miércoles, diciembre 17, 2014

Cuatro


Ya me desocupe con los labores hogareños que tengo. Ya almorcé y tuve tiempo para una siesta, pero eso ya era mucho. Me aburro y veo la hora. 17:35 y ese sentimiento de animal encerrado, surge de los mas primitivo de mi ser. Si que a las 17:35 ya estaba aburrido. Siempre se a que hora estoy aburrido. Pequeños tic’s que uno va adquiriendo. Estimulo mas estimulo a estímulos. Pregunta/Respuesta. Problema/Preguntas.

Leo un rato, pero no logro concentrarme. Afuera esta nublado y algo helado. Hay vida. Gran ventanal. Gran vista.
Distracción.
Me gustan los días nublados.
Me abrigo y salgo en bicicleta, mientras Matana Roberts suena en mi celular y voy recorriendo por O’Higgins hacia Caupolicán, mientras Temuco atardece. El amarillo invade al gris por breves instantes y en el cielo naranja- rosa y anochece. Sin rumbo, pero por reflejo sé donde voy y cuando me dejo de hacer el wueón, manejo mas decidido y los autos empiezan aparecer al lado mío, a veces compitiendo conmigo, con el de al lado. Consigo mismo. Contra el tiempo e infinitas posibilidades. Todos me parece que están compitiendo y me siento competidor, sin saber que estoy compitiendo en el acto. Finalmente, me voy por las calles chicas y en Phillippi, con menos autos, llego donde Juan. Al trabajo. No siempre esta poniendo piercing, para no decir la falta de clientes, así es que dispone de tiempo, para poder echar la talla. Cuando entro a la tienda. Mi tío Juan está sentado frente a un computador y me dice
- ¿Qué decí?
- La verdad no mucho y ¿tu?, ¿cómo estuvo tu día?
- Aquí, no mucho tampoco, puta… piola.

Hay mas gente en la tienda, que va apareciendo entremedio de eso clientes y gente que simplemente entra a cachar que wuea. En momentos me siento como en un programa de la televisión, como si alguien, un tercero que nos ve. Que ves mas que nosotros, pero que no ve todo. Eso es imposible y así el tiempo avanza por carruseles de personajes y todo se vuelve azaroso. En un momento Juan me pregunta si lo acompaño al semáforo y le digo que si, pero este me insiste que tiene  que pasar a su casa antes. Si que nos despedimos y nuevamente estamos en la calle compitiendo. No sé por que partimos por avenida Alemania a toda velocidad. Esquivando autos y tratando de avanzar sin detenernos. Yo detrás de la bici de Juan, aunque a veces lo pasaba, pero Juan era el guía rutero. Pasamos Francia y el escenario cambia, atrás quedan los bares, los kebab, los locales y farmacias. El mall. Avenida Alemania y el centro, todo metido en el mall. Nos vamos hechos un pico por el subterráneo, tomando la bajada y la doble curva, pasando los autos en la recta. La dificultad y la experticia se ponen en juego o así me siento, ya como si fuera en una etapa de algún video juego de autos. Avanzando por la etapa. Salimos por Inglaterra y la luz artificial de los estacionamientos quedan atrás y nos metemos por España y luego damos con la casa de Juan, que en la reja nos espera la Tonka (Pastor Alemán) y “taldito” un perro chico blanco a ladrarnos. La Tonka para cuando ve que es Juan, pero el Taldo sigue ladrando y me ladra a mi, hasta que yo entro en la casa. El perro me sigue ladrando a pesar de los años, algún día Taldito (seremos amigos).

En la casa aparece la Gabriela. Sobrina de Juan. Cuatro años, o va a cumplirlos, no lo sé. Casarme seria mentir y con el matrimonio no se juega o esos dicen, pero que se yo. Saludo a la Ofelia, hermana de Juan, en el living y luego paso a la pieza a saludar a la abuela. Converso un rato con ella o mas bien ella conversa conmigo y yo escucho. No es que no me interese, pero intervengo poco en la conversación y va contándome que ya no es la de antes, pero que va a estar bien, que se quiere mejorar porque quiere tomarse unos traguitos, pero de ahí siento que se pone a la defensiva – no crea que yo tomo, que soy curá, mire que yo tomo poquito.. y mire que no siempre. Si que no piense que soy así. – Trato de hacerla entender que en ningún momento llegue a pensar en aquello y trato de ser enfático en este punto y de ser lo mas positivo que se me pudo ocurrir – ya se mejorará y va estar brindando.
- ojala así sea. Me dice.

