contestan, que está en su pieza y que esta cansada. En la tele, dan una película de steve Seagal, donde sale pateando y disparando a medio mundo, la abuela, pelea con su bisnieta, que no tiene mas de un año, porque esta no la pesca. Luego, ella, comienza a llorar, porque no quiere estar sentada, al lado de la abuela. La tía la sienta en su regazo y me sorprendo de cómo alguien tan pequeño, tenga la habilidad de manipular a su antojo a las personas. Después empieza hacer unos pucheros, por una rebanada de pan, que ella no alcanza a tener. La tía, comienza a golpear sus manos, contra la mesa. Golpea la mano derecha y la gira hacia la izquierda y luego a la derecha, golpeando su mano izquierda, luego la mano izquierda, va hacia la izquierda, y golpea la mano derecha, así sucesivamente, por una serie de repeticiones, que esta como unos dos minutos. Me doy cuenta que estoy pegadísimo mirando a la tía. Después veo al flaco, con medio pan en su boca, que esta abierta, mirando a la tía. Aguanto la risa y lo golpeo, para que despabile. Intenta no reírse. Comemos, como desesperados y nos vamos a su pieza. Ahí le muestro unas imágenes una película, “ashes and snow”, una de las películas más bellas y más pegadas, que he visto en mi vida, pero somos interrumpidos por la caro, que nos deja a su sobrina, para que la miremos un rato. El flaco se queja, pero la recibe. Toma a la cabra chica y la deja en el suelo, junto a él.
- Un día de estos, me va a dar la wuea, y le cortare el pelo. Le dejaré un mohicano y después se lo teñiré rosado. El flaco sonríe, mientras le acaricia el pelo.
- Oye, tení que cuidarla y enserñarle, wueas bacanes, para que no salga, como las típicas pendejas rubias, que había en el colegio.
- Concha su madre, no lo había, pensado. No wueón, eso no va a ocurrir.
- Ojalá, porque tiene antecedentes y también, no quiero verte después, en unos 15 años, celebrando un cumpleaños, donde está lleno de pendejos, que están babosos por comerse a tu sobrina, y eso no es todo. Se comen toda tu comida, se toman todo tu copete y tu, tení que levantarte temprano y querí puro acostarte y estos wueones hacen ruido; y por último, tratai de conversar con estos wueones, porque tal vez uno de ellos sea el futuro pololo de ella y la conversación va a ser mas o menos, así: “… y tu, ¿qué querí estudiar? Y este te responde: no cacho tío. Creo que voy a ser dj”.
El flaco se ríe, mientras juega con la pequeña.
- Si, wueón, tenemos que impedir esto. Esa, es la peor edad del ser humano, uno debería dejar de existir, a esa edad, y volver a los 17 u 18.  Algo así. Si que yo cacho, que cuando esta cumpla los 12, le pondré a Nietzsche y le contaré que Dios, no existe. Yo sé, que no es lo ideal, pero por lo menos la pendeja, nos va a salir más inteligente y le preocupará otras cosas. Después la mira y sigue jugando con ella y le dice – Así me saldrás una mina súper inteligente y vas a tener como 5 amigos nomás, pero serán los 5 mejores amigos que tendrás en la vida y no necesitaras más.
- Amén.
La cabra chica se ríe sin entender nada y hace un gesto con la cabeza de aprobación. La hora pasa y más tarde salimos, a fumar de nuevo. Me comenta que va a plantar de nuevo, para septiembre y que lo que estamos fumando ahora, es de la planta pasada. Seguimos así, por mucho rato, hablando de mujeres, de ojos bonitos, de piernas locas, de mujer hermosa, de Pocahontas y de tantas otras. De la vida, del futuro y la muerte. Recordamos a Ricardo, que murió en el verano y de la situación tonta, que ocurrió. Nos despedimos y me voy para mi casa. En el camino, recorro Av. Alemania, por todos los bares que hay, yo hace años atrás, estaba en esos lugares. Ahora hay otro tipo de gente. Tal vez, yo era otro tipo de gente. La luces van y vienen y mi celular suena que me ha llegado  un mensaje de la Romina, que me dice que esta sola en su casa, quiere que conversemos, pero le mando otro diciendo que no hay nada que conversar. Ella insiste y le digo que salga en 5 minutos a la puerta de su casa. Ella está llorando y me dice que me extraña. Yo solo le beso la frente y le digo adiós y creo que tenemos que decir adiós definitivamente. No la puedo esperar, si es que ella no quiere esperarme. La dejo atrás, no miro, porque si lo hago, esto lo estaremos haciendo mañana y mañana, quiero irme a Licán, por unos días, a escribir, a beber, a fumar y si todo sale bien… tal vez quien sabe. No quiero asegurar nada.

