jueves, noviembre 28, 2013

Carménère 6:50 PM

Que difícil es
 Separase
Como 

Individuo

Habiendo tanta moral

martes, septiembre 10, 2013

Repeticiones, descomunicaciones y otras torpezas



En algún momento de la noche, me veo atrapado en una micro, por el centro de Santiago. Las luces de neón, van invadiendo los rostros de los pasajeros, cansados, pero con cierto alivio de viernes por la noche y la micro avanza lento sin apuros. Las imágenes que va proporcionando la ciudad, es variado, caótico, random, pero todo parece calzar con el disco de Nancy Dupree, que voy escuchando. Todo tan tranquilo, gracias a Nancy Dupree, que siento un poco de alarma, como de esas sensaciones de morir atropellado o algo por el estilo. Sabes que va a pasar o dejas esa posibilidad abierta , pero no sabes cuando.

En un momento suena mi celular. Javier, quien me llama preguntando donde estaba – estoy cerca – respondo. Luego me dice que me apure, que tiene un cañito, para cuando llegue. Yo vuelvo a insistir, en que estoy cerca, como en unos diez minutos. Javier me hace prometer de que le estoy diciendo la verdad – lo prometo – después me dice que me esperará en el paradero, para que fumemos antes de entrar al carrete.

Cuando me bajo, efectivamente está Javier, con medio cigarro a medio consumir y al verme se alegra, como ese video del perro, que ve a su dueño, después de cinco meses. En ningún caso, pienso en Javier como un perro y menos que yo sea su “amo”, pero de verdad se alegra y me da un abrazo.

- No te demoraste na, perro. Me dice Javier
- Te dije que estaba cerca. Oye, ¿qué onda, lo de Max?
- No cacho, la verdad. Igual es raro que este wueón nos haya invitado.
- Si loco. Yo hace dos años que no lo veo.
- … demás. Yo el otro día me lo encontré y ahí me invito. Bueno igual me pregunto por ti y ahí le conté, que nosotros siempre nos vemos.

Javier se hecha la mano al bolsillo y saca una caja chica de metal. Luego mira para todos lados y me pregunta si tengo papelillos. Le paso uno y comienza a armarse el pito, luego continua diciendo – Bueno no sé si te conté o ¿te conté?, hermano. – Pone una cara de duda y me pasa el pito para que lo encienda. – La cosa, es que me hablo la carlita.
- ¿Qué carlita?. Pregunto
- La carlita po, la carlita… la… esta mina…
Yo lo quedo mirando extraño, mientras fumo a todo pulmón.
- …la Carla - Insiste Javier – la del colegio.
- Aaaaaa - Digo sorprendido, mientras aguanto la respiración. Le paso el pito a Javier. Boto el humo, mientras toso y me baja… toda la sensación de estar volado. Esa pequeña sensación de felicidad y tranquilidad. De libertad y todo me importa una mierda, por un rato. Después, solo tranqui.

- y ¿qué onda?. Le pregunto al Javier.
- ¿con qué?, ¿qué onda?. Completamente perdido.
- Con la Carlita.
- Ah, cierto, hermano. Lo siento. Me fui a la chucha unos segundos. El Javier se ríe mientras me contesta – puta nada…. O sea, me pregunto si íbamos a venir donde el Max. Yo le digo que si y le pregunto, el por qué, ya que todo me pareció tan extraño. Ahí hace un pausa y fuma una quemada exprés y me lo pasa. A veces creo que solo hace esto, porque es un maestro del suspenso.
- … la cosa - Continua Javier – es que me lo dice, porque ella va a venir y que nos veamos acá en Santiago. Que ella se va a sacar un caño y wueas.
- … y ¿qué tiene que ver la Carlita con Max?
- No sé. Serán amigos… igual estos wueones son o eran como populares.
- No demás que si, pero el max no se fue en tercero (medio) a vivir acá y la carlita, “llego a nuestras vidas”, cuando nosotros estábamos en cuarto.
- … ¿y?
- El max, ni siquiera vino para las alianzas, de ese año.
- ¿internet?
- Si, puede ser. Eso me suena mas a Max.

Termina de fumar y caminamos dos cuadras hacia el oriente, en busca de una botillería, que al parecer, Javier sabía de su existencia. Preguntamos por vino y una promo de pisco. Nos costó decidirnos, pero terminamos optando por dos vinos. Uno de un litro y el otro de dos. Tinto. En caja. Santa Helena.
Regresamos las dos cuadras y doblamos al norte y nos encontramos afuera de la casa de Max. Una casa grande, cerca de los leones. Escondida por viejos edificios, de nos más de cuatro pisos. El barrio se ve tranquilo, incluso para ser viernes por la noche. Tocamos el timbre y nos abren dos tipos, el portón de la casa. Ni el Javier, ni yo los habíamos visto en la vida y solo tuvimos que preguntar por el Max y nos dejaron pasar. No sé si fue que transmitimos confianza o simplemente un gesto de indiferencia. Luego nos dicen – En el patio – y nos indican con la mano, donde teníamos que ir.

No es un gran patio, pero no se puede decir que es chico. Tampoco hay mucha gente. Diría que hay como unas quince personas. La mayoría alrededor de la parrilla. Se ven animados. Lo están. Con Javier, hacemos un saludo general, algo tímido. De un grupo de diez personas, se dan vuelta dos, que nos quedan mirando , como si estuviéramos mendigando. Javier pregunta por el Max y una mina de ojos pardos, se da la molestia en contestarnos – creo que está en la cocina – y termina con una pequeña y cordial sonrisa. Javier responde con un – gracias -  y se queda unos segundos mirándola fijamente. Luego cruzamos el patio y fuimos saludando a quienes nos topábamos en el camino. En eso llegamos a la cocina, pero ni rastros de Max. Volvimos al patio y nos arrinconamos en una esquina  de una mesa que hay. Sacamos unos vasos plásticos y nos servimos vino. Enciendo un cigarro y con Javier nos quedamos mirando, tratando de descifrar el carrete, pero ya a esas alturas, no había mucho que hacer. Me imagino, como nos debemos ver, como un par de drogadictos, que se equivocaron de lugar, pero que van a tratar de vender la drogas. Bueno, por lo menos así me siento.

En eso un tipo cambia la música y pone a K.C and the sunshine band y se une, nuevamente al grupo con quienes estaba conversando y comienzan hablar sobre como antes, la gente bailaba estas canciones en patines y la onda disco. Nada mas ridículo, porque ninguno sabe de lo que hablan, solo tienen referencias a ciertas películas, que por algún motivo, nadie quiere olvidar. En eso, todos se dan la vuelta y comienzan a gritar. Max hace su entrada “oficial” y también grita algo, que no puedo entender. Alguien se le acerca y le dice algo al oído, luego Max mira a nuestra dirección y hace un gesto de que no hay problema – Buena loco, pensé que ya no venían – mientras se acerca y nos saluda con un abrazo.

- Feliz cumple viejito – le digo – mucho éxito.
- Vale, vale, gracias. Contesta.
- Feliz cumple hermanito. Le dice Javier, mientras lo abraza
- … y ¿están hace rato?, a ¿qué hora llegaron?. Nos pregunta Max
- mmm… hace como unos diez minutos, o ¿no?. Javier me queda mirando buscando aprobación.
- Tal vez menos – Termino por contestar – y tu, ¿cómo hay estado?
- Bien  - contesta Max – algo curado, pero la raja.
- Bacán, bacán. Interfiere Javier.

La chiquilla de los ojos pardos, se acerca a nosotros y sorpresivamente nos llama por nuestros nombres. Con Javier nos quedamos mudos y sin saber como reaccionar. Max se queda callado, pero tiene una sonrisa malévola. Ella nos dice – Tanto tiempo ha pasado que no se acuerdan de mi? – trato de hacer el esfuerzo, pero mes inútil. Javier se acerca, como inspeccionándola

 - Carrete donde el Emiliano, 2007 – Alarga Javier – ¿La mujer más prendida del carrete?
- La misma en persona.
- Buena carlita. Dice Javier, luego le da un abrazo.

Ella se lanza a abrazarme, después que termina con Javier.

- ¿Cómo han estado chiquillos?
- Si, bien, bien. Responde Javier.
- No se esperaban está sorpresa. Comenta Max
- Si… el medio encuentro. Responde Javier.
- Yo… ni siquiera te reconocí – comento- cuando llegamos.
- Já, si cache – responde –estaba viendo cuando se demorarían en hacerlo, pero no pude aguantar mas… igual en un momento, pensé que el Javier lo había hecho.
- ¿cuándo te quede mirando?. Pregunta Javier
- Si. Dice ella
- Sabía que te me hacías familiar, pero no cachaba de donde. Dice Javier.

En eso nos ponemos a conversar de Temuco y del colegio. Max nos cuenta, de la gente de Temuco que también tiene deberían venir. La Carlita se nota feliz de vernos y nos cuenta que hace unos meses, se estuvo acordando de nosotros. Yo la inspecciono, me fijo en detalles. Pestañea mil veces por segundo. Te mira fijo mientras te habla, cosa que uno termine hipnotizado. Su voz es dulce y sus movimientos rápidos, pero nada al azar. Sus pechos, bien puestos, firmes y su cadera pronunciada. Pies pequeños. Totalmente alejada a la imagen que guardo de ella, en el colegio. Ahora es una mujer, por donde se le mire. La Carla, aunque nunca le gustó que le dijéramos así, le pregunta a Max por un lugar mas piola, porque se va a sacar un pito. Definitivamente los tres nos enamoramos al instante. Ella nos dice que la esperemos, donde Max había indicado, “como el lugar mas piola”, ella va a ir a buscar a otra persona, que quiere que conozcamos – de acuerdo – dijimos y nos pusimos a caminar. En el instante Max nos advierte de que la carlita nos va a sorprender.
Con Javier, nos quedamos mirando algo metidos, pero le restamos importancia. Max siempre ha sido exagerado para todas sus wueas. En eso llega la Carlita, con otra mina, y nos presenta.