Pido permiso para retirarme – Si, si. no se preocupe, valla nomás – Paso a la pieza del Juan, donde esta ordenando las cosas para poder partir. Juanito me deja un paquetito y unos papeles y me dice que me arme uno, si que eso hago, mientras me habla de que le están creciendo las plantitas y que están creciendo hermosas. Les tiene  caleta de fe y amor. La Gabi aparece de nuevo en la pieza con un libro gigante, que dentro de el contiene unos cubos, que van armando diferentes imágenes y se pone a jugar en el suelo y yo comienzo a jugar con ella, algo que esta inventando en el momento.

Luego de un rato Juan le dice a la Gabriela que va tener que ordenar, porque nosotros vamos a salir. Ella le pregunta  - ¿a donde van a salir? – y este responde que a su segundo trabajo, que después vamos a volver a jugar. Yo le ayudo a ordenar y partimos de nuevo. Pasamos por un pasaje donde veníamos a jugar con mi hermano cuando éramos chicos. Vivíamos a unas cuadras de donde vive Juan. El pasaje tiene a un lado edificios y en el otro son murallas y un pequeño estacionamiento entremedio.
En el estacionamiento, hay una pequeña estructura , donde tapan unos estanques de gas y otras cosas de los edificios. Con mi hermano jugábamos a que era una nave espacial, ahora fumamos pitos ahí de vez en cuando.

Los edificios son bonitos igual, de chico me han gustado estos edificios. Son como de los años cincuenta. Tienen clases. Son de otra arquitectura.
Al final del pasaje una muralla larga hecha de piedras medianas. Mi parte favorita del lugar y sin duda este espacio completo. Es una burbuja en todos los sentidos.

De ahí  Hochstetter. Avenida Alemania. Una invención de progreso de los últimos diez años y así vamos esquivando los autos hasta llegar a una cuadra antes de Andes, una pequeña calle llamada Iquique, y nos ponemos al lado de los estacionamiento de unos de los tantos edificios que hay por el sector y nos ponemos a fumar el pito.

Luego de fumar, nos ponemos en el bandejón y dejamos las bicis en un poste y un letrero y Juan empieza a preparar sus cosas. Los alumnos del Camilo salen en masa de clases y están en todas partes. Juanito ya tienen su poi’s con bencina y comienza a jugar en la calle un rato, alejándose de los cabros que cruzan la calle, pero juega un rato y luego los apaga y me dice – de ahí juego. Me dan miedo estos cabros chicos.

Nos fumamos un cigarro y conversamos de cualquier otra cosa, nada relevante. Pero cuando ya se notaba menos gente, Juan se anima a pasar para cuando de rojo en el semáforo. Yo por otra parte, ando con la cámara y podría aprovechar de sacar fotos, pero prefiero observar en un plano mas amplio primero. Juan saca un encendedor de su bolsillo y enciende los poi’s. De ahí todo cambia. Juan tiene el fuego encadenado e ilumina. Toda la atención cambia. el semáforo cambia a rojo y Juan sale hacer su rutina, que la tiene mas que calculada. Los autos van llegando de a poco, se van deteniendo y al igual que sus vistas ante Juan, que va haciendo figuras en el aire y dando vueltas, mientras todo tipo de vehículo y de gente transportándose en ellos, de vueltas a sus casas y Juan bailando, mostrando su dominio, mostrando algo. Diferente a la espera y ansiedad del semáforo y Juan termina su rutina con una reverencia y trata de apagar los poi’s, pero no le resulta, si que solo los balancea, casi como en de actitud, desafiando. Alguno que otro le suelta unas mone’as, pero la mayoría no.

Al lado donde estoy yo, se forma la hilera de autos que esperan la fecha para doblar por andes, hacia San Martín, aunque en su mayoría, colectivos. Me fijo en la gente del colectivo, por lo general se les ve el rostro, por el reflejo de las pantallas de sus celulares. Se les ve mas agotado que los que van en micro, pero creo que debe ser solo la sensación de la iluminación. Los coletos, van con la luz apagada en su interior y eso es lo que hace la diferencia; no como el de la micro. Total iluminado, pero que sé yo, pero eso para ser mi sensación y criterio.

