Estoy en lo que alguna vez fue la plaza del fin del mundo.
Es una tarde de calor y los niños juegan, hay muchos de ellos que son
acompañados por sus padres o sus nanas. La situación, es básicamente, dejar a
los niños en su mundo, porque evidentemente, no están en este. Los padres y las
nanas conversan de cualquier cosa. Yo no sé si Belano y Lima, encontrarán a
Cesaria, pero por juzgar del libro o lo que queda de el, creo que están cerca
de hacerlo. Suena mi celular, me demoro en contestar, llevo muchas cosas en mi
morral. - ¿aló?. Desde el otro lado de la línea suenan varias voces y ninguna
de ellas responde a mi llamado. Doy unos segundos más, para ver si contesta alguien, hasta que logro escuchar “yapo cabros, alguien de nosotros intenta de
tener una conversación seria por celular.”
- ¡aló! (con voz rasposa, imitando alejo y valentina) ¡aló!,
¡aló!, ¡aló!, ¡aló!, hablo con el teniente risitas.
- ¿aló?, ¿quién es?
- Mire, se comenta y no soy un hombre, que siguen los
rumores, pero quiero saber, ¿donde puta, se encuentra mi teniente?
- ¿flaco?. Tratando de reconocer la voz. La verdad no muchos
de mis amigos wuebean con ese tono de voz.
- Pilladísimo. Suelta una risa wueona, que solo hace cuando
esta volado y me hace soltar una a mi, cuando resuelvo este misterio. – ¿Donde diablos
estas?
- En la ex plaza fin del mundo, leyendo. Respondo.
- Pero wueón, que mierda haces leyendo, con este calor. Oye,
estoy cerca de tu casa, te paso a buscar luego, pero ahora, ponle 15 minutos
más, porque no estay en tu casa pos, wueón.
- … y ¿con quién andai?
- Con mis compañeros de curso, pero fue una pésima idea. Ya
compadre. Te corto. Nos vemos en 15’.
Al momento que corto, unos niños, que vienen como un
ejercito de piratas, tratan de tomarse mi banca. Evidentemente no están en este
mundo, pero tampoco en el de los piratas, todavía no reconozco o descubro que
realmente son, pero veo que mi duda no los detendrá y mucho menos sus padres y
sus nanas. Dos mundos, completamente distintos. Si yo, estaba lejos del mundo
de esos niños, estos parecen ignorarlos, aunque sea por dos o una hora al día,
puedo comprender su cansancio. Un niño, que no debe superar la altura de mi
cintura, trata de amenazarme con una rama. Por un rato guardo a Belano y a Lima
a descansar de su intensa búsqueda y trato de unirme a su mundo. Sin querer caigo en el propio y
chocan estos dos mundos. Al parecer, el teniente galáctico, comienza a salir de
mi boca y toma el control de mi cuerpo, y mi mano, busca rápidamente mi escudo
de megnamita. Que es, solo un componente que se puede encontrar, en el planeta
Zhdertwilko, que esta ubicada, en la galaxia Fridnes. Conocida por tener dos
soles azules cristalinos en su centro, uno de los lugares más hermosos, que
conozco. Los soles cuando atardecen en sus respectivos planetas, dan unas
tonalidades calipsos, hasta llegar al violeta. La gracia de la Megnamita, es
que, es tan dura como el acero, pero liviano, como un cartón piedra.
Los niños, han tomado el 60% de la banca. Se han llevado mi
arma y aunque mi escudo sea de megnamita, un hombre solo, no podrá aguantar
tanto tiempo, frente a este gran pelotón. Pero mi caballería llega justo a
tiempo. Me tira un arma de fuego primitivo una capsulas de humo. Los niños son
llamados por las personas que están a su cargo y como quien deja en pausa el
juego y lo deja por otro, los veo alejarse. El flaco me dice que encienda los
cigarros luego, que me los pasó con el encendedor; después me pregunta que
hacía jugando con niños. – Naa, una vola. Le respondo.
La hora mágica empieza a imponerse, anunciando, que ya se
acaba la tarde, pero quedan 30 minutos o menos, para que esto ocurra
definitivamente. Pero son los últimos 30 minutos más hermosos del día y la
naturaleza cambia el color, para avisarte. Pienso en los niños, que veo sus
siluetas, en el fondo del parque. Jugando, escalando, riéndose y es imposible
no querer estar en este mundo. No querer estar vivo. Cambio rápido el
pensamiento, porque me encuentro cursi, fue demasiado. Miro por un instante a
los ojos de mi amigo, su ojos brillan, en un tono naranjo.