- Chicos, ella es la Violeta. Violeta, el es Javier y el es nacho.
Nos saludamos algo cordial y luego la Carla vuelve a interrumpir.
- Chicos, ella es mi polola.
Cuando termina de decirlo, Violeta le da un beso en la boca, algo apasionado. Marcando territorio. Con Javier, nos quedamos pa dentro, mientras Max, sonríe, como un depravado quinceañero.

La Carla le pregunta por la marihuana a la Violeta; y comienza a en rolar uno, mientras afirma – estos cogollos, están buenos.
Las manos de la carlita, tienen un dominio impresionante. Se lleva el papelillo a la boca y muy lento, va pasando la lengua y lo va cerrando.
Max le acerca el fuego, antes de que alguien lo pidiese. La Carlita lo detiene y lo enciende con su propio encendedor zippo y ya todos, como con angustia. Estamos hipnotizado por ella. Tose y se lo pasa a la Violeta.

De ahí el pito va corriendo de mano en mano y comenzamos hablar de que estamos mas viejos. Nada muy interesante. Algo mas bien obvio ya que, estamos recién reconociéndonos. La verdad es que ninguno de nosotros se había visto en años. Me pongo a pensar en las relaciones. Humanas y de cómo terminamos en distintas proyecciones, que de cierta forma se volvieron a juntar. Al parecer todos los caminos llegan a Roma, pero Roma nunca es la parada final. Es algo, entre medio, desechable.
Casi sin resistencia volvemos al patio, que ya tiene mas energía, renovadas. Las conversaciones, son rápidas, de movimientos eufóricos. De miradas intermitentes. Hay mas gente y efectivamente hay mas “temucanos” y sin darme cuenta, estoy inmerso de gente que no solo, no la había visto, si no que había sido un acto consiente. Solo son pasado. Un recuerdo, un momento cordial y así fue durante quince minutos, que hacen que me de cuenta que estoy mintiendo al mismo nivel que el otro. Lo terrible de contar lo mismo y nada. Estar atrapado en una misma conversación, una y otra vez. Por que hoy, contigo iba a ser diferente.

Javier se me acerca y me queda mirando, como sabiendo, exactamente, como me estoy sintiendo, que termina por acompañar con un gesto, con su mano simulando una pistola, que se lleva a la cien e imaginariamente se suicidaba. Su cabeza hace un movimiento hacia su derecha y vuelve con una sonríe. No sé por que esto me da mucha risa, pero trato de aguantarla. Javier hace lo mismo y nos miramos y vemos como el otro, también está aguantando y nos da aún mas risa. Como si estuviera prohibido reírse. Siento como una lágrima va saliendo a medida, que toda esta estupidez se está volviendo cada vez mas graciosa y sin sentido. Después una sensación, como si volvieras a la realidad nuevamente y no cachar exactamente que fue lo que paso. Sientes un poco de vergüenza y tampoco sabes por qué y esto desencadena a miles de posibles preguntas, mientras que comienzas a respirar, a tomar oxigeno que llega a tu cerebro. Pensando mejor, decides olvidar lo que acaba de pasar y continuas. Así es la vida. La gente comienza a ponerse a bailar, mientras que alguien oscureció el carrete. Con Javier, nos encontramos de espectador. En un rincón, en silencio. A estas alturas, la comunicación con él, es fuerte y así nos entendemos. Respetamos cierta distancia y de dejar quedarse pegado un momento.

Siempre me ha llamado la atención el cigarro en la oscuridad. Hay tantos. Se mueven bailando. Son luciérnagas de Enero. De fondo veo a la carlita y a la Violeta bailando. Despreocupadas, frescas. Sensuales. Jóvenes. Las miro un rato. Reconozco ahora cierta femineidad en Violeta, que no había podido ver antes; como si por fin, hubiera bajado la guardia. Algo en ella, hace que se vea mas real. Javier me dice que va y vuelve. Fumo un cigarro un cigarro y me vuelvo invisible, quedo ajeno. Es mejor así. De incognito, entre tanta gente extraña.

En un momento voy paseando por el carrete, junto a mi vaso de vino y empiezo a inspeccionar. Intervengo un par de veces en conversaciones. En una, corrigiendo el nombre de quien había creado una canción. Me pareció innecesario, medio petulante, fuera de lugar. Solo con la intención de caer mal e irme. Tal vez así se volvía más interesante.

La segunda fue para ayudar a recordar el nombre de una película, que estaba relatando una mina. Ella me queda mirando entre sorprendida y de alivio. Luego me Agradece y me pregunta si la había visto. Digo que si, que me pareció notable la actuación de Brad Pitt. Al instante me pregunta si soy amigo de Max. Todo muy informal, como si no pudiera la cosa. Alcanzo a saber que se llama Helena y de que estudia periodismo, cosas básicas, nada importante, cuando llega una amiga y le dice que tiene que conversar con ella. Helena la queda mirando, como haciendo el esfuerzo mínimo de protesta, pero en cosas de segundos, Helena se disculpa conmigo. Me regala una pequeña sonrisa y la veo irse.

Tomo un sorbo y voy donde esta el Javier. Está conversando, con dos ex compañeros. Ni ahí con unirme, le pregunto por el vino. Javier me dice que esta debajo de la mesa.  Me tomo lo que queda de sorbo. Ya estoy curado. Me sirvo de nuevo y dejo el vino de nuevo en su escondite. Miro la hora. Miro a la gente. Me encuentro con la mirada de Helena, pero la desvía para mirar a la persona con la cual está conversando. El parece estar jotiándosela y ella reacciona algo coqueta.

Me pregunto, si así mismo me veía cuando hablaba con ella o si ella actuaba al igual que ahora o si ella está actuando así, porque esta consiente, de que la estoy mirando. De todas formas, preferí mostrarme indiferente a esta provocación. Luego entro al comedor, para seguir a la cocina en busca del baño. Hay gente en cada rincón de la casa – por ahí -  me indican y apuntan a un pasillo – Al fondo a la derecha.
Un clásico.

En el baño, descanso un rato, del ruido. Me miro en el espejo y tengo los ojos rojos. Me lavo la cara, para poder despabilar un rato. Siento que tocan la puerta y grito – Salgo al tiro – y me hecho nuevamente agua a la cara. Salgo.

Voy directamente al patio. Respiro un poco de aire. En eso, el Javier, que está conversando con la Leo, otra mina de Temuco, me hace una seña. La saludo y la Leo me pregunta, donde me había metido, - por ahí – respondo. Javier me vuelve a pedir papelillos y comienza armarse uno. La Leo, nos dice que somos unos ángeles, caído del cielo y comenzamos a fumar.

Leonor, bonito nombre. Le hace justicia a su persona, pero el problema de ella, es que me produce mas ternura, de lo que me atrae. Ella comienza a contar, que se quedo dormida y que tenía una prueba temprano, a las 8:30 y de cómo todo el mundo estuvo en su contra, para que llegase, aún, mas tarde. Su relato, era lo mas gracioso. Su forma de cómo narra y como todo iba saliendo mal en peor. Después de fumar, la Leo nos insiste, de que vallamos a bailar, pero no hubo tiempo, ni para negarse, cuando nos toma del brazo y nos lleva hacia donde todos están bailando. Llegamos al lado de Carlita, que aún siguen bailando con la Violeta. Hacemos un grupo grande y los cinco, nos ponemos a bailar, sin ningún tipo de ataduras, ni compromisos, ni malas o dobles intenciones. Solo disfrutar el bailar por bailar.

Me relajo, cierro los ojos y me dejo llevar al ritmo de la música. Dejo de pensar. Me desconecto. Me voy en el viaje y se vienen imágenes del universo. Me introduzco en una cámara lenta; en pequeños circuitos, repetitivos y reiterados. En un ciclo eterno, en la nada.

Con la Leo, nos ponemos a wuebiar y hacemos una competencia de movimientos. Una batalla. Al cual de a poco, fue motivando al resto de la gente. Bailo un rato con la Carlita, que también tiene sus pasos y no para de derrochar sensualidad. Como iba diciendo… todo importa una mierda. Por un rato. Todo se hizo mas fácil.

En un momento. La Violeta se acerca a la Carlita y le dice algo al oído. Ella le contesta, pero yo no alcanzo a oír nada. La Carlita, cambia radicalmente su expresión. Se nota que la cosa se puso seria. Ella me hace un gesto y se me acerca diciendo que ya va volver y me dice que no me mueva. Hago un gesto de aprobación y se lo reafirmo con el pulgar levantado. Miro los ojos de la Violeta y los tiene oscuros, idos, como si estuviera mirando, todo lo que pasa, en su cabeza. Pienso en que no va a volver.

Me despreocupo. Me dejo llevar.

La Helena, se pone a bailar al lado mío y en ciertos momentos, nos acercamos  tanto que pareciéramos, que estuviéramos bailando los dos y así estuvimos un rato por este vaivén. El joteo cíclico, al coqueteo. Todo estaba confabulado a eso. La música. El beat. La oscuridad. El vernos entre sombras.

Helena se me acerca al oído y me dice
- ¿cuándo me vas a pedir que bailemos?
- A caso, ¿no estamos bailando, ya?. Le contesto.
- Tu sabrías, que estamos bailando.