Juan llega donde estoy yo – ya con los poi’s apagados – y vuelve a ponerle mas bencina. En eso me comenta que no le ha salido nada bueno en el mp3, que ya le tiene que cambiar de repertorio. Yo aprovecho de sacar la cámara y mi amigo comienza a jugar a un lado contrario de la pequeña separación de sentidos de las calles. El y los colectivos y esta vez comienza a jugar de forma mas libre y yo atino a grabarlo y a veces saco fotos, pero me cuesta un poco soltarme. Ya he estado en esta situación ya varias veces y como sacar una foto o capturar el momento, que no haya hecho antes. Encontrar el momento, observar a través del lente, mas que disparar, precisión, como la de un francotirador. Como un halcón, pero no lo encuentro. Me distraigo y me muevo. Voy observándolo todo y trato de capturar el momento de esta intersección, donde pasan muchas cosas.

A un lado hay una bencinera y cada cierta hora se llena, serán como unos treinta minutos, hasta que queda media desierta, por no se por las personas que van a comprar al mini market, cualquier cosa, que desde acá no puedo asegurar nada y todo lo llevo a pequeñas historias. Imaginación de microsegundos, que dejan de interesarme por otra cosas mas llamativa. A veces, solo me gusta observar como circulan por el espacio. Algunos autos se ven maravillosos y dramáticos por la luz cenital y blanca que cae del techo de la bencinera y justo al frente un quiosco, mantenido por la misma persona, desde que tengo recuerdo. El último sobreviviente del progreso. Donde aparecen puros personajes a comprar y quedarse su rato conversando con el viejo. No muy distinta a la relación que tenemos con Juanito. Salvo que mas viejos y tal ves en que andemos a esa altura de la vida. La verdad es que no me espero nada. Nunca pude verme “en algo” realmente, como un máximo. Un ideal. Me quedo en el presente y hasta ahí llego. De eso me preocupo. De observar y en eso se me va la vida y en lo cuático de encontrar a otro observador. Ese segundo, donde la miradas se encuentran en medio de trayecto y velocidad y el solo hecho de cruzar miradas, es un evento poderoso. Intenso. Fugaz y eterno, como en el ojo de un huracán. Todo se mueve a mi alrededor, miles de energía y vida y Juan atrayendo con fuego y la baliza de los pacos me saca de lugar y solo pasa. Este es el sexto que pasa, desde que llegamos. Me están llenando de pacos, Temuco.

Siento o creo hacerlo, de cómo afecta en la gente, ya sea para bien o para mal. Nadie es ajeno. A mi no me gusta. No es gratuito la sensación de estar en contra. De ser paquiado.

- Pacos culiados. Wueón. Me dice Juan, mientras se acerca. – Están por todas partes.
- Si wueón. Pero yo creo – contesto – que el helicóptero esta demás
- Claramente están exagerando estos wueones, como si los fueran a pillar a alguien
- A quien van a pillar… Digo yo.
- ¿a quién van a pillar?. Insinúa Juan.
- A quien po
- A nadie
- ¿A nadie?
- ¡A nadien!. Grita Juan, mientras hace un sonido, como el que hace el perro en el doghunter, luego de capturar al pato y vuelve a gritar aun más fuerte y enciende de nuevo sus poi’s y se pone a jugar en el lugar – se puso helado- me dice.
- tsss… dimelo a mi – le contesto – por ultimo vo tení fuego.
Juan se ríe – ya oh. No sea’i envidioso, wueón.
- Mira. Cacha –le digo, mientras le acerco la cámara.
- Están buenas
- Estaba probando con larga exposición, pero le he estado cachando lo del tiempo.
- demás, están piola, las que vi, por lo menos.
- oye hablando de piola – le comento- hay visto a la puli Fernández
- Sí. Me contesta Juan –La semana pasada de hecho, ¿por qué?
- Naa.. que en la tarde estaba whatzapeando con marcelito y me manda una foto de ella
- … y ¿que tal?.
- ¿cómo que, que tal? – respondo –vo debería’i saber que tal
- ¿por qué la vi?. Me dice despreocupado mientras juega con sus poi’s.
- obvio po.
- Puta… es que yo no he visto la foto y sonríe cuando termina de decir la frase.

