sábado, marzo 06, 2010

Y Nos Quedamos



No sé como terminé en escuela militar. El pasar de las estaciones, las luces, la gente. No sé como terminé en este departamento. Su departamento.

Fue raro, raro lo fue, de esos encuentros inesperados, en escenarios inesperados. Encuentros llenos de silencios incómodos, torpes.

Hace 5 años que perdí rastro alguno, pero ahí estábamos, rostros de toda la vida, pero que solo queda en eso, en un rostro, pero que te obligan a saludar por la improbabilidad de encontrarse en un lugar tan ajeno, que hace que nuestros rostros se conviertan en amigos de infancia, de vecinos de toda la vida.

Caminaba perdido en el tiempo. Ella entrando a su departamento y nos quedamos mirando, como siempre, como alguna vez, ya en esos tiempos pasados. Esta vez rompe el silencio y se produce esas conversaciones pequeñas e informales, que no dicen nada. – Pasa, perdón… ¿quieres pasar? – Me tomó por sorpresa, quede sin palabras y acepto. Me cuenta que esta hace poco en santiago haciendo la practica o encontró algún trabajo. La verdad habla muy rápido.

- Oye, ¿hay visto al nacho? – mientras busca un par de vasos – perdón, ¿quieres tomar algo?

- Ehm… ¿qué tienes?

- Un poco de vodka, pisco, agua mineral, mmm… no sé, ven a ver.

- No, no. Dame pisco, sí pisco estaría bien.

- Al nacho, entonces no lo hay visto.

- Al nacho no, bueno si, o sea no, como un par de meses.

- ¿Cómo esta?

- Si, bien, bien – llega con dos vasos de piscolas, y ya comenzaba a anochecer, el cielo rojo se reflejaba en los vidrios, casi espejos, de muchos de los edificios de allí – ¿se puede fumar aquí? - aunque me paro y voy al ventanal que separa el living del balcón, como esperando una respuesta que solo afuera se podría. Mas atento de lo que pasaba afuera, con el ritmo de la ciudad. Con el reflejo de la ventana, veo que me mira, pensativa, como si ahora se diera cuenta de lo extraño de la situación, que nunca nos conocimos realmente y que talvez ya era muy tarde para hacerlo, pero como en un acto de arrepentimiento de su pensamiento, se para de la mesa y se dirige hacia mi. – Igual podríamos ir al balcón, debe estar mas fresco.

No digo nada y afirmo con la cabeza. La sigo. Se va hacia la baranda y mira con profundidad la ciudad, con una calma, que me hace invisible por segundos eternos.

- Esto debe ser una de las pocas cosas bonitas que he podido ver en este tiempo. – respira – La pega no ayuda mucho y la verdad es que no sé moverme todavía.

Me acerco a la baranda, saco un cigarro y empieza a sonar la piedra del encendedor. Fuego. Papel mas tabaco consumiéndose en el tiempo. – Si, por acá es bonito, sobre todo a esta hora. ¿trabajas por acá?

-Si, como unos 20 minutos, cerca del mall.

- Tienes suerte.

- ¿De trabajar cercas del mall?

- De vivir cerca de la paga.- Me molesto un poco la pregunta, era obvio a lo que me refería. (silencio) Nos quedamos mirando fijo. Por un tiempo relativo- casi eterno – casi fuga, algo incómodamente romántico en otras situaciones, tratando de hallar la palabra para iniciar esa conversación perdida de años, pero el atardecer ayudo bastante y cayó la noche. Suena el celular. Suena el celular. Lo miro. Suena el celular. –Si quieres contenta, no tengo drama – me dice, con un tono desafiantemente curioso. Lo hago. – ¿Aló? – una voz que no puedo reconocer o no quiero reconocer de inmediato. – ¿Aló? – Insiste.

- ¿Ya no puedes llamar de tu celular?; ¿Qué haces allá?

- Me vine cuando supe.

- Ahora no te puedo hablar, que me llamen mañana.

- ¿Por qué no te has venido?

- Estoy en la mitad de un proyecto, no puedo…

- Tienes que venir, son en dos días mas, y algún día tenemos que vernos.

- … y ¿tiene que ser ahora?

- para eso esta…

- Ni se te ocurra terminar la frase. –Click . Corto. Quedo tiritón, y me bebo la piscola al seco.

-Uff… veo que no esperabas esta llamado… - La miro. – ¿Te tienes que ir? – Cambia un poco el tono de su voz.

- Si… o sea no, no al tiro, perdón, no me voy, pero a Temuco mañana, supongo. De hecho tengo que irme mañana, pero de acá no. No al tiro…

- Te dejo mal

- ¿El pisco? – Haciéndome el wueón.

- Tu polola – Al seco. Desvía la mirada nuevamente hacía la ciudad, dejando ver, con la luz, una delgada línea de su cuello que baja hasta su hombro. Me pongo a su lado. La ciudad, muy tranquila, en su ritmo propio, ajeno a ellos mismos, a nosotros, como un Jazz, talvez como los de Miles alguna vez en parís. No… (suspiro) es complicado, pero… ya no…

- Pero, ¿era ella? – mirándome fijo a los ojos, certeramente, como cada depredador a su presa.

- Si.

-… y ¿qué onda?, ¿Por qué terminó?

- A veces los miedos choca con la realidad y no se puede forzar al amor.

- Pero el amor es mas fuerte. –Con cierta tristeza en los ojos.

- El amor simple, pero tendemos a complejizar y nos quedamos en eso. Nos en redamos, no es tan fácil, es como el tiempo, nunca tenemos la certeza de la hora exacta. ¿Exacta a quienes?; y terminamos en una conversión estúpida y absurda. A veces no es tan fuerte.

- Pero en lo complejo, esta el misterio y si fuera simple, no tendría gracia, porque al resolver ese rompecabezas, después de tanto tiempo… a veces cuesta mas, pero la vale la pena…

- Y ¿cuándo se pierde la confianza?

- ¿Te cagó?; Disculpa por ser tan directa, porque eso es otra cosa.

- Ojalá fuera tan simple

- La hubierai perdonado, ¿cierto? –Un poco sorprendida.

- Bajo alguna circuntancias…

- Ya lo habías hecho.

- … pero no están simple

- Pero, ¿qué pasó?

El ruido de la ciudad se apodero de la escena y miles de imágenes se apoderaron de nuestras cabezas, llevándonos a otros mundos. Me sirvo otra piscola, sacamos otros cigarros, ella como esperando…

- Un día, llego al departamento, después de un viaje a valdivia, que estuvimos grabando y las cosas estaban desordenadas. Como si hubieran robado. Sus cosas no estaban… (silencio) Dejó una nota. Había perdido la guaga, decía que lo sentía, pero que no pudo decirme antes que yo me fuera, la última vez que me vio, no tubo fuerza; y que ahora se iba, porque no podía estar ahí… seis meses después me llama.

- ¿Hoy?

- Si… y ayer se murió mi viejo; y me pregunta porque no estoy allá… y ahora llega y me habla, como si nada… talvez era tiempo… era tiempo.

Talvez era tiempo, me abraza, me saca del balcón y en la radio suena Norah Jones, unos de los antiguos. Come away Whit me. Y en eso nos quedamos bailando. Tomando. Otras conversaciones… y nos quedamos, surgieron otras conversaciones, nos encontramos. Nos besamos y nos quedamos… y tan solo nos quedamos.

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