Luego ella se aleja, mientras me clava la mirada. Seguimos bailando solos. Ella con una amiga. Un paso aquí y otro por allá y nosotros seguimos orbitando y nos vamos topando. En ese instante, le digo – y si nos saltamos las formalidades -  mientras ella me sonríe y desvía la mirada, luego ella suelta un – ya po – y se me empieza acercar muy lento. Cuerpo con cuerpo. Rozándonos. Alejándonos y todo empezó a fluir. Todo era nuevo. Nuestras narices, se fueron encontrando y descubriendo nuestras caras, hasta que comenzamos a besarnos , pero Helena me empuja, sorpresivamente hacia atrás. Helena sonríe y de alguna manera me hace entender, que solo era una muestra. Impone su espacio y su dominio. No quiere mas lentitud, ni torpeza. La dejo actuar. Vuelve acercarse y me da un piquito, fuerte pero fugaz. Me seduce. Me da la espalda. Mi cara recorre su cuello. Ella hace lo mismo con su mano y nos acomodamos para besarnos.

Lento.

Nos besamos.

Me vuelve a empujar.

Seguimos bailando.

En eso se siente un golpe. Alguien se cayo al suelo. Dos tipos van rápidamente a recogerla y nos damos cuenta que era la amiga de la Helena. Ella sale al instante a su socorro. La mina está hecha pico de curada.

Ahí me volví a darme cuenta, de que tampoco va a volver… Helena se me acerca y me da un beso corto, pero intenso y solo me dice – para la otra- yo la detengo y le pregunto por su apellido  - solo basta con Helena – la veo irse.

Nuevamente solo. Pienso que no es mi noche. Que el destino, está confabulando, una vez más. Para está pelea eterna con él. Nacho versus el destino. Por un momento pensé, que iba a ganar, pero será para la otra.

Miro la hora. Creo que no hay nada mas que hacer aquí. No para mi, en todo caso. Veo a Javier, quien está haciendo puntos con la Leonor. Espero que le resulte. Sé que en el fondo de su corazón, siempre le ha gustado. La música cambia y comienza la cumbia. Yo de lejos, hago una seña al Javier, avisándole que me voy. El pregunta por que y dice que lo espere, claro que todo esto con puros gestos. Con su mano, me ofrece fumar otro pito, pero es todo por hoy. Finalmente comprende y se cuadra como un militar. Me da risa.

Salgo por el pasillo, por donde estacionan el auto, que conecta el patio con el portón. Afuera vuelvo a mirar la hora. No es tan tarde, pero las micros ya no pasan con tanta frecuencia. Me pongo audífonos y a caminar. Un plan sin muchas opciones.

La enfermedad de los ojos. Gepe. Algo como para poder musicalizar, está noche perdedora y llena de trampas y de mucha torpeza.

Las calles están vacías, lleno de faroles naranjos. De ese color de noche antigua. La del pasado, no como ahora. Luz blanca, en medio de la noche. Eso todavía me parece de la ciencia ficción. Cerca de la casa de mis abuelos, hay un supermercado a la entrada de la Ciudad Satélite, que tiene un cartel grande iluminado por luces blancas. Que extraño. Siempre que lo veo de noche, parece que estuviera photoshopeado, pero en tiempo real. Algo me produce, una mezcla de realidades, que se están interponiendo, hasta eliminar a la otra. Eso me parece que abre muchas posibilidades y eso ya es ciencia ficción, aunque ni tan ciencia, ni tan ficción. Voladas al fin y al cabo.

Po algún momento, cuando estaba mirando la hora, por ultima vez, pensé que podría a ver visto a la Carlita. Me imaginé como podría a ver sido nuestro encuentro. Se me ocurrían un montón por segundos. Las llegaba a ver o como de tener un proyección en mi cabeza. Claro que la que mas me gustaba era la menos probable, la imposible.

Quiero fumar, pero me doy cuenta que no tengo y la calle es larga y no se ve ni un alma en pena. Parece comienzo de película de Zombi.

Espere la micro, como uno espera en la vida. La mayoría son largas. Mucho compromiso. Tomé la micro. No pasó nada durante el viaje, solo ruido de micro, que de repente coincidía, con lo que sonaba. Me baje y camine para mi casa. Otro puro instante almacenado en mi memoria temprana. Espero que no pase más allá. No vale la pena.

Antes de acostarme, tuve la sensación, de que un bicho, se mueve por mi oreja. De cómo voy sintiendo de apoco, su pequeñas patitas y como acto reflejo, te metes el dedo y no sabes si lo mataste o si te lo metiste mas adentro o si termino por salir. Piensas en que no entró o escapó, pero quedas con la sensación de que está ahí y no se piensa mover, hasta que sienta que no está corriendo peligro alguno.

Me doy cuenta, que solo fue una sensación.

Nada de esto pasó, pero quedas con una sensación en la oreja… sabes…

Como este cuento.

El autor.

martes, agosto 06, 2013

Tiempo Cotidiano V



El día está completamente gris y el viento, a ratos pasa. El sonido de los pasos de los peatones, crean un ritmo, que por momentos me inquieto, porque pienso que lo estoy escuchando. Creyendo de cierta forma, de que la humanidad. Destino. Dios o algo completamente al azar, quisieran darme ese significado. Al instante me doy un poco de pena, en insistir en esas vieja costumbre de buscar significados; y si los hay, no seré yo, quien los reciba. A mí me toca, ser parte del chiste. Nunca del otro lado.

La gente que va a mi alrededor no me dice mucho, sus caras son serias, no dicen mucho, incluso cuando van sonriendo.
 

Los voy mirando, como tratando de encontrar a un conocido, pero mas bien, es encontrar la sensación de hacerlo. Recuerdo que, cuando chico, la tenía bastante. Se me vienen dos recuerdos; De cuando tenía siete años e iba con mi papá, en el centro de Temuco, muy temprano por la mañana. Creo que era fin de semana, pero es probable también que estuviera de vacaciones, ni idea. La cosa es que estuvimos dando vueltas por el centro y en alguna tienda haberme encontrado con algún amigo. El iba en otra dirección junto a su familia y nuestras miradas de lejos se encontraron y un pequeño gesto, con nuestras manos, fue la concretación de que, nuestro encuentro, fuera oficial. Por otra parte, el segundo encuentro, era mucho más chico. Lo sé porque mis padres aún no se separaban. Tampoco iba al colegio. Debo haber tenido alrededor de tres o cuatro años. Acompañaba a mi mamá en el auto, acabábamos de ir a dejar a mi papá y a mi hermana, al trabajo y al colegio, respectivamente. Fue un viaje largo. El día era parecido al de hoy, pero hacía frío, en un momento nos detuvimos en un supermercado naranjo, frente al hospital. Mi mamá me ordena, de ir al lado de ella, y en ciertos momentos, me pide ayuda con las elecciones de algunos productos. Yo no tenía idea de cuales eran las diferencias, si que siempre elegía por algún símbolo que ya reconocía y me era amigable, pero cuando ese no era el caso, esperaba a mi mamá quien respondiera primero, después le daba la razón, en un acto de confianza pura e ingenua.
 

En un momento pasan dos señoras vestidas de una túnica negra, que iban conversando. No pude entender nada, pero me gustó mucho como sonaban. Tenían unos collares grandes y plateados, mientras iban avanzando, el collar brillaba, luego las vi doblar por el final del pasillo y no las vi más; yo al girar, mi madre ya no estaba. De un momento a otro, todo era distinto, todo era grande y había una voz, que ordenaba a alguien de que fuera a una caja. Una caja. El lugar se volvió enorme, pero me costaba ver el fondo y comencé adentrarme en el bosque. Todos -los arboles- eran altos y en un momento me encuentro con tres cofres. Uno con maní, otro con nueces y finalmente de piñones. Todos con cáscaras. Meto mi mano, en el cofre de maní y saco un puñado, que me escondo en el bolsillo. En eso escucho la voz de mi mamá, diciendo “que si quieres maní, los tienes que comprar”. Yo levanto la cabeza y aparece mi mamá al lado mío. Recuerdo sonreír al verla.
 

En los dos encuentros, la sensación era grata.

Una sorpresa.

Tranquilidad.

De encontrar a alguien completamente único, reconocible.
 

No sé, si cuando pasamos cierta edad, nuestra facultad de ser particulares o de poder reconocerlas. Se fue perdiendo sentido.
 

La desconfianza es parte del chiste, de ser y comienzo a caminar mas rápido. Me alegro de haberme comprado estos audífonos, aunque todavía pienso que no debí habérmelos comprado a ese precio, pero por otra parte, nunca lo hubiera hecho. El jazz vuelve a mis viajes, no muchos, pero los extrañaba. De alguna forma, me doy un respiro de la humanidad. Ya había sido mucha interacción. De hecho ya me estaba creando un problema, no tenía nada nuevo que contar y cuando, uno, no tiene nada nuevo que contar, uno se va abriendo a nuevas personas hasta cuando uno estira el chicle, llega un momento de comprar uno nuevo. En mi caso, yo guardo la plata en la casa y lo cambio por invernar. Alejarme, descansar de ella.

Ahora en mi departamento. Veo. Los veo de mi ventana, como quien mira un cuadro. La misma baranda tiene varias secciones, sugerentes a distintas escalas que van descomponiendo la imagen
 

Me da un poco de frío y me paro a la cocina y hiervo agua, para un té. Intento escribir, pero cuando estoy en el acto me da paja. Intento leer, pero nada. Me hago un té y enciendo un cigarro. Las luces artificiales comienzan a invadir mi living, generando sombras, que se van moviendo en la pared. Sombras que se alargan hasta que explotan y luego vuelve a nacer otra sombra, se expande, explota. Así por arto rato.
 

