Ya
me desocupe con los labores hogareños que tengo. Ya almorcé y tuve tiempo para
una siesta, pero eso ya era mucho. Me aburro y veo la hora. 17:35 y ese
sentimiento de animal encerrado, surge de los mas primitivo de mi ser. Si que a
las 17:35 ya estaba aburrido. Siempre se a que hora estoy aburrido. Pequeños
tic’s que uno va adquiriendo. Estimulo mas estimulo a estímulos.
Pregunta/Respuesta. Problema/Preguntas.
Leo
un rato, pero no logro concentrarme. Afuera esta nublado y algo helado. Hay
vida. Gran ventanal. Gran vista.
Distracción.
Me
gustan los días nublados.
Me
abrigo y salgo en bicicleta, mientras Matana Roberts suena en mi celular y voy
recorriendo por O’Higgins hacia Caupolicán, mientras Temuco atardece. El
amarillo invade al gris por breves instantes y en el cielo naranja- rosa y
anochece. Sin rumbo, pero por reflejo sé donde voy y cuando me dejo de hacer el
wueón, manejo mas decidido y los autos empiezan aparecer al lado mío, a veces
compitiendo conmigo, con el de al lado. Consigo mismo. Contra el tiempo e
infinitas posibilidades. Todos me parece que están compitiendo y me siento
competidor, sin saber que estoy compitiendo en el acto. Finalmente, me voy por
las calles chicas y en Phillippi, con menos autos, llego donde Juan. Al
trabajo. No siempre esta poniendo piercing, para no decir la falta de clientes,
así es que dispone de tiempo, para poder echar la talla. Cuando entro a la
tienda. Mi tío Juan está sentado frente a un computador y me dice
-
¿Qué decí?
- La
verdad no mucho y ¿tu?, ¿cómo estuvo tu día?
-
Aquí, no mucho tampoco, puta… piola.
Hay
mas gente en la tienda, que va apareciendo entremedio de eso clientes y gente
que simplemente entra a cachar que wuea. En momentos me siento como en un
programa de la televisión, como si alguien, un tercero que nos ve. Que ves mas
que nosotros, pero que no ve todo. Eso es imposible y así el tiempo avanza por
carruseles de personajes y todo se vuelve azaroso. En un momento Juan me pregunta
si lo acompaño al semáforo y le digo que si, pero este me insiste que
tiene que pasar a su casa antes. Si que
nos despedimos y nuevamente estamos en la calle compitiendo. No sé por que
partimos por avenida Alemania a toda velocidad. Esquivando autos y tratando de
avanzar sin detenernos. Yo detrás de la bici de Juan, aunque a veces lo pasaba,
pero Juan era el guía rutero. Pasamos Francia y el escenario cambia, atrás
quedan los bares, los kebab, los locales y farmacias. El mall. Avenida Alemania
y el centro, todo metido en el mall. Nos vamos hechos un pico por el
subterráneo, tomando la bajada y la doble curva, pasando los autos en la recta.
La dificultad y la experticia se ponen en juego o así me siento, ya como si
fuera en una etapa de algún video juego de autos. Avanzando por la etapa.
Salimos por Inglaterra y la luz artificial de los estacionamientos quedan atrás
y nos metemos por España y luego damos con la casa de Juan, que en la reja nos
espera la Tonka (Pastor Alemán) y “taldito” un perro chico blanco a ladrarnos.
La Tonka para cuando ve que es Juan, pero el Taldo sigue ladrando y me ladra a
mi, hasta que yo entro en la casa. El perro me sigue ladrando a pesar de los
años, algún día Taldito (seremos amigos).
En
la casa aparece la Gabriela. Sobrina de Juan. Cuatro años, o va a cumplirlos,
no lo sé. Casarme seria mentir y con el matrimonio no se juega o esos dicen,
pero que se yo. Saludo a la Ofelia, hermana de Juan, en el living y luego paso
a la pieza a saludar a la abuela. Converso un rato con ella o mas bien ella
conversa conmigo y yo escucho. No es que no me interese, pero intervengo poco
en la conversación y va contándome que ya no es la de antes, pero que va a
estar bien, que se quiere mejorar porque quiere tomarse unos traguitos, pero de
ahí siento que se pone a la defensiva – no crea que yo tomo, que soy curá, mire
que yo tomo poquito.. y mire que no siempre. Si que no piense que soy así. –
Trato de hacerla entender que en ningún momento llegue a pensar en aquello y
trato de ser enfático en este punto y de ser lo mas positivo que se me pudo
ocurrir – ya se mejorará y va estar brindando.