Saco mi celular del bolsillo, mientras marco los cuatro dígitos de la clave y voy a la conversación que tuve con Marcelo, hace no más de tres horas atrás. Donde él me habla de ella y me envió una par de fotos, las cuales se las muestro a Juan.
- a ver –dice Juan y hace un gesto con su cabeza, para que me acerque. Si que eso hago, y trato de mantener una distancia prudente, pero se apaga la pantalla – pasá pa’cá mejor – dice.  Lo vuelvo a desbloquear y se lo paso a Juan, mientras sigue jugando con una sola mano.

- Mira. Dice Juan – yo no había visto estas fotos.
- ¿y? – pregunto. – Que tal… porque a mi me parece que está como quiere… o ya no está así.
- Ehm. Responde y examina la foto, mas detenidamente.
- yapo.
- … puta si… así mismo esta.
- y ¿qué wuea?
- ná po. Está como quiere.
- … si eso lo sé, pero, por qué las viste
- Se fue a ponerse unos piercing pos, viejars
- demás po, Que sufrimiento
- no para nada. Uno fue en la oreja y el otro en el ombligo
Rió
- Lo decía’i por mi?. Se rié.
- Obvio que si. Si ni sabía donde.

Enciendo un cigarro y me devuelve el celular y comienza a contar de que fue a la tienda, hace como una semana. Con su hijo, que ya tenía o iba a tener tres años. Que era súper inquieto y preguntón, pero que eso era bacán del cabro chico; que del momento de hacerle el piercing en la guata, la había sufrido – wueón, tenía una güatita- Juan se toma un tiempo – en fin – se interrumpe – La cosa es que la Puli me pregunta si tengo una mano. Le digo que no. Si que pesca el teléfono y se pone a mandar mensajes como loca, hasta que lo logra. Si que, cuando terminamos, mi socia me dice que tiene que ir a sacar plata al cajero y vuelve… y bueno, volvió, me pago y se saca un pito la loca. Si que fuimos al inframundo y ahí tuvimos un tiempo para ponernos al día.

- Mira. Buena si po. Contesto- que bacán que este bacán. Buena volá
- si loco.
- … y hablando de locos y ¿el longi?
En ese instante nos interrumpe un tipo, que al ojo yo dría que tendrá un par de años menos que yo. Que nos pregunta si están pasando los “diecisiete” (colectivos). Juan le constesta que si, que al frente debería tomarlos. El se queda sin reaccionar por unos segundos, como si estuviera procesando la información que recibió y nos da las gracias cordialmente y se queda al lado de nosotros, esperando la luz verde de peatones, para poder cruzar. Lleva unos pitillos  y una parca que tiene el cierre lo mas arriba, de lo que le permitía. Juan me pide un cigarro y apaga lo poi’s, pero solo le pega un par de quemadas al cigarro y me lo devuelve excusándose de que no quiere fumar uno entero y vuelve a encender los poi’s.

- y de, ¿qué estábamos hablando?. Me dice Juan.
- Del inframundo. La Puli y el Martín.

Juan contesta con un simple “ah” y comienza a jugar de nuevo a jugar y hacer pequeños loops al aire. El tipo vuelve a interrumpir y esta vez le pregunta directamente a Juan, si es que el conoce algún lugar donde hacer taekwondo y este al responderle con una negativa, me sorprende dirigiéndose a mi y yo solo atino a negar con la cabeza, mientras aspiro cáncer.

 - Es que yo pensé que hacia’i teakwondo. Dice él.
- No, para nada. Responde Juan – La verdad es que no, pero igual estaría interesado. Si igual de una forma u otra, se parecen. Si igual hay unos ejercicios con la katana y otras armas, que logran el mismo movimiento circulares. Con respiración y otras cosas que se asemejan a esto, por que no.
- Si… si igual tienen una cosa media budista. Al final, todo proviene de una cosa, así…

Todos nos quedamos en silencio bajo ese farol, donde todos nos veíamos cansados y las sombras de la cara, mas parecidas a una máscara, pero en particular él. Sus rasgos son duros y de ojos saltones. Negros. Duros. Sinceros. Por momentos inexpresivo y sus movimientos son casi nulos y guarda cierta distancia, mientras habla de que la gente puede ser peligrosa y ya en esta parte era un monologo - … si po. Hay que tener ciertas preocupaciones. La gente… la gente puede ser mala. Porque es propio del ser humano, pero igual a medida de la evolución… ehm, como se dice. Los humanos han aprendido cosas. La importancia de la vida, que la sociedad ahora no quiere que veas. Que enfermes. Quieren que uno este así… quieren que uno consuma. Consuma de la apariencia y nos ponen miedo y así ha sido siempre, porque el ser humano es malo. Nos quieren lejos de los sabios… y si lo pensa’i, todos al final hablan de lo mismo. Buda, Mahoma, Jesús. Vivir con sencillez. No ser malo. Convivir, respeto, amar… Si yo creo en la evolución, porque la evolución es real. Hay huesos por todas partes. Eso no se puede negar.