Enciendo un pito y comienzo a navegar por internet, pero incluso eso, me aburrió. No sé lo que me pasa, es como si mi capacidad de asombro, ya hubiera llegado a un limite, pero que nunca disfruté. Tempranamente todo se volvió obvio y partiendo de esa base, comienzas a catalogar todo entre dos parámetros. Bien o mal, como “okey, no me dio risa, pero me hubiera gustado que sí”. Te banco Bill Murray.
 

Pienso en que es difícil ser artista y no conmoverse. Porque tener o no tener pasión, eso es adquirible.
 

Me meto a flickr, a ver fotos, asegurándome, de ver una foto, nueva, única. Con una mirada personal, del lugar y el momento y así iba matando el tiempo.
 

En un momento, me pillo con una noticia sobre unos científicos, que con unos detectores de ondas gravitacionales, pudieron dar con  unas ondas, de los confines del universo y que explican que pueden ser, un “suave continuo espacio-temporal”, lo que probaría, que vivimos en un universo Holográfico. También dicen que las ondas holográficas son muy inestables y que en cualquier momento.
- Plin -
Fin del universo.

miércoles, julio 31, 2013

Confesión de un mal poeta


No me gustan mis versos.
Nunca me han gustado.
Son fríos, sin sentido.
Sin imaginación.
como tus besos.

martes, julio 30, 2013

Mal Poeta


Hoy día me dijeron,
que era un mal poeta.
no sabía rimar, dijeron.
sabes otra cosa que no rima.
tú y yo.

jueves, junio 20, 2013

Leciones para un supuesto hijo

Cuando cierres la mochila, nunca dejar el cierre, en la parte de arriba de la mochila, siempre en un costado, al menos que tengas un banano y seas dealer.