- Oye me acompañai, al zapatero, antes que cierren.
- Yapo. Le contesto.
Envidio un poco la vida cotidiana que tiene el flaco, en
esta ciudad y dudo, que algún día logre estar así, como dueño de casa.
Lo bueno de andar en bici, en esta ciudad, que puedes llegar
a todas partes en 15 minutos. Recorremos por la calle del hospital de la mayor,
hasta topar con Pedro de Valdivia, mucho antes de llegar a la esquina con
España. Hay una garita, junto a un paradero de micro, ahí está la zapatería del
flaco, cliente frecuente de su época punk de esplendor. Aunque el flaco, jamás,
dejará de ser punk, solo se desilusionó de los que también lo eran. No
estuvimos más de 5 minutos y quedaron para dos días más. Los postes, ya se
tomaron la noche y lo acompaño a su oficina. Andes con Av. Alemania, frente de
la petrogas que hay ahora. Deja la bici junto a un poste y saca la mochila. De
la mochila, saca una especie de pajaritos, pero que son de metal. Lo introduce
en una botella con bencina y espera que el semáforo de en rojo y pone play a su
teléfono. Es ahí donde ocurre la magia. Para los conductores que les toque perder
el tiempo en un semáforo en rojo. Tiempo muerto. Un tiempo de 1 minuto con 45
segundos contra reloj, que solo esperan en llegar antes a sus casa y seguir
perdiendo el tiempo, pero en sus casas, junto a sus familias. El flaco, hace
que no sea mortal la espera, solo
por unas monedas, solo si ellos quieren. El problema, es que los conductores lo
saben. El flaco hará igual su show, incluso, si en esa pasada no reciba nada y
toman esta información a su favor. El flaco recoge las chauchas que le dan y
viene al bandejón central, donde estoy yo y sus cosas. Me pide que le encienda
un cigarro. De su mochila, saca una botella de agua, donde toma un sorbo y me
convida. Las luces de los autos, se van trasformando, en una danza extraña,
donde todo se va sincronizando, el ritmo, los pasos de los peatones. La gente
que se baja de la micro, con la idea de ir a sus casas, pero se encuentran con
el flaco, haciendo una danza, haciendo figuras en el cielo, los pájaros de
fuego vuelan, los niños de los autos, cuando ven al flaco, se maravillan y por
1 minuto con 45 segundos, desechan la idea de ser doctores, o de ser
ingenieros, de ser detectives y solo quieren hacer lo que el flaco hace. Señor
del fuego. Guerrillero de la noche. Domador de Autos. Revolucionario. Después
de presenciarlo, nada es lo mismo y no me sorprende que quieran ser como él,
pero él, no lo ve así, solo intenta mejorar el día a alguien, por un periodo,
por un pequeño fragmento del día, de sus vidas y créanme, que cada vez que lo
voy a ver, cuando él trabaja, lo logra.
- ¿Cachaste quien estaba en el auto blanco?
- Ni idea, ¿quién wueón?. Contesto.
- Te acordai, de esta mina, como era que se llamaba…
- ¿quién, po?
- Esta, que estaba en el colegio, y que era de la generación
de tu hermano, una morena de ojos claros
- ¿la Josefina?
- No, po. La otra, la que quedo embarazada de este pelmazo,
¿cómo se llamaba él?, puta mi memoria esta como el pico.
- Ah, ya sé, de quien estay hablando, de la Paulina Zalazar.
- Si ella misma. Hace un tiempo que no la veía, ¿qué es de
ella?
- Creo que esta en conce. Estudiando psicología.
- Mira, que bueno saberlo. Cualquier día de esto, me da una
depresión.
El semáforo da rojo de nuevo. Prende fuejo y sale a dominar
a las bestias. En eso, siento que alguien me toca mi hombro y escucho “… y tu,
¿desde cuando que estas acá?”. No alcanzo ni a darme vuelta, cuando ya
reconozco la voz de la Romina. Quien se ve acompañada, por un tipo alto,
moreno, que no dice nada. Ella salta y me da un abrazo fuerte, como por todos
los días que nos habíamos dejado de ver. Sus ojos son tan negros, como la noche
y me es imposible no perderme en ellos.
