Anoche soñé que estaba en la casa de un amigo, pero en un campo, cerca de la cordillera. Estaba helado, más bien sentía frío y mi amigo no me quería dejar pasar. Yo le explicaba y le hacia entender de cómo no me iba a dejar entrar. Que llevaba caminando desde hace unos días, para poder venir. – No, no… está muy lleno – decía y repetía solo esa frase, como si rezara el rosario, hasta que empezó a ser un poco mas robótico. Desde ese momento, la realidad comienza a fallar, por microsegundos, como esas fallas que se ven el VHS antiguos o algo mas digital y no sé como estoy adentro. Era una casa gigante, con un gran living comedor al frente de la puerta de entrada. Más allá, la cocina y un baño. Principalmente donde circulaba toda la gente.
Al
medio de la casa, una escalera ancha de tres niveles y a la mitad de esta, un
ventanal enorme con vista algún volcán y un bosque frondoso.
Había
mucha gente, yo estaba sobre estimulado. Incomodo y ya no estaba entendiendo
nada. Mi amigo no estaba por ninguna parte y ya cansado de buscarlo trato de
salir de la casa a fumar un cigarro. Salir de toda esa gente, pero lo único que
hacia era encontrar mas gente. La puerta de entrada se iba cambiando de lugar.
No puedo, si que trato de ir al baño, como segunda opción. Ya no entendía, ni
me importaba nada, pero el baño estaba ocupado. Subo por las escaleras. Segundo
piso. Segundo baño, pero incluso ese estaba ocupado. Me siento unos peldaños
mas arriba del ventanal. Podía escuchar el ruido del carrete, pero estaba solo
y me acuerdo que la vista era hermosa. Enciendo un cigarro y me pego en la
vista. Mi mente vacía de cualquier otra cosa. Era lo mas hermoso que había
visto en la vida (ni en otros sueños). Era majestuoso. La luna muy alta, muy
grande por detrás del volcán. Rasante pasaba la luz e iluminaba solo el lado
izquierdo de los arboles. El volcán haciendo erupción. Había armonía en los
colores. El cielo estrellado, con toda la vía láctea en su esplendor.
Para
estar de oscuro y contrastada la noche, poseía una escala chica de colores,
pero enigmáticos colores, que no hacia mas que contemplarlo. El volcán en
erupción. Hipnótico. La percepción del tiempo no existía y todo parecía eterno
- Sabes que no va a pasar nada – Alguien me habla. Una voz femenina. Al darme
vuelta, veo que era una mujer de estatura media, con unos ojos negros que me
miran. Intensidad en su mirada y a la vez sus palabras, se hicieron obvias con
el sentimiento de calma que yo tenía.
-
¿Qué estas haciendo aquí solo? - Vuelve a preguntar. Su presencia sobrepasa a
la mía, casi anulándome. A veces su cara se perdía con la oscuridad del fondo,
salvo sus ojos que se puede ver el reflejo del exterior.
- Tu no sabes lo que pasa afuera, pero aquí es
seguro. Me dice.
Luego
se sienta al lado mío y nos quedamos en silencio. Des un Segundo a otro era de
día y se siente un estallido dentro de la casa. Caos. La gente como estampida,
tratan de escarpar. Gritos, humo.
Bajo
las escaleras con ella y una parte de la casa ya no estaba. Había gente muerta
y otros a punto. El griterío y el dolor, perturbaba la escena, como si
estuviera en el ojo del huracán, todo lo que estaba pasando era muy
surrealista. Todos tenían estelas, cual fantasmas deambulando. El tempo de la
vida se hace cada vez mas alejado uno del otro.
Un
segundo estallido. Esta vez del segundo piso me devuelve a la acción. Tratamos
de salir, pero afuera había mucha gente con distintos tipos de medios de
transporte atacando y persiguiendo a la gente que estaba en la casa. Una
batalla que no era batalla, si no una masacre. El pánico vuelve a mi. Ella me
toma de la mano y dice – por aquí no – parecía saber lo que estaba pasando, se
movía rápida y segura, pero sus ojos son vacíos y entre los escombros y muertos
nos escondemos. Nos quedamos quietos. Solo se escuchaba lo que estaba pasando
afuera y no era bueno… Que tan cerca pueden estar. En que momento. Mi cuerpo
resistía las ganas de pararme y salir corriendo, pero ¿a donde?.
Los
motores se alejan, gritos de victoria, más parecidos a los aullidos de un lobo
o de un loco. Quieto trato de controlar mi respiración, que se escucha fuerte,
mientras se aleja el ruido. Veo los ojos de ella y se que esto no termina. Se
siente solo el crujir de la casa, cuando se oyen unos pasos de dos personas.
Entrando lo mas cautelosamente posible. Cierro mis ojos y trato de recordar una
canción, pero nada. Los pasos estaban cada vez mas cerca. Yo trataba de
aguantar las respiración sin saber cuando respirar. Cada vez mas pesados.