- Silencio -

Juan se aburre y se pone los audífonos y se va un poco mas allá, con mas espacio y con la disposición de pasar, cuando tenga la oportunidad. El loquito queda en silencio por un rato. Su mirada fija al suelo, mirando quizás que cosa, pero luego me mira fijo a los ojos.

- Eso es cierto o ¿no es cierto?. Pregunta
- Si po. Contesto con un sentimiento de duda
- si po… a veces no escuchamos a los sabios y nos hacen creer que no pertenecemos y nos alejamos de la verdad y te vuelves ciego y enfermo… ¿tu hace cuanto que fumas?
- No sé, como hace siete años.
- … y de seguro tomas y fumas de lo otro… pero claro. Como cualquiera que pudo tener tentaciones y caer en el vicio. El vicio… uno se aleja… se deja de amar y el vicio y el vicio. Vicio. Vicio. Vicio. El vicio y seguí, seguí, seguí, hasta… yo… yo… yo, pero no. No. No. No… yo no.

Silencio.

- No. Yo no. – continua- No mas. Yo caí. Tuve malos amigos. Pero yo no más… no quiero. Hay gente mala. Tienen esa energía. Todo negro. Ellos no quieren y todos son así. Te atacan, te atacan y te atacan por todas partes y te asfixian… No te dejan pensar. Son malos… yo no. No, no no. – Cada vez se le va quebrando la voz y el ultimo no, casi no suena. Sus enormes ojos.se cristalizaron y mira fijo al fuego. Algo se quiebra en él. Queda en silencio. Se abstrae. No está aquí y sin despegar la mirada del fuego, me dice – se puede… yo fui egoísta y no pensaba en nadie y hice mucho daño, pero ya no. Ya no… nunca, pero nunca más. Hay que estar tranquilo, sin problemas. Ya no quiero absorber esa energía (pone cara y tono de asco). Queriendo. Queriendo a uno. A la tierra, a la cosa insignificante. Todos somos importantes. Todos. Sin el otro, uno no puede existir. Por eso hay que cuidar y no destruir el entorno… todo en el fondo y en las estrellas y en la galaxia y más allá… incluso de lo que desconocemos. La gente no quiere saber estas cosas y cada vez son mas, pero nosotros igual mas. Mas y todo viene de algo y de ahí provenimos todos y podemos conectarnos de varias formas… La vida es difícil… hay que pagar. Todo…Ya me tengo que ir – me da la mano – cuídate. Ustedes no son malos. Malas personas… Lo vi en sus corazones… Me escucharon, conversamos, ¿quién hace eso ahora?. Es una pena.

Lo veo cruzar la calle, pasa por delante de Juan, pero en ningún momento hace o trata de hacer contacto con él. Como si no estuviera y se pone en el paradero de la esquina. Lo vi sentarse un rato y miraba a todas partes. Siento que esta incomodo y luego lo veo irse. Alejándose de a poco, mientras camina por Andes hacia el norte, con las manos en los bolsillos. Con culpa. Con paranoia.


viernes, diciembre 12, 2014

Tres



Anoche soñé que estaba en la casa de un amigo, pero en un campo, cerca de la cordillera. Estaba helado, más bien sentía frío y mi amigo no me quería dejar pasar. Yo le explicaba y le hacia entender de cómo no me iba a dejar entrar. Que llevaba caminando desde hace unos días, para poder venir. – No, no… está muy lleno – decía y repetía solo esa frase, como si rezara el rosario, hasta que empezó a ser un poco mas robótico. Desde ese momento, la realidad comienza a fallar, por microsegundos, como esas fallas que se ven el VHS antiguos o algo mas digital y no sé como estoy adentro. Era una casa gigante, con un gran living comedor al frente de la puerta de entrada. Más allá, la cocina y un baño. Principalmente donde circulaba toda la gente.