miércoles, octubre 19, 2011

Mira y únete



Te veo bailar, al fondo del pasillo
cada paso, tras paso, suenan
y me distraes con las manos
me desafias, desde allá
y yo solo te veo bailar

lunes, octubre 17, 2011

Desencuentros Pasado De Medianoche


Ella Fitzgeral suena de fondo; hace un poco de frío, pero no es preocupante. Una cosa es cierta. Louis Armstrong, suele aparecer en un par de canciones. Paseo por calles, que son parte de mi pasado y casas, donde pase mucho tiempo, pero que sin duda, son parte de mi pasado; la verdad es que todavía suelo imaginarte, que vas aparecer en tu ventana y me gritas: ¡bajo al tiro! y te quedo esperando, como alguna vez te espere y nos quedamos conversando toda una vida, hasta que se apagaba con un fugaz y eterno beso.
Esta ciudad esta muy cambiada, me impresiona lo grande y la manera, de ya no conocer a nadie, aunque, debo admitir que me agrada esto último. Es como si la ciudad y yo, fuimos creciendo, tan rápido y tan lejanos, que nos fuimos convirtiendo en extraños. Tal vez sea esta última frase, lo que resuma todo. Ya no la conozco y ella a mi tampoco, pero me agrada que todavía no se halla dado cuenta, como lo hice, ya hace dos cuadras mas atrás.
Pedaleo, pedaleo más enérgico, y el viento, golpea mi cara, solo con la idea de ir avanzando. Subo por San Martín, hasta chocar con los Conquistadores y el perro que me sigue, desde hace más cuadras, de la frase que resume mi vida, comienzo a disminuir la velocidad, para que el perro, no se exija mas, hasta que paro, para que descanse. Me lo agradece y lo espero. No puedo dejar a mi compañero de viaje, no podría y doy fe, que él tampoco lo haría. Sin darme cuenta estoy en el puente, el que esta al lado de la empaná. El perro recorre, por si pilla algún charco de agua o alguna fuga de agua, en los regaderos. Veo que se encuentra con alguien, que de mi posición a la me encuentro, no distingo con claridad, pero que al parecer ya se conocen bien. Se ve feliz de haber encontrado a otro ser vivo que lo conozca, a estas alturas de la noche. Después de un rato. El perro y su antiguo compañero, se dirigen directamente, donde estoy yo. Enciendo un cigarro y espero que vengan hacia donde estoy. El perro camina con toda propiedad, como si fuera dueño de casa a presentar a las visitas. -kiu. Me dice y que viene acompañado con un sutil movimiento de su cabeza, que reconozco por amigable. -kiu, ¿cómo estamos?. Respondo. La iluminación, que hay en el lugar, son las del pasado y hace que brillen sus aros, que tiene en la oreja, pero que me llaman la atención, por su forma cilíndrica, que no veía de hace años.
- Tení un cigarro comparé.
El perro nos queda mirando y mueve su cola, feliz de que sus amigos, estén interactuando y se nota que cree que esta haciendo algo bueno en el encuentro, bueno, quien sabe, tal vez tenga razón, nadie quiere estar, no acompañado a estas alturas de la noche, aunque sea un rato. Le paso un cigarro, cual enciende al instante. El fuego, hace que pueda ver sus facciones. Es mucho más flaco de lo que creía y tiene unos bigotes y barba larga, de chino antiguo. - Gracias. Se da media vuelta y gira en dirección al canal. - ... y
¿qué estai haciendo por acá?, me pregunta.
- No mucho la verdad, reconozco el pasado un rato. Me queda mirando, como si alguna vez él hizo lo mismo o que esta atrapado haciendo esto, en este instante. El silencio se hace eterno. Sin decir nada, comenzamos a caminar, por Pablo Neruda y doblamos por unos pasajes pasado a Inés de Suarez, antes de llegar a la picada, hasta topar nuevamente por San Martín. De ahí llegamos a la plaza de los campeones o del barco fantasma, como algunos suelen llamarla. Una calle más arriba de Francisco Rojas. Dejo mi bici, apoyada junto a un árbol. El loco, el cual desconozco su nombre todavía, saca un frasco y me pregunta si tengo papel. Reviso en mi bolsillo y ruego por tener, hasta que los encuentro y le doy uno. Comienza armarse un pito, me dice por los cigarros, lo que me parece un trato mas que justo. - oye y vo, ¿de aonde soi?. Me demoro en contestar, siempre he sido malo conociendo gente nueva.