- Yapo, dime. ¿desde cuando, que andai por acá?
- No sé, como unos 4 o 5 días. Respondo.
Su mano esta junto con la mano de quien la compaña, pero la
suelta, cuando me doy cuenta de esto. Este encuentro si que no me lo esperaba.
Los tres nos quedamos en silencio y si esto sigue así, solo terminará mal.
Rompo el silencio y saludo a su nuevo pololo, creo. Este me estrecha su mano,
fuertemente y solo me dice Eduardo.
- Si, cierto. El es Eduardo. Eduardo, el es Nico. Nos
presenta
- … y ¿en que andan?, les pregunto.
- No mucho, estábamos en el mall y ahora vamos para mi casa.
- Que bueno…
En eso llega el flaco, que termina y saluda a Romina y a
Eduardo. Ella nos pregunta que vamos hacer en la noche, respondemos que no
sabemos
- Oye y tu, ¿por qué no me has llamado?. La última vez que
estuviste, tampoco te vi. Cuado supe que estuviste, ya te habías ido. Mi mamá,
me ha preguntado, por ti y quieres que la vallas a ver.
- Si, es que he venido por poco tiempo, y se me hace corto.
Eduardo mira la hora y a Romina. Ella dice que es muy tarde
y se tiene que ir. Nos despedimos y me dice que valla a su casa, me da un beso
y los veo irse, por la vereda hasta desaparecer. En ningún momento, mira atrás.
- ¿cuál es la idea de mostrarte todos sus pololos?. Me dice
el flaco.
- No cacho. Pero pretende que la valla a ver.
- … y ¿vai a ir?
- No. Si quiere verme, que me valla a ver a la casa de mi mamá
- Pero tu sabí, que eso no va a pasar
- Tan seguro, de cómo la voy a ir a ver a su casa.
- Puta la mina rara, te anda diciendo que te quiere, pero no
puede estar sola. Já, es una perra. Disculpa
- Si esta loca. Yo no cacho, que onda, esto, fue totalmente
innecesario. Yo no tengo porque saber de todos sus pololos.
- Y ¿qué pasó con el otro?
- Ni idea.
Estamos una hora más y después, vamos al frente(bencinera),
para ver si le cenisillan las monedas. El flaco, llega con la suma de 6.440 mil
pesos. Me invita a tomar once a su casa. Paramos en la esquina de su casa a
comprar una bebida de imitación. En su casa, pasamos al patio a fumar un pito,
después su mamá, nos llama para tomar once, el flaco responde que enseguida. En
el pasillo, la Caro (hermana chica del flaco), le dice, que en el super, están
regalando frazadas de polar. El flaco me queda mirando, sin entender, y yo solo
me encojo de hombros, la caro insiste que es verdad y nos explica, que cuando
estaban comprando, los tipos, se lo metieron al carro, en eso aparece la tía, y
dice, es verdad, nos dieron las frazadas. Pero es imposible, reclama el flaco,
la caro corre hacia el comedor. La tía, nos dice, ya paren con las
especulaciones, a la mesa.
- Pero mamá, eso es robo, de seguro, el tipo que venía,
después de ustedes, las compro. Insiste el flaco.
- ¡Ya!, a la mesa. Nos dice la tía.