Al medio de la casa, una escalera ancha de tres niveles y a la mitad de esta, un ventanal enorme con vista algún volcán y un bosque frondoso.

Había mucha gente, yo estaba sobre estimulado. Incomodo y ya no estaba entendiendo nada. Mi amigo no estaba por ninguna parte y ya cansado de buscarlo trato de salir de la casa a fumar un cigarro. Salir de toda esa gente, pero lo único que hacia era encontrar mas gente. La puerta de entrada se iba cambiando de lugar. No puedo, si que trato de ir al baño, como segunda opción. Ya no entendía, ni me importaba nada, pero el baño estaba ocupado. Subo por las escaleras. Segundo piso. Segundo baño, pero incluso ese estaba ocupado. Me siento unos peldaños mas arriba del ventanal. Podía escuchar el ruido del carrete, pero estaba solo y me acuerdo que la vista era hermosa. Enciendo un cigarro y me pego en la vista. Mi mente vacía de cualquier otra cosa. Era lo mas hermoso que había visto en la vida (ni en otros sueños). Era majestuoso. La luna muy alta, muy grande por detrás del volcán. Rasante pasaba la luz e iluminaba solo el lado izquierdo de los arboles. El volcán haciendo erupción. Había armonía en los colores. El cielo estrellado, con toda la vía láctea en su esplendor.

Para estar de oscuro y contrastada la noche, poseía una escala chica de colores, pero enigmáticos colores, que no hacia mas que contemplarlo. El volcán en erupción. Hipnótico. La percepción del tiempo no existía y todo parecía eterno - Sabes que no va a pasar nada – Alguien me habla. Una voz femenina. Al darme vuelta, veo que era una mujer de estatura media, con unos ojos negros que me miran. Intensidad en su mirada y a la vez sus palabras, se hicieron obvias con el sentimiento de calma que yo tenía.
- ¿Qué estas haciendo aquí solo? - Vuelve a preguntar. Su presencia sobrepasa a la mía, casi anulándome. A veces su cara se perdía con la oscuridad del fondo, salvo sus ojos que se puede ver el reflejo del exterior.
-  Tu no sabes lo que pasa afuera, pero aquí es seguro. Me dice.

Luego se sienta al lado mío y nos quedamos en silencio. Des un Segundo a otro era de día y se siente un estallido dentro de la casa. Caos. La gente como estampida, tratan de escarpar. Gritos, humo.

Bajo las escaleras con ella y una parte de la casa ya no estaba. Había gente muerta y otros a punto. El griterío y el dolor, perturbaba la escena, como si estuviera en el ojo del huracán, todo lo que estaba pasando era muy surrealista. Todos tenían estelas, cual fantasmas deambulando. El tempo de la vida se hace cada vez mas alejado uno del otro.

Un segundo estallido. Esta vez del segundo piso me devuelve a la acción. Tratamos de salir, pero afuera había mucha gente con distintos tipos de medios de transporte atacando y persiguiendo a la gente que estaba en la casa. Una batalla que no era batalla, si no una masacre. El pánico vuelve a mi. Ella me toma de la mano y dice – por aquí no – parecía saber lo que estaba pasando, se movía rápida y segura, pero sus ojos son vacíos y entre los escombros y muertos nos escondemos. Nos quedamos quietos. Solo se escuchaba lo que estaba pasando afuera y no era bueno… Que tan cerca pueden estar. En que momento. Mi cuerpo resistía las ganas de pararme y salir corriendo, pero ¿a donde?.

Los motores se alejan, gritos de victoria, más parecidos a los aullidos de un lobo o de un loco. Quieto trato de controlar mi respiración, que se escucha fuerte, mientras se aleja el ruido. Veo los ojos de ella y se que esto no termina. Se siente solo el crujir de la casa, cuando se oyen unos pasos de dos personas. Entrando lo mas cautelosamente posible. Cierro mis ojos y trato de recordar una canción, pero nada. Los pasos estaban cada vez mas cerca. Yo trataba de aguantar las respiración sin saber cuando respirar. Cada vez mas pesados.

Los pasos se acercan. Uno. Dos. Tres pasos. Abro un ojo, pero era inútil. Solo podía ver la ella. Tenía los ojos abiertos, como si estuviera muerta.

Cierro mis ojos.