lunes, junio 03, 2013

viernes, mayo 10, 2013

Rocío





- Entonces a ti te molesta, lo físico.  Me pregunta el doc.
- Algo así. Respondo.
- Es por eso que, ¿andas como andas?
- Me lo dice por el chaleco
El doc me queda mirando de arriba hacia abajo y se detiene unos segundos y me dice - Ehm no, por todo. Luego desvía la mirada y se queda en una foto que está colgado en su pared.
- No sé entonces a que se refiere. Siempre ando igual. Le comento.
- Ese es el tema. ¿hace cuanto que no te cortas la barba?
- ¿Hace un mes?... no. Puede que sean dos.
El doc tiene la cara inexpresiva, sigue pegado en la foto, mientras , sigue conversando conmigo.
- ¿Has salido de tu casa? y por favor obvia las venidas para acá
- Si, si salgo todos los días.
- ¿Pero aparte del trabajo?. Me pregunta el doc mientras deja de mirar la foto, y vuelve toda su atención hacia mí y continua diciendo. - porque ahí solo estas frente a un computador.
- Pero es mi pega. Además, usted sabe lo que hago y en eso todo bien. Avanzo rápido, eso es bueno y la otra pregunta, también he salido. Voy a la casa de la Anahí. También suelo ir donde el Jorge. A veces viene el... disculpe, ¿puedo fumarme uno?.
Me hace un gesto de aprobación y saco una bolsita y el moledor y comienzo a enrolar mientras continuo diciendo - Esa es mi vida. Algo tranquila, pero creo que es por contrarrestar el caos de la ciudad.
- Si a veces  es algo caótico. Contesta el doc, algo medio melancólico.
- Perdón, no le he ofrecido.
- No, tranquilo estoy bien.
- ha... okey.... ahora que me acuerdo, tengo algo que confesarle algo.
- ¿confesar?. El doc, algo sorprendido.
- Bueno, confesar no. Perdón, esa no era la palabra, más bien contar.
- ¿Qué me quieres contar?
- Un encuentro. En realidad 3... pero con una misma persona. Una mujer, más o menos de mi edad. El primero fue en mi ascensor, o sea de mi edificio. Se estaba cerrando, cuando entre. No dijimos nada. Solo nos despedimos, cuando ella bajo primero. El segundo fue... como a las 3, en una librería. Ella estaba viendo un libro de capote. Yo... estaba viendo a Bolaño, no sabía que elegir. no conozco mucho de él, pero los detectives salvajes era notable.
Luego quedo en silencio. No sé cuánto, pero me doy cuenta de la cara del doc y continuo diciendo. - Bueno ella me dice. Porque en un momento, se me acerca y me dice " el tercer reich, es bueno", luego se va... Bueno, finalmente, me la encuentro en una micro. Esta vez, ella no me vio o creo que no lo hizo. No lo sé. Bueno... esa noche, no me acuerdo de mucho.
- ¿Por qué?
- Estaba curado.
La noche está un poco helada y hay pocas luces encendidas. La gente duerme o salió de sus casa. Todo es muy callado. A lo lejos , los perros ladran, quizás por qué. Estoy frente al computador. Veo fotos, en su mayoría mujeres, luego leo algo de un pintor polaco. Pintaba sus pesadillas y casi toda su obra se llama sin título o sin nombre. Siempre me olvido de esos detalles. Luego me preparo un café y llevo el cenicero a mi pieza. Me pongo a ver una película de Godard.
Suena el timbre.
- ¿Por qué no me abrías la puerta?
- Perdón estaba viendo una peli. ¿me perdonarías, anahí?
Anahí, me queda mirando como un mentiroso a punto de delatarse, pero afirmando su personaje, dice algo seria. -Eso tendría que pensarlo. Luego se abre paso y entra al living, claro que no cuesta más de 3 o 4 pasos.
- y que estabas viendo, ¿una porno?. Me dice
- Una de Godard. Respondo algo seco
- ¿Cual?. Ya desafiándome. A veces me pregunto que termina sacando con esto.
- Ehm, no sé el Jorge me la pasó el otro día que vino.
- ¿La estabai viendo en tu pieza?. Mientras Anahí enciende un cigarro. - Siempre es lo mismo. Nunca encuentro el cenicero.
- Ah... está en mi pieza. Respondo como un volado quinceañero.
Ella se da la vuelta y me mira algo enojada, pero a los segundos ella suelta una sonrisa
- Que eres tierno. Me dice.
Yo enciendo el hervidor y al instante voy a mi pieza y vuelvo justo para que el cigarro de Anahí, no cayera al suelo. Se lo dejo en la mesa y paso a la cocina, en cosas de segundos , gracias a una alta densidad y el ingenio de la oferta y de la demanda. Le pregunto qué va a querer. Ella toma su tiempo, tal vez para que adivine, pero creo demorar mucho en darme cuenta de sus intensiones y en seguida me hago el wueón. Termina por contestarme y hago un café y un té. Nos sentamos a la mesa.
- ¿Por qué eres tan burgués?. Me pregunta.
- ¿Por qué?. Algo sorprendido.
- Por tu té. Me dice algo seco.
- ¿Qué tiene?
- No sé. Esas wueás son para los reyes.
- perdón, me estai agarrando pal wuebeo
- Eso me lo estai afirmando o preguntando. Me dice
- Ah, es en serio.
- Igual tení que admitir, que es algo maraco.
- chucha... y ¿esas es tu escusa para tomar café?
- ¿Cómo mi escusa?. Pregunta ella.
- Quiero saber, si esa es tu escusa, por tu elección de tomar café. Porque si fuera así, sería casi como, tomar café es para los negros... Es porque soy negro, ¿cierto?.
Anahí, me queda mirando como que se le acabara las escusas o está a punto de reírse.
- ¿Cómo lo haces para que todos mis argumentos?, termines tu diciendo "es porque soy negro".
Ella me roba un beso. Algo fugaz, algo violento. Luego toma un sorbo de su café y sale al poco espacio de balcón que tengo, y se queda mirando lo que está pasando allá afuera. Al instante la acompaño. También traigo mi té conmigo y cigarros. Anahí me pide uno, luego ella me cuenta lo que le pasó en el día. Casi todas "desgracias", como ella suele decir. No sé, si será su manera de contar las cosas o su tono de voz, pero siempre termino riendo, pero sin duda, es su forma de conexión, es algo sincero de humorista. Ella lo sabe. Se da cuenta.
Me roba otro beso, igual de fugaz, igual de violento. Anahí se va a la pieza. No dice nada. Siempre no me fijo en los detalles.
El departamento queda en silencio y comienzan a invadir conversaciones ajenas, alejándose. A veces vienen con risas. El sonido de una micro y el sonido de 3 o 4 autos. Cuando el silencio, ya es incomodo, como el frío en mi cara. Ya es otoño. Mala idea. Entro finalmente y me voy en la búsqueda de Anahí. Ya había pasado un tiempo.
- ¿Qué onda?. Le pregunto, cuando la tengo en frente mío, pero ella me da la espalda.
- Ehm... estoy buscando algo.
- ¿una sorpresa?. Como un niño
Por primera vez Anahí se da la vuelta a mirarme y me dice
- Lo encontré
Un pito.
Lo Fumamos.
Escuchamos música. Partimos escuchando algo de Jazz, pero Anahí dijo que era algo triste y me queda mirando. Nuevamente está jugando. Le gusta pelear
No puede. Yo no peleo. Ella se enoja, porque no peleamos. Pero ahora solo la cambió y puso Led zeppelling.
Vimos videos. Gatos, cabras, caídas, Fails, internet. Yo termino poniendo hora de aventura. Anahí, dice que no comprende que después de haber visto a Godard, prefiera ver esto. Pero que prefiera que esto sea así. Nos reímos. Luego nos reímos recordando el capitulo. Luego nos continuando riendo, mientras poníamos el pedazo, que nos daba risa.
Luego imitándolos.
Comenzamos a besarnos.
Tuvimos sexo.
Fumamos.
Volvimos a fumar
sexo.
Conversamos. Nada importante. Ella me pregunta de repente, si es verdad, que el Jorge patio a la Jó. Yo me sorprendo, porque no tengo entendido que eso sea cierto. Me lo hubiera dicho el otro día. Anahí vuelve a interrumpir, diciendo, esto paso hoy día o ayer. La molesto diciendo que copuche bien, luego comento, que así no se puede, no con la mitad o menos de la copucha. Ella se escusa con un "no me interesa mucho".
Silencio
No es por defender al Jorge, o no sé, si es defender la palabra. A lo que voy, es que, si todo fuera cierto, creo que el Jorge me hubiera contado. Ya nos hubiéramos puestos ebrios. Claro que esto último no se lo dije. Ella me dice que es verdad. - ¿Tení hambre?. Le pregunto. Ella mueve la cabeza, afirmando.
Me levanto de la cama, mientras camino hacia la cocina y me voy poniendo el boxer. Comienzo a fijarme en que tengo para cocinar. Fideos, la última mitad de una cebolla. Zanahoria. La última mitad de un zapallo italiano. Brócoli. Hay veces, que yo mismo me sorprendo del Brócoli. ¿por qué compraré brócoli?, nunca lo sabré, pero siempre me lo termino comiendo. Anahí aparece con una polera mía .
- Oye, es el Jorge. Me dice algo violenta.
- ¿Donde?. Me quedo viendo sus piernas
- Al celular. Hace un chasquido, con los dedos. - aquí arriba pervertido. Suena una carcajada, mientras me lo dice.
Me pongo algo colorado, cuando termino de recorrer todo su cuerpo y miro a su cara. - Gracias, ¿podí encargarte tu?. Ella me dice que no hay problema y me pasa el celular, me abrigo y voy al balcón a conversar.
- ¿Jorge?
- Buena viejito, ¿cómo estamos?
- bien, bien. Piola. Te llamaba pa cachar en que estai
- ehm... en ná, la verdad. Acá estoy con la flaca, apunto de comer.
Anahí me pone una cara de molesta, que miro a cierta distancia.
- Pero van hacer algo especial. Me pregunta Jorge
- No, nada de especial. Acá piola, ¿por?
- Yo sé que no eres tan bueno tirando (como yo), pero no por eso, tienes que pensar, que no eres algo especial... a lo que voy, es ¿si voy a interrumpir algo?
- No  wueón. Pasa si quieres
- Ya. En 15 minutos estoy ahí.
- Dale
- Ah, oye, no voy solo.
- ¿Con quién vienes?
- Con una mina. Corta en seco la voz de Jorge.
- ¿Una mina?. Algo sorprendido.
- Si wueón, acaso eres mi papá.
- Parece po. Tu me estai pidiendo permiso ¿no?.
- já, un poco... ¿y?
- Claro. Vengan, esas cosas no se preguntan
- Nos vemos en 15, de ahí te cuento todo. Voy a llegar solo.
Timbre.
El jorge, viene solo, como dijo. La Anahí abre la puerta. Se saludan de beso. El Jorge pasa al living y se sienta. De ahí me saluda. Yo en la cocina, lavando platos.
-¿ Qué onda wueón?. Pregunto sin dejar tiempo para que el Jorge se acomode.
- ¿Cómo, qué onda wueón?. Responde Jorge - ni una onda, o sea, no sé... wueón.
- pero con lo de la jo. Interrumpe anahí.
- ah, con eso. Jorge da un respiro, luego continua con. - nada po. Terminamos.
- pero, ¿por qué?. Anahí pregunta sin rodeos. Yo no podría, yo no soy tan directo.
-¿ Tu creís, que fumamos mucho?. El Jorge dirigiéndose a mi
- ¿nosotros?. Respondo.
- si.. o yo.
- No, no creo. Como cualquier joven, consumidor
- ... y¿ beber?, o sea ¿Tomamos mucho?
-no wueón, ¿por qué?. Vuelvo a contestar.