- De los pasajes al frente de la estrella, ¿cachai por ahí?
- ¿cual de los tres que hay?. Me devuelve la pregunta.
-La que se llama "lago todos los santos". No me mira pero mueve su cabeza, como recordando la calle. Su concentración y la mía, están en sus manos, mientras enrrola el pito, que en unos momentos, es llevado a su boca. El movimiento de su lengua, es delicado y con precisión, pasa sus dedos, como haciendo la prueba de calidad y me lo pasa. - Fuma tú, primero. Me dice y me lo pasa. Tomo el encendedor y me fijo en el sonido de la piedra y como se va consumiendo el papel. Aguanto la respiración y se lo devuelvo. Nos quedamos observando al perro, que hacía a nuestros pies, durmiendo y cuando nos damos cuenta, que los dos estamos pegado, mirando al perro, nos reímos. Comienza a llover y miramos el cielo y asumimos, que todavía tenemos tiempo, para terminar de fumar y encender otro cigarro. De ahí, como era de suponer, empezamos hablar del pasado, para ver si teníamos que algún personaje en común, pero ninguno del que nos hallamos acordado.
- ¿pero, tu erí de Temuco, no cierto?. Me pregunta.
- Si po. Respondo.
- ... y ¿conocí a la flaca?. Esa que vive, también en ese pasaje.
- ¿Cual flaca?
- La de la casa, donde hay un auto blanco.
- ¿un chevrolet?. Le pregunto
-No me acuerdo si era un chevrolet. Pero una flaquita, de pelo largo y ojos café claros.
- aaa... si, ¿una mediana?. Todavía no muy seguro si hablábamos de la misma persona. 
- Si ella misma
- ¿La Flo Alarcón?
- Si. Ella es, es ella. Luego se ríe, fuma con todo pulmón y me lo da. Luego desvía la mirada, en el poste de luz, que hay cerca nuestro. Termino por matar el pito y le paso un cigarro. Me comenta que conoce a la flo, desde que eran niños e iban juntos al pre-kinder y como uno puede conocer a gente de toda la vida y como un día; uno empieza a perder la costumbre de no verlos, hasta convertirse en dos desconocidos. Se podrían encontrar en la calle y no darse cuenta de que se cruzaron y ni siquiera  se pudieron reconocer, incluso después de verse todos los días en la época de colegio. 
En sus ojos noto cierta tristeza, pero sonríe y esta tranquilo hablando de ella. En eso mientras me lo dice trato de acordarme, cuando fue la última vez que la vi o supe de ella; y se me vienen tantos nombres y rostros, que tal vez, ya no son los mismos y me pregunto, si a ellos, también les pasará lo mismo que a nosotros dos y también sé, que hay otros, que ni siquiera me acuerdo, pero se que están en algún lugar en mis recuerdos, que sin duda están en antiguas fotos, que mi madre, suele guardar, con otras fotos del pasado, pero que no recordamos, porque se nos olvidan que están. La lluvia para y el viento sopla fuerte y nos tratamos de abrigar con lo poco que tenemos para abrigarnos. Los pájaros revolotean en las copas de los arboles, tratando de protegerse de lo queda de noche.
En eso nos despedimos diciendo, que ojalá nos encontremos por ahí y sin duda lo haremos, en esta ciudad te encuentras con todo el mundo, en un momento a otro y seguimos nuestros propios rumbos. Dos auto-exiliados  naufragando en un barco que creen conocer.
Por cierto, su nombre era Juan, pero eso no lo supe, como en dos semanas más, cuando nos volvimos a encontrar, pero que ahora no tiene mucha importancia. Ya es tarde y pasaron otras cosas, antes de nuestro encuentro, que ya contaré.