Los pasos sigue de largo, pero vuelven y uno se para al lado mío y enciende un fosforo para luego encender un cigarro – parece que no queda nadie – dice uno de ellos. – no sé, nunca se sabe – responde el otro. No sé en que momento va ser el Pam!, Boom. El metal sobre mi carne  y siento una ceniza caer sobre mi mano.

Silencio.

Mi corazón al cien porciento y estoy paralizado por el miedo. No sé con exactitud si se fueron o siguen por la casa. Ni siquiera me atrevo abrir un ojo.

- Se fuero. La escucho decir – rápido tenemos que salir.

Abro los ojos y allí esta observándome. Salimos corriendo por la parte de atrás de la casa hacia el bosque. Corremos lo mas rápido posible, pero era inútil y todo se ve tan lejos.

Siento un chiflido  y veo a los tipos que habían entrado a la casa, le tenemos distancia, pero andan en caballos. Nos metemos en el bosque. Ella no titubea ningún paso., ágil, corre velozmente y trato de seguirle el ritmo, cada vez mas adentro, se va volviendo mas selvático. Ellos tienen que dejar los caballos, pero comienzan a disparar. Tratamos de escondernos a esperarlos, pero ellos sabían moverse. Rastreaban nuestros pasos y no se separan. Cuando estuvieron cerca, ella se tira encima de uno de ellos y lo bota al suelo y de su bota saca una navaja que se lo entierra directo al cuello, mientras yo trato de sorprender al otro con una patada. Ella me grita corre y eso hacemos, a toda velocidad, la intensidad, la adrenalina, trato de seguirle el paso, pero en eso tropiezo con una rama. Ella se da vuelta y me ve en el suelo.

- PAF-  

Balazo en la cabeza y cae al frente mío. Sus ojos todavía reflejan el vacío de sus ojos negros ya sin vida. Despavorido trato de correr entre arboles, con el sentimiento en el pecho de dejarla atrás, sin saber a donde y todo se hace cada vez mas difícil y el cada vez mas cerca.
El comienza  aullar como un loco y yo trato de moverme lo mas silencioso posible, pero siento que me golpean la cabeza con algo pesado. Caigo al suelo y recibo una pateadura de la puta, que me deja medio noqueado. Sin fuerzas, solo logro verle los pies. Amarra mis manos y comienza arrastrarme. Me vuelve a patear y el me dice que me pare, trato de hacerlo, pero me sigue pateando hasta que baja al intensidad y logro pararme y caminar a duras penas. No aguanto mucho y caigo. Me vuelve a golpear, pero esta vez caigo y quedo inconsciente.

Cuando despierto el me arrastra, pero ahora con su caballo. Me quejo y el para su caballo – ya levántate. Ahora tienes que tener energía. Me dice –Fuiste un hijo de puta, bastante difícil. Incluso tu y tu puta novia mataron a mi amigo. - Se ríe y luego continua -  y a wueones como tú, lo dejamos para el final.

Yo le pido que me mate, pero este solo se ríe y avanzamos hasta que llegamos a una especie de pueblo fantasmas y me mete a una bodega, donde me encierra bajo llave. Así paso donde días encerrados en una bodega donde la única luz era un que se encendía y se apagaba, como miles de flashes que nunca se apagan, junto a una música fuerte e inentendible. Paso dos días encerrados sin saber mi fin. En que momento. Cansado. Sin poder matarme. Loco y paranoico. Hasta que se abre la puerta y entra luz, mucha del exterior que me enceguece hasta que cierran la puerta y los veo entrar,  en cámara lenta, donde me pegan y me sacan la mierda. Siento golpes en todas partes. Me vuelven amarrar y me sacan de ahí y me llevan a una colina. Eran cuatro personas que iban con dos perros grandes musculosos y jugaban a tirármelos de vez en cuando.

- Quiero que corras, lo mas rápido posible -Me dice uno de ellos y continua – cuando llegues a la mitad, nosotros vamos a soltar  y cuando estés, en la planicie iremos nosotros a cazarte. Tómalo como un regalo. Una extensión, si no te matamos te podemos dejar libre, capisci.

Me empujan cerro abajo y trato de no caerme y agarrar vuelo. Corro lo mas rápido posible, pero ellos sueltan a los perros antes. Mucho antes y los siento como ladran detrás mío.

Corro por la eternidad.

Corro.

Negro.


Me despierta el sonido de un treilé y hace frío. Vuelvo a dormir, pero esta vez no volví a soñar.