- Es que eso comenzó a decirme la Jo, que fumaba, ya en una forma excesiva. El jorge, mientras habla, saca un pito y me queda mirando. Hago un gesto de aprobación y en cosas de segundos. El continua - Luego la Jo me dice, que me la paso tomando todo el día, pero es porque estábamos en verano. Hacía calor, además, todos saben que una chela, es lo que más refresca, sin hablar de las propiedades y minerales, que contiene. Enciende el pito y fuma lo que más puede. Se lo pasa a la Anahí.
- Después, sabí lo que me dice. Que soy un vago, que me da miedo trabajar, que me conformo con poco, que no tengo mayores aspiraciones.
Hace una pausa. Sus ojos se ponen algo vidriosos. Luego hubo un silencio. Yo me siento al lado de la Anahí y como para romper la tensión, ella me dice - Toma, ahí tení fuego. Ella me pasa el pito. El Jorge comienza a reír.
- Bueno, como decía, comenzó a describirme. Dice el Jorge.
- Viéndolo de ese punto de vista... claro que fumamos y tomamos mucho. Le digo
Anahí me da un codazo y luego me queda mirando.
- Pero si es verdad. interrumpo. - bueno, también estoy de acuerdo que te comenzó a describir.
El Jorge y yo, comenzamos a reír, mientras, Anahí me sigue mirando, como diciendo que soy un desubicado.
- No lo mires así mujer. El Jorge dirigiéndose Anahí. - En todo caso, tiene razón.. y que esto sea una advertencia, para todos nosotros, deberíamos ser más prudentes
 - Habla por ti. Le contesto
- Bueno, eso no es todo. Continua el Jorge. - La Jó me dice, que no puede seguir perdiendo el tiempo conmigo, a demás ella quiere tener un hijo.
- ¿Un hijo?. Al unisonó con Anahí.
- Si po, un hijo. Después de esa revelación, que podía hacer... o decir.
El Jorge queda en silencio.
- Arrancaste. Le digo, rompiendo el silencio.
El Jorge de nuevo con los ojos vidriosos
- Claro que lo hice. El Jorge con una sonrisa que le cuesta mantener.
- Pero, ¿en qué volá se fue?. Interviene de nuevo Anahí, la de las preguntas al cayo.
- No sé, la verdad, no lo sé. Contesta el Jorge.
- ¿notaste algún cambio en ella, antes?. Anahí vuelve a preguntar.
- No, nada. Hasta antes de ayer en la noche, muy bien, todo muy tranquilo. Todo normal
- ... y ¿cuándo paso todo esto?. Insiste Anahí.
- Al día siguiente. Vuelve a responder el Jorge.
De ahí, me paro y enciendo un cigarro, voy al balcón. Los autos rara vez pasan, pero se ven más peatones. Gente que va y viene... la Anahí sigue conversando con él, pero yo dejo de prestar atención y me desentiendo unos segundos, para mirar a una chiquilla que iba peleando con su pareja, en la plaza, de al frente de mi edificio. Ella llora y da manotazos. Él, el no hace nada, solo recibe los golpes. A esta distancia, no puedo decir, con precisión, si el trataba de calmarla diciéndole algo. Más bien, pareciera que no dice nada. Solo acepta su castigo, de seguro la cagó y la cagó pesado.
Cuando vuelvo a la conversación, el Jorge está diciendo que va a venir una loca que se encontró ayer, luego volvió a preguntar si nos molestaba que trajera a alguien, pero esta vez, Anahí, fue quien dijo que no había problema.
Anahí. Mi compañera, siempre apañándome en todas. El Jorge mas animado saca unas promo de Bálticas, de su mochila. 3 botellas que deja en el refrí y una en la mesa. Luego comienza a servir. Anahí puso música y comienza a sonar Gorillaz y comenzamos a tener una conversación, sobre la vida y de cómo teníamos otra visión de ser feliz, por eso teníamos problemas así. Muy siglo XXI. Luego reímos y seguimos conversando, ahora de cualquier cosa. Yo paso al baño
Suena el Timbre.
Suena que se abre la puerta.
Se escucha la voz de Anahí y el Jorge, saludando y los pasos de nuestra visita pasando al living. Cuando salgo del baño, oigo la voz del Jorge diciendo. -El es André, por quien estamos aquí-  Todos me quedan mirando, casi como una liebre a punto de enfrentar a esa gran maravillosa luz, que viene hacia él. - si ese soy yo. Digo algo incomodo, algo tonto, doy 3 o 4 pasos y me siento al lado de Anahí, quien me toma la mano enseguida. Desafiando. Esta vez no para a mí. Jorge me mira con una sonrisa, pero no sabría decir, si es un acto de reflejo de nerviosismo o de cierto orgullo quinceañero, luego hace un gesto, con los ojos, reiterados, apuntándome a su acompañante, que al paso de unos segundos, son acompañados, por un sutil movimiento, rápidos y cortitos de su cara, apuntado hacia ella.
- Hola, me llamo Rocío.
Me sorprende. La miro de abrupto. Me tengo en sus ojos plomos y creo haberla visto en alguna parte, pero no sé cuando, ni dónde. Nunca me fijo en los detalles.
Me doy cuenta, que no he dado ninguna respuesta y solo sonrío estúpidamente. Todo se pone algo incomodo. No sé como es el siguiente paso a seguir, cuando Anahí, toma la iniciativa y me ordena que ponga música. Hace una pequeña pausa y me queda mirando y dice - algo bueno, si... ya oh, pon cualquier cosa - su sonrisa, se va agrandando, hasta convertirse en malvada. Volvemos al western. Veo toda la lista de música, que tengo en el compu. Click. De los parlantes suena un rap, acompañado con un jazz. Anahí me mira, como diciendo "¿esto es enserio?". Yo, al otro lado, pocker face.
- Buena Jazz Liberatiorz. Interrumpe la Rocío.
Anahí y yo volteamos a ver a la Rocío, pero en cosas de segundos, volvemos a lo nuestro, al duelo, casi como en las películas. Los dos rivales, frente a frente. Luego un sonido fuerte. Público piensa "chucha un tercer disparo". Un zoom in, al primer plano de una doncella, que grita, porque no aguanta la tensión. Le gana y como decía, nosotros volvimos a lo nuestro. Pero este duelo, yo ya lo tenía ganado. Tenía el respaldo de la Rocío. Si que como gran ganador levanto las cejas, simulando el acto de saltar, pero sin saltar y mucho de arrogancia. -Bueno, habrá que servirse un traguito, entonces- dice Anahí y continua con - para sacarse este trago amargo.
Nos ponemos a brindar y los litros de cerveza abundan. La situación, fue así. Ya con un poco de cerveza, al principio fue algo cordial, nuestra conversación, hasta algo amistosa. Hace mucho rato sabía donde la había visto, pero generalmente son volás mías y ahora no vienen al caso. Me sorprende Anahí, está ahí relajada, riendo. Cayendo bien. Rápida, fugaz, espontanea. Sabe a esta altura, que ganó y prendió el carrete. A 1
Rocío es de Valdivia. Del colegio Alemán y que de ahí conoce al Jorge (también Valdiviano). Se vino a Santiago, como hace 3 años y que hace un par de días, se había encontrado con él, que no lo veía hace dos o tres, ella se escusa diciendo que es mala para las fechas. - Te creo - Respondí algo seco. Luego me comenta que estuvo mirando mi lista y que tenía buena música. - Harta música, querrás decir - respondo. - Si también - contesta ella. El Jorge pone un video en internet. Uno de un astronauta flotando en el espacio. Luego un viaje a través de Galaxias, Constelaciones. Todo era lento.
Pa dentro
intenso
En HD
Hay pocas luces encendidas, en los edificios que dan a mi balcón. Salgo a respirar. Salir de los intenso. Recorro el trayecto de algunos peatones. A diferentes ritmos. Algunos en solitario, otros en grupos y en pareja. La Rocío se pone al lado mío. Saca un cigarro y lo enciende.
- Piola el lugar. Me dice
- Si... a veces.
- Pero estas cerca de todo, super céntrico
- si es verdad.
silencio
-Cacha. En el edificio, que está al costado derecho. El que está detrás de este.
 Ella apunta con el dedo, pero de mi posición, me indica cualquier wuea. Trato de acercarme, sin salir de la mía.
- Ahí arriba. Insiste ella.
- Ah, sí, sí, ahora lo caché
- Lo están pasando la raja. Dice ella
-  Así veo...
- Es preciso el espacio. Como cambiando el tema.
- Si piola. Lo justo y necesario. Algo rezando.
- Más grande sería abusar. Lo dice con un tono difícil de precisar
- Se hace, lo que se puede. - Ampliando a líneas generales. Donde quepa. Claro que esto último no se lo dije.
Silencio.
- El Jorge me dijo que tu erí de Temuco.
- Si también del sur. Respondo
- Que buena, es bacán el sur.
Rocío se queda en silencio y mira fijamente el movimiento de una rama que está pegada a la baranda del balcón. Noto una mirada nostálgica. Algo sincera. Descuidada, como cuando la ví en la micro. Lo poco que me acuerdo de ese día, pero era la misma mirada. Froto mi barba y miro a la plaza, ya no estaba la pareja que estaban peleando, y ahora hay un grupo de personas tomando y fumando un pito, bueno, como todo el mundo. La Anahí pregunta la hora y le contesto - 2:25 .
- Deberíamos ir a comprar, entonces. Dice Anahí.
- Buena idea, yo apaño. Dice Jorge
- Si, de todas maneras. Se une Rocío.
- Ya, dale ahora o nunca. digo.
Salimos al ascensor, claro, que tuve que ir a buscar mis llaves a la pieza. Bajamos y caminamos, todo muy tranquilo. La ciudad celebra el fin de semana. La boti, estaba llena, eso no era una sorpresa. La gente impaciente, espera. Nosotros hacemos las monedas y seguimos conversando, sobre accidentes automovilísticos. Sé que suena algo aburrido, pero estábamos volados  y todo era chistoso. Uno se va metiendo en las historias. Llega nuestro momento, pedimos una promo y un vino en caja, tinto, de dos litros. En el camino de vuelta, nos fuimos en dos grupos. Yo iba con el Jorge, que en un momento comienza a caminar más lento.
- ¿Que te pareció?. Pregunta el Jorge
- ¿A los leones al tiro?
- Si, po. Para que nos vamos hacer los wueones.
- Demás que no, pero… mi opinión, ¿va a cambiar algo?
- No po, eso es lo genial de tirarla a los leones, tan rápido.
- Como un buen cesar
- Política
- Claro
- Ya po. No te hagai el wueón conmigo. Dice Jorge.
- jajaja, no wueón. Bien, súper.
- ¿En serio?, si no tienes para que, satisfacer al pueblo.
- Tu sabes que mi partido, no lo permitiría
El Jorge se ríe cuando escucha mi respuesta y al instante vibra su celular. Luego desvía la mirada, como disgustado de lo que ve, me muestra el celular y veo que la Jó, lo está llamando.
- ¿Qué hago?. Me dice el Jorge
- No sé. Tu tenís que cachar eso
- Pero tú me conocí mejor que yo
- chucha... pero no soy tu guía espiritual o Dios, para decirte que hacer.
- Pero te vestís y tení la barba como uno.
- Já, si es verdad, pero no me convierte en uno.
- De todas maneras, eres lo más cercano que tengo.
- ¿Te interesa saber, lo que te pueda decir o no?
Jorge tiene la vista en las chiquillas, que están un metro mas adelante.
- No sé, puede ser.