Ahí estamos, en la mesa junto a toda su familia. Los tíos,
la caro, la abuela del flaco (una anciana, que esta cerca del alzheimer, que
alguna fue cuica y que es seca, para el piscosaour), y la sobrina. El flaco,
pregunta por su otra hermana y le contestan, que está en su pieza y que esta
cansada. En la tele, dan una película de steve Seagal, donde sale pateando y
disparando a medio mundo, la abuela, pelea con su bisnieta, que no tiene mas de
un año, porque esta no la pesca. Luego, ella, comienza a llorar, porque no
quiere estar sentada, al lado de la abuela. La tía la sienta en su regazo y me
sorprendo de cómo alguien tan pequeño, tenga la habilidad de manipular a su
antojo a las personas. Después empieza hacer unos pucheros, por una rebanada de
pan, que ella no alcanza a tener. La tía, comienza a golpear sus manos, contra
la mesa. Golpea la mano derecha y la gira hacia la izquierda y luego a la
derecha, golpeando su mano izquierda, luego la mano izquierda, va hacia la
izquierda, y golpea la mano derecha, así sucesivamente, por una serie de
repeticiones, que esta como unos dos minutos. Me doy cuenta que estoy
pegadísimo mirando a la tía. Después veo al flaco, con medio pan en su boca,
que esta abierta, mirando a la tía. Aguanto la risa y lo golpeo, para que
despabile. Intenta no reírse. Comemos, como desesperados y nos vamos a su
pieza. Ahí le muestro unas imágenes una película, “ashes and snow”, una de las
películas más bellas y más pegadas, que he visto en mi vida, pero somos
interrumpidos por la caro, que nos deja a su sobrina, para que la miremos un
rato. El flaco se queja, pero la recibe. Toma a la cabra chica y la deja en el
suelo, junto a él.
- Un día de estos, me va a dar la wuea, y le cortare el
pelo. Le dejaré un mohicano y después se lo teñiré rosado. El flaco sonríe,
mientras le acaricia el pelo.
- Oye, tení que cuidarla y enserñarle, wueas bacanes, para
que no salga, como las típicas pendejas rubias, que había en el colegio.
- Concha su madre, no lo había, pensado. No wueón, eso no va
a ocurrir.
- Ojalá, porque tiene antecedentes y también, no quiero
verte después, en unos 15 años, celebrando un cumpleaños, donde está lleno de
pendejos, que están babosos por comerse a tu sobrina, y eso no es todo. Se
comen toda tu comida, se toman todo tu copete y tu, tení que levantarte
temprano y querí puro acostarte y estos wueones hacen ruido; y por último,
tratai de conversar con estos wueones, porque tal vez uno de ellos sea el
futuro pololo de ella y la conversación va a ser mas o menos, así: “… y tu,
¿qué querí estudiar? Y este te responde: no cacho tío. Creo que voy a ser dj”.
El flaco se ríe, mientras juega con la pequeña.
- Si, wueón, tenemos que impedir esto. Esa, es la peor edad
del ser humano, uno debería dejar de existir, a esa edad, y volver a los 17 u
18. Algo así. Si que yo cacho, que
cuando esta cumpla los 12, le pondré a Nietzsche y le contaré que Dios, no
existe. Yo sé, que no es lo ideal, pero por lo menos la pendeja, nos va a salir
más inteligente y le preocupará otras cosas. Después la mira y sigue jugando
con ella y le dice – Así me saldrás una mina súper inteligente y vas a tener
como 5 amigos nomás, pero serán los 5 mejores amigos que tendrás en la vida y
no necesitaras más.
- Amén.
La cabra chica se ríe sin entender nada y hace un gesto con
la cabeza de aprobación. La hora pasa y más tarde salimos, a fumar de nuevo. Me
comenta que va a plantar de nuevo, para septiembre y que lo que estamos fumando
ahora, es de la planta pasada. Seguimos así, por mucho rato, hablando de
mujeres, de ojos bonitos, de piernas locas, de mujer hermosa, de Pocahontas y
de tantas otras. De la vida, del futuro y la muerte. Recordamos a Ricardo, que
murió en el verano y de la situación tonta, que ocurrió. Nos despedimos y me
voy para mi casa. En el camino, recorro Av. Alemania, por todos los bares que
hay, yo hace años atrás, estaba en esos lugares. Ahora hay otro tipo de gente.
Tal vez, yo era otro tipo de gente. La luces van y vienen y mi celular suena
que me ha llegado un mensaje de la
Romina, que me dice que esta sola en su casa, quiere que conversemos, pero le
mando otro diciendo que no hay nada que conversar. Ella insiste y le digo que
salga en 5 minutos a la puerta de su casa. Ella está llorando y me dice que me
extraña. Yo solo le beso la frente y le digo adiós y creo que tenemos que decir
adiós definitivamente. No la puedo esperar, si es que ella no quiere esperarme.
La dejo atrás, no miro, porque si lo hago, esto lo estaremos haciendo mañana y
mañana, quiero irme a Licán, por unos días, a escribir, a beber, a fumar y si
todo sale bien… tal vez quien sabe. No quiero asegurar nada.
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