Los
pasos se acercan. Uno. Dos. Tres pasos. Abro un ojo, pero era inútil. Solo
podía ver la ella. Tenía los ojos abiertos, como si estuviera muerta.
Cierro
mis ojos.
Los
pasos sigue de largo, pero vuelven y uno se para al lado mío y enciende un
fosforo para luego encender un cigarro – parece que no queda nadie – dice uno
de ellos. – no sé, nunca se sabe – responde el otro. No sé en que momento va
ser el Pam!, Boom. El metal sobre mi carne
y siento una ceniza caer sobre mi mano.
Silencio.
Mi
corazón al cien porciento y estoy paralizado por el miedo. No sé con exactitud
si se fueron o siguen por la casa. Ni siquiera me atrevo abrir un ojo.
- Se
fuero. La escucho decir – rápido tenemos que salir.
Abro
los ojos y allí esta observándome. Salimos corriendo por la parte de atrás de
la casa hacia el bosque. Corremos lo mas rápido posible, pero era inútil y todo
se ve tan lejos.
Siento
un chiflido y veo a los tipos que habían
entrado a la casa, le tenemos distancia, pero andan en caballos. Nos metemos en
el bosque. Ella no titubea ningún paso., ágil, corre velozmente y trato de
seguirle el ritmo, cada vez mas adentro, se va volviendo mas selvático. Ellos
tienen que dejar los caballos, pero comienzan a disparar. Tratamos de
escondernos a esperarlos, pero ellos sabían moverse. Rastreaban nuestros pasos
y no se separan. Cuando estuvieron cerca, ella se tira encima de uno de ellos y
lo bota al suelo y de su bota saca una navaja que se lo entierra directo al
cuello, mientras yo trato de sorprender al otro con una patada. Ella me grita
corre y eso hacemos, a toda velocidad, la intensidad, la adrenalina, trato de
seguirle el paso, pero en eso tropiezo con una rama. Ella se da vuelta y me ve
en el suelo.
-
PAF-
Balazo
en la cabeza y cae al frente mío. Sus ojos todavía reflejan el vacío de sus
ojos negros ya sin vida. Despavorido trato de correr entre arboles, con el
sentimiento en el pecho de dejarla atrás, sin saber a donde y todo se hace cada
vez mas difícil y el cada vez mas cerca.
El
comienza aullar como un loco y yo trato
de moverme lo mas silencioso posible, pero siento que me golpean la cabeza con
algo pesado. Caigo al suelo y recibo una pateadura de la puta, que me deja
medio noqueado. Sin fuerzas, solo logro verle los pies. Amarra mis manos y
comienza arrastrarme. Me vuelve a patear y el me dice que me pare, trato de
hacerlo, pero me sigue pateando hasta que baja al intensidad y logro pararme y
caminar a duras penas. No aguanto mucho y caigo. Me vuelve a golpear, pero esta
vez caigo y quedo inconsciente.
Cuando
despierto el me arrastra, pero ahora con su caballo. Me quejo y el para su
caballo – ya levántate. Ahora tienes que tener energía. Me dice –Fuiste un hijo
de puta, bastante difícil. Incluso tu y tu puta novia mataron a mi amigo. - Se ríe
y luego continua - y a wueones como tú,
lo dejamos para el final.
Yo
le pido que me mate, pero este solo se ríe y avanzamos hasta que llegamos a una
especie de pueblo fantasmas y me mete a una bodega, donde me encierra bajo
llave. Así paso donde días encerrados en una bodega donde la única luz era un
que se encendía y se apagaba, como miles de flashes que nunca se apagan, junto
a una música fuerte e inentendible. Paso dos días encerrados sin saber mi fin.
En que momento. Cansado. Sin poder matarme. Loco y paranoico. Hasta que se abre
la puerta y entra luz, mucha del exterior que me enceguece hasta que cierran la
puerta y los veo entrar, en cámara
lenta, donde me pegan y me sacan la mierda. Siento golpes en todas partes. Me
vuelven amarrar y me sacan de ahí y me llevan a una colina. Eran cuatro
personas que iban con dos perros grandes musculosos y jugaban a tirármelos de
vez en cuando.
-
Quiero que corras, lo mas rápido posible -Me dice uno de ellos y continua –
cuando llegues a la mitad, nosotros vamos a soltar y cuando estés, en la planicie iremos
nosotros a cazarte. Tómalo como un regalo. Una extensión, si no te matamos te
podemos dejar libre, capisci.
Me
empujan cerro abajo y trato de no caerme y agarrar vuelo. Corro lo mas rápido
posible, pero ellos sueltan a los perros antes. Mucho antes y los siento como
ladran detrás mío.
Corro
por la eternidad.
Corro.
Negro.
Me
despierta el sonido de un treilé y hace frío. Vuelvo a dormir, pero esta vez no
volví a soñar.
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