El teléfono no para de vibrar y encender las luces. Finalmente, Jorge contesta ante la presión y se aparta a una esquina poco iluminada y yo sigo. Cuando vamos llegando a la puerta del edificio, las chiquillas, se dan cuenta de la falta del Jorge. Comento que está hablando por teléfono y yo me excuso diciendo , que lo voy a esperar, ya que todavía no se me termina el cigarro. La Anahí, comprendiendo la situación, dice que tiene frío y que prefiere esperar adentro y luego mira a Rocío y ella termina por confesar que tiene un poco de frío también. Les paso las llaves y las veo tomando el ascensor. Me siento en la escalera de la entrada al edificio, espero un rato, no más de dos persecuciones de un perro a dos taxis. Cuando veo al Jorge caminar, muy lento hacia mí.
- ¿Cómo estamos?. Le pregunto
El Jorge toma aire y lo suelta bruscamente... - No sé. me dice. Le ofrezco un cigarro y me da las gracias. Lo enciende y se sienta al lado mío.
- ¿por qué las minas, son tan complicadas?
- Chucha. No sé weón. Contesto -Primero que todo, son minas. Segundo, no sé... Todavía no he pasado el primer nivel
- Jajaja, yo tampoco. Me dice
Silencio
- Igual, tu tení suerte. Me dice con voz de pena
- ¿a qué te refieres?. Contesto
- Por Anahí. No te wuebea nunca.
- Bueno, no digamos que nunca.
- Pero es aperrá la flaca. Apaña en la weed y en casi todas las volás del mundo.
- Si, es verdad. Apaña caleta, pero ella no es la única que apaña en cosas. Yo tampoco lo hago, nada de mal.
El Jorge se ríe, luego continua con - Porque son así, un día como cualquiera, se cansa de mí y le molesta todo lo que hago. Comenzó a pelear por cualquier cosa... que el tiempo y los planes, que tu dijiste o es muy tarde.
Silencio
Tiro la colilla de cigarro hacia la calle y le digo que filo con la Jó, por lo menos esta noche y entramos. Es tarde y no hay mucho movimiento, si que por lo general, uno toma enseguida cualquier ascensor. Esta vez, no fue así. Algo pasa en el piso 10. Dos de ellos, están detenidos allá. Tampoco se puede decir que esperamos mucho, solo algo inusual. Cuando salimos, caminamos por un pasillo muy corto y encontramos la puerta abierta. La música está muy despacio, pero cuando me acerco, descubro que suena Sonic Youth. De seguro fue Anahí, a esa pequeña le gusta el ruido. Ya una vez dentro, subo el volumen y hacemos otro salud. El sonido del gas en la piscola, el cigarro, conversación espontanea.
Todo muy normal, todo muy tranquilo.
Cuando ya íbamos a la mitad de la botella, llaman al Jorge. Contesta en seguida y no se mueve de su lugar. Se caga de la risa y por momentos pide que repita, porque no escucho o entendió bien. Se vuelve a reír y dice que va a cachar el ambiente. Corta, deja su celular en la mesa y toma una actitud, de que esa última llamada, nunca existió.
Las chiquillas y yo, lo quedamos mirando y el pregunta - que onda.
- ¿cómo qué onda?, ¿quién era?. Pregunto
- ah, nada... era el Tomás, cachando en que estaba... bueno yo le conté, aquí tranqui, donde el André, si que piolax y él dice, a que buena, manda saludos para allá.
- ¿a qué quieres llegar?. Vuelvo a preguntar.
- Ah, eso. Bueno, avanzando, nos terminó invitando, para allá y yo le dije que iba a cachar el ambiente y luego tu me preguntaste y aquí estamos.
- y ¿quiénes están allá?. Pregunta Anahí
- Bueno, el Tomás. y otra gente de Valdivia. ¿les tinca ir? o les da paja. A mí me da igual.
- ¿Qué otros cabros?. Pregunta Rocío.
- ehm... no sé, el rafa, se escuchaba al Matías gritando. Creo que el oso. No sé la verdad, pero hay pitos y buenos cabros.
- Igual estaría bueno salir un rato. Comenta Anahí.
- En todo caso, es cerca. Es en bellas artes y de aquí a pata, no son más de 20 minutos. Comenta Jorge
- Igual al lado. Dice la Rocío.
Armamos un pito, echamos los copetes en una mochila. Llaves. Salimos.
Comenzamos a caminar por fray Camilo Henríquez, es mas piola, pa fumar un pito. Luego cambiamos rumbo por Portugal. Los autos comenzaron a invadir. Letreros, gente durmiendo en la calle. En el bar, tomando chop. Semáforos. El ruido. El frío hace que caminemos más rápido, más acorde al jazz, a un caos.
En este solo recorrido, puedes ver toda las facetas de la gente. Me llamó la atención un viejo, que tenía algún parlante en el bolsillo, sonaba un rap, muy popero, antiguo. Noventero. Trataba de bailar, pero su borrachera no se lo permitía y en el suelo, tenía un gorro, donde las personas tiran las monedas. El no pide, si no, que hace un show, o fue así, como me lo quise tomar. Las sirenas de los bomberos, comienzan a sonar fuerte, pero lejos, Anahí, me aprieta mi mano.
Llegamos a un edificio alto, pero con una entrada, poco lujosa, o más bien humilde, en el espacio o en su arquitectura. Subimos al 15 y de ahí cruzamos un pasillo largo y angosto, con luz blanca y letreros verdes, que indican escape. Muy digno de Kubrick. Cruzamos todo el pasillo y el Jorge toca la puerta.
Tomás nos abre y entramos, está con 5 personas más, que nos saludan cordialmente, pero sin interrumpir su conversación. Discuten sobre un caso hipotético, que un vampiro fuera mordido por un zombi. ¿Qué pasaría?, mientras nosotros nos vamos acomodando, en un rincón del living y nos servimos un trago y nos quedamos en silencio, escuchando.
- Eso es imposible, dice el Rubio alto
- pero, ¿cómo va ser imposible?. Dice el Moreno con Barba.
- Es imposible. Vuelve afirmar el R.A - todos saben, que los zombis, los atrae la carne humana viva, por algo no se comen entre ellos y todos saben que los vampiros, están muertos.
- pero técnicamente, los vampiros son vivo-muertos. Dice M.B
- Como los zombis. dice R.A
- Los zombis no comen zombis, pero si de un muerto o de uno muriéndose y los vampiros, son otra wuea. una wuea completamente distinta. Dice M.B
- Viéndolo así, es posible. R.A
- Bueno, ¿qué ocurriría?. M.B
- Puta no sé. Podría convertirlo en un zombi, pero todavía con habilidades de un vampiro. Dice R.A
- Pero eso es lo más parecido a una libélula, que tiene como 8 horas para vivir, porque si llega el día muere. responde M.B
- Pero como la mayoría de los zombis prefieren un lugar oscuro, si no hay mucho que comer, este "zombiro", podría esconderse igual y ser un pulento. R.A
La conversación se pone algo fome y comenzamos a conversar entre nosotros, en eso se une Tomás y se saca un caño, luego pide disculpa por los cabros. Nosotros le restamos importancia - hasta ahora no molestan a nadie, al menos que haya un osornino - Todos se cagan de la risa y comienzan a bacilar a Osorno. Ciudad fome, un paréntesis del sur.
Jorge se para al baño. Se demora o creo que lo hace. Su actitud cambia al regresar. Lo noto un poco distante y algo melancólico, luego se para y abre una ventana, que de a poco comienza a invadir el frío en la habitación. Rocío, también nota cierta lejanía en él. Entiendo un poco, lo incomoda que pueda estar, pero la verdad estoy puro especulando. El resto del carrete sigue su curso normal. Yo me iba poniendo curao, lo empecé a notar y me invade una flojera enorme, casi como tener otra gravedad, mucho mayor. Comencé aburrirme y darme cuenta, que esto mismo, lo podía estar haciendo en mi casa y me arrepiento de haberme convencido de todo esto, pero no tenía mucho apoyo en el minuto, si que solo silencie mi arrepentimiento y le pregunte a la Anahí, si quería irse. Ella me responde, que le da igual, esta tranqui, pero que tampoco le molestaría irse.
Suena el timbre.
Abren la puerta y entra Matías. Grita un hola, corto y fuerte. Esta inquieto y muy tenso. Solo le falta. No, ahí está. Jalado, luego dice que va a venir la Tania, que él, la fue a buscar, pero no la encontró o se aburrió de esperarla y se vino. Detalles.
El Jorge no se inmuta y sigue pegado en la ventana, pero al momento que vuelve con nosotros, lo hace o más bien actúa como si por primera vez, comprara marihuana. Su mirada, va bailando de un lugar a otro, de la habitación. Dice palabras concretas, acordes. El Matías está conversando, pero pareciera, que está discutiendo, allá en el fondo. Tomás está a su lado, interviene, un poco, pero por lo general se ríe. Rocío conversa con la Anahí. Se llevan bien.
Hay un compadre, que está raja durmiendo y el rubio alto, le saca una foto con el celular, mientras ríe. El moreno con barba, posa junto al caído; en eso suena la puerta y el Matías sale corriendo a abrir la puerta. En eso aparece Tania, que le planta un beso apasionado, pero corto al Matías, luego le dice algo al oído y el dice - pasa, si que pasen. Ella se da la vuelta y hace un gesto con las manos indicando que pasen. Con ella, pasa la Jó y otra mina, no recuerdo ahora su nombre, pero sé que vive con la Jó. Cristina, creo que se llama. El Jorge no sale del personaje, como que sabe que la va a cagar, ¿pero en su moralidad?. Ella terminó con él y hasta por lo que sé, todavía no ocurre nada malo.
A Tomás fue al primer wueón, que se le noto tensión. Incluso antes que al mismo Jorge. Anahí fue la segunda, pero un poco más notorio, al parecer muchos no sabían la noticia.
El Tomás, habla con la Jó, que se muestra espontanea, hace una mirada general y sigue en los suyo. Tania se sirve un vino blanco. Cristina también se sirve. La Jó hace gestos, de no querer.     
El Jorge comprendió lo volado y curado que estaba; se pone a conversar, a tratar de poner toda su  atención en nosotros. Rocío sigue actuando normal, el que nada hace, nada teme, si que sigue tan ligera como siempre, respetando la distancia, que impuso sin querer el Jorge, incluso antes de la llegada de la Jó.
El Matías se acerca a nosotros y nos pregunta ¿qué onda nosotros?. La Anahí le contesta con la misma pregunta. Matías queda un poco descolocado y dice que no cacha, que nos ve como unos hippies; Anahí solo dice -  Bah, hippie's culiados, pero buena onda - Matías parece más descolocado que antes, y hace un pequeño gruñido, luego le grita al Jorge que llego la Jó, si acaso, no va a ir a saludarla. El Jorge queda sin saber que responder y luego le dice que ya la había hablado con ella antes. Matías sigue insistiendo, en que la salude, pero Anahí le dice al Matías - oye, amigo, déjalo tranquilo, ya la saludará. El Matías se devuelve hacia donde la Anahí y se la empieza a jotear. Ella se deja jotear, pero en un momento, le pone límites de a poco. A mí no importa mucho, sé que no lograría nada, mucho menos estando yo. Ella parece tranquila.
La Rocío sigue conversando con nosotros, pero en un momento, Anahí, se aburre del Matías y va la Rocío a rescatarla. El Matías, comienza a decirle que tiene bonitos ojos, pero ella solo le dice - disculpa, tengo algo importante que hablar con mi amiga - Matías, cacha al tiro la onda y se molesta un poco y les dice - conversen nomás - entonces Rocío se la lleva un poco más allá. Matías les grita - Que les dan color - Mientras Tania lo llama y él se va, como un perrito faldero. Se queda un rato conversando con ella. La Jó, sigue conversando con Tomás. En ese momento acordamos, que era mejor irse. Es ahora o nunca. Nos despedimos del rubio alto y del moreno con barba. Llegamos a la puerta y desde ahí hacemos un chao, general, el cual muy pocos respondieron. El Matías le pregunta si se va a ir, al Jorge. Silencio. Tensión. Jorge le hace como una seña de que va a volver. Matías grita "chao Jorge, te espero".
Los cuatro caminamos en silencio, por ese pasillo largo y blanco. Bajamos en el ascensor, también sin decir nada. Cuando salimos recién del edificio, nos pegamos un respiro y comentamos sobre el frío y lo tranquilo que estaba la calle a esta hora. Íbamos a dos cuadras por esa misma calle, cuando la Jó aparece corriendo y comienza a pegarle al Jorge. Él trata de esquivarlos y de calmarla al mismo tiempo, pero no logra ninguno de los dos objetivos. Ella lo acusa de cagarla al frente de ella, en cosas de segundo se descontrola aún mas, y comienza a pegarle y a tirarle el pelo a la Rocío, llamándola puta. Nosotros tratamos de separarlas, pero la Jó no se dejaba y no para de llamarla puta, mientras llora desconsoladamente. En un momento, la Jó se rinde y se tira al suelo, de rodillas, ninguno de los cuatro, sabe cómo reaccionar, que le damos espacio. La Jó, comienza a calmarse de a poco, pero sigue llorando. Luego, se acerca al Jorge y le da una cachetada y le dice - ahora sí que la cagaste . El Jorge le pregunta por qué tanto escándalo, pero ella sigue sin escuchar y solo repite "ahora sí que la cagaste". Jorge la zamarrea un poco, mientras le dice que la corte, pero ella sigue sin reaccionar y solo repite esas 5 palabras. En un momento él, le recuerda que fue ella, quién terminó la relación.
La Jó, por fin, se queda callada y lo queda mirando, lejana, profunda, como su dolor. En un momento ella reacciona y seca sus lágrimas - vo no cachai nada - eso es todo lo que le dice, mientras se da la mieda vuelta y comienza a caminar en dirección contraria. El Jorge la detiene y la comienza a encarar. Ella indiferente, trata de volver a caminar, pero él vuelve a detenerla. Ella le pide que la suelte y este se niega, hasta que le diga que mierda le pasa.
Silencio.
Ella en lágrimas le dice "estoy embarazada". La cara del Jorge, es la expresión de todos nosotros. Jorge se agarra la cabeza y se sienta en el suelo y sus ojos se llenan de lágrimas, mientras se queda pegado mirando el suelo. La Jó, también llora y comienza a pegarle denuevo, mientras, dice "yo lo sabía, yo lo sabía". El Jorge trata de no mirarla, pero ella insiste en que la mire. El Jorge se para furioso y comienza a vomitar, todo lo que tiene en su cabeza y comienzan a discutir con la Jó. Del por qué, el cómo y todo lo que lo hizo sentir a él, que no tenía el derecho, etc. Anahí recomienda que lo dejemos solos y nos fuimos alejando de los gritos. Caminamos sin decir nada, hasta que llegamos a la Alameda, Anahí iba abrazada de la Rocío, mientras ella lleva  lágrimas en sus ojos, pero su actitud era nula. Rocío no está con nosotros, se quedó allá, junto al Jorge, junto a la Jó. Ni siquiera me dio el ánimo para preguntarle si se iba a ir a su casa, si que seguí caminando y ellas me van siguiendo. El único sonido, eran, nuestras pisadas y el cranch, de las hojas. Los pies están helados y la ciudad, a esta hora, era muy tranquila.
Llegamos al departamento y nos sentamos a la mesa. Rocío con pena, nos queda mirando, sin decir nada. Todavía era muy pronto. Anahí le ofrece un café, pero ella niega con la cabeza. Yo le ofrezco un pito, pero Anahí me reta, y dice que siempre estoy pensando en fumar, pero la Rocío dice que bueno. Anahí se dio cuenta que había sido algo violenta y me queda mirando con cierta culpa. Todavía estamos bajando las revoluciones. Rocío lo enciende y fuma hasta toser. Luego fumo yo y se lo paso a la Anahí.
- Media volá. Digo rompiendo el silencio
- Si... Dice la Rocío.
- Yo, todavía no lo creo. Comenta Anahí.
- ... yo tampoco. Añade Rocío.
- Fue como ver una novela. Termino de comentar.
La Rocío le da risa, lo que digo y dice - estuvo cautico, igual - pero su rostro, todavía refleja tristeza. Anahí pone música. Norah Jones, como para amortiguar el ambiente. Anahí vuelve acercarse a ella, mientras la abraza y la calma. Ella en un momento dice que ya paso y se queda en silencio, mientras apoya su cabeza en el pecho de Anahí. La noche avanza lento.
Timbre.
La tensión vuelve. La Anahí me hace un gesto, para que me encargue. Doy 3 o 4 pasos y abro la puerta y aparece el Jorge, junto con la Jó. El Jorge pregunta si puede pasar, pero no espera mi respuesta y solo pasa. La Jó hace lo mismo. Las chiquillas se sorprenden al encontrarlos, ante ellas. Cierro la puerta y me uno a ellos, el Jorge me queda mirando y hace un gesto con la cara, como diciendo, tranquilo, nada malo ha de pasar. El Jorge y la Jó están abrazados y de la mano, no dicen nada hasta que yo me acomodo. Luego el Jorge comienza hablar.
- Bueno, con la Jó, les tenemos una noticia y queríamos que ustedes fueran los primeros en saber. Hace una pausa  y continua - que oficialmente vamos hacer padres.
Los tres quedamos sin saber que decir o cómo reaccionar ante todo esto, mientras el Jorge y la Jó sonríen y se besan felices.
- Felicitaciones. Dice la Rocío, casi sin ganas.
Ahí reacciona Anahí y los va abrazar. La Jó abraza a la Rocío y le pide disculpas. Ella acepta. Luego se ponen a contar lo que pasó después de que nos fuimos. Hubo culpas, insultos, llantos, juramento de amor eterno y cariño. La Rocío en un momento va hacia el balcón y se pone a fumar, mientras mira al edificio de al frente, donde hay una luz encendida. Yo me acerco y le pregunto si tiene fuego. Me lo pasa y luego me comenta sobre lo que ve, y me pregunta si distingo a una persona. Yo respondo que no, que tal vez dejaron las luces encendidas. Ella insiste en que me fije bien. Ahora que lo dice, veo a alguien en una mesa, pero no se mueve. Pareciera que está escribiendo. En un momento levanta la cabeza y pareciera que nos mira, pero estaría puro especulando. La Rocío, se apena que estemos en el 5° piso, luego me pregunta, si en el edificio, no tiene algún lugar, donde se pueda mirar mejor, algún lugar más alto. La azotea le respondo. Me pide que la lleve.
Le digo a la Anahí que la voy acompañar hasta la azotea y vuelvo, cualquier cosa, que suba. Anahí le resta importancia y dice que es mejor. Subimos al ascensor hasta el piso 13. No dijimos nada. Recorrimos un pasillo y pillamos la puerta abierta de la azotea. Ahí hay un quincho y una piscina al medio. Al costado, hay tres mesas y por todas partes, hay restos de carrete. Pienso en el piso 10, tal vez, ellos tienen algo que ver con todo esto. Rocío se va a la orilla y contempla la ciudad, en silencio. Me voy acercando de a poco a ella. Rocío da la vuelta en dirección mía. La luz de la luna, hace que sus ojos se vean aún más plateado y me detengo y guardo distancia. Sus ojos dicen pena, pero su boca tranquilidad y se queda inmóvil. Hay cierta paz en ella y la encontró, ahí en ese lugar. Cuando decido que me tengo que volver, Rocío me comenta que se acuerda de mí, en la librería. Me sorprendo de su confesión a estas alturas de la noche. Me acerco a la orilla y contemplo al gran Santiago, a los miles de edificios, que hay por acá. A la gente caminando y el frío nos calla y nos junta, nos quedamos en silencio. Rocío me queda mirando y siento un poco de pena y maldigo que sea tan bella.
- ¿por qué, los hombres, son todos iguales?. Me pregunta la Rocío
Me demoro en contestar, mas bien, no sé a dónde quiere llegar con todo esto.
- Contesta. Tu eres hombre, al fin y al cabo. Me dice la Rocío
- No te vayas en esa. Respondo. - si igual, no todos somos iguales.
Rocío me mira y sonríe, con cierta esperanza a lo que digo, ella espera que sea verdad, aunque ella no lo crea ahora.
- y ¿tu?. Me pregunta la Rocío.
- ¿Yo, qué?. Contesto.
- ¿tú eres de los iguales o de los distintos?. Insiste la Rocío, mientras se va acercando de apoco a mí, hasta quedar nariz con nariz y yo sin reaccionar.
- ya po, contesta. Se escucha la voz de la Anahí.
Quedo en silencio, atrapado, volado, en un silencio tenso; Anahí me mira fijo, pero su mirada es distinta, para ella, yo ya lo había hecho, ya sé lo imaginó. Da lo mismo lo que respondiera. Rocío camina al frente mío, muy cerca, y va en dirección opuesta, pero se detiene. Anahí la encara y le pregunta dónde va. Rocío se detiene al frente de ella, se quedan mirando fijo. Frente a frente. Rocío le planta un beso en la boca a la Anahí. Rápido, fugaz e intenso.
Anahí la queda mirando, algo sorprendida, luego me mira a mí y le devuelve el beso a la Rocío y se besan, apasionadamente, al frente mío, por un buen rato. Yo en la oscuridad. En la soledad, espectador de esta escena, tal cual voyerista. Excitado, algo confuso, con tristeza. El frío, ya me cala en los huesos y acá ya no hay nada más que hacer y salgo de allí.
La puerta del ascensor se está cerrando, cuando Anahí, pone la mano, para detener la puerta. Ella me mira, reconozco la vieja mirada. Me dice que espere a la Rocío. Lo hago. Ella aparece y tampoco dice nada y cuando entra, baja la mirada. Anahí me pide perdón y me besa, apasionadamente. Rocío nos mira y en un momento se acerca y vuelve a besar Anahí. Ella se deja llevar y luego me besa a mí. Comenzamos a besarnos y tocarnos. El ascensor abre en el 5°  y nos dirigimos a mi departamento. Tratamos de ser silenciosos, pero no podíamos. Entramos y Anahí busca el vino y nos sirve, mientras le agarro una teta y beso a Rocío contra la pared. Paramos a brindar y nos tomamos al seco y nos fuimos a mi pieza. Nos dejamos caer en la cama.
Tuvimos sexo.
Fumamos.
Nos quedamos dormidos.
Despierto en la mañana, solo. En el escritorio una nota de la Anahí , diciendo que se tenía que ir a trabajar. Abro la ventana y me dirijo al refrí, a ver si tengo agua helada. Saco una botella y se escucha la cadena del baño, y de ahí sale la Rocío, en calzones y con el chaleco que llevaba puesto. Ella me dice - hola, despertaste - y se me acerca y me da un beso. Hola respondo, como un wueón. Ella se sienta en la mesa, mientras sirvo dos café. Nos fumamos otro pito y conversamos toda la mañana. Bastante tranquila.
A la hora de almuerzo, ella me dice que se tiene que ir a la U. Nos despedimos.
Almorcé solo.