-
ojala así sea. Me dice.
Pido
permiso para retirarme – Si, si. no se preocupe, valla nomás – Paso a la pieza
del Juan, donde esta ordenando las cosas para poder partir. Juanito me deja un
paquetito y unos papeles y me dice que me arme uno, si que eso hago, mientras
me habla de que le están creciendo las plantitas y que están creciendo
hermosas. Les tiene caleta de fe y amor.
La Gabi aparece de nuevo en la pieza con un libro gigante, que dentro de el
contiene unos cubos, que van armando diferentes imágenes y se pone a jugar en
el suelo y yo comienzo a jugar con ella, algo que esta inventando en el
momento.
Luego
de un rato Juan le dice a la Gabriela que va tener que ordenar, porque nosotros
vamos a salir. Ella le pregunta - ¿a
donde van a salir? – y este responde que a su segundo trabajo, que después
vamos a volver a jugar. Yo le ayudo a ordenar y partimos de nuevo. Pasamos por
un pasaje donde veníamos a jugar con mi hermano cuando éramos chicos. Vivíamos
a unas cuadras de donde vive Juan. El pasaje tiene a un lado edificios y en el
otro son murallas y un pequeño estacionamiento entremedio.
En
el estacionamiento, hay una pequeña estructura , donde tapan unos estanques de
gas y otras cosas de los edificios. Con mi hermano jugábamos a que era una nave
espacial, ahora fumamos pitos ahí de vez en cuando.
Los
edificios son bonitos igual, de chico me han gustado estos edificios. Son como
de los años cincuenta. Tienen clases. Son de otra arquitectura.
Al
final del pasaje una muralla larga hecha de piedras medianas. Mi parte favorita
del lugar y sin duda este espacio completo. Es una burbuja en todos los
sentidos.
De
ahí Hochstetter. Avenida Alemania. Una
invención de progreso de los últimos diez años y así vamos esquivando los autos
hasta llegar a una cuadra antes de Andes, una pequeña calle llamada Iquique, y
nos ponemos al lado de los estacionamiento de unos de los tantos edificios que
hay por el sector y nos ponemos a fumar el pito.
Luego de fumar, nos ponemos en el bandejón y dejamos las
bicis en un poste y un letrero y Juan empieza a preparar sus cosas. Los alumnos
del Camilo salen en masa de clases y están en todas partes. Juanito ya tienen
su poi’s con bencina y comienza a jugar en la calle un rato, alejándose de los
cabros que cruzan la calle, pero juega un rato y luego los apaga y me dice – de
ahí juego. Me dan miedo estos cabros chicos.
Nos fumamos un cigarro y conversamos de cualquier otra cosa,
nada relevante. Pero cuando ya se notaba menos gente, Juan se anima a pasar
para cuando de rojo en el semáforo. Yo por otra parte, ando con la cámara y
podría aprovechar de sacar fotos, pero prefiero observar en un plano mas amplio
primero. Juan saca un encendedor de su bolsillo y enciende los poi’s. De ahí
todo cambia. Juan tiene el fuego encadenado e ilumina. Toda la atención cambia.
el semáforo cambia a rojo y Juan sale hacer su rutina, que la tiene mas que
calculada. Los autos van llegando de a poco, se van deteniendo y al igual que
sus vistas ante Juan, que va haciendo figuras en el aire y dando vueltas,
mientras todo tipo de vehículo y de gente transportándose en ellos, de vueltas
a sus casas y Juan bailando, mostrando su dominio, mostrando algo. Diferente a la
espera y ansiedad del semáforo y Juan termina su rutina con una reverencia y
trata de apagar los poi’s, pero no le resulta, si que solo los balancea, casi
como en de actitud, desafiando. Alguno que otro le suelta unas mone’as, pero la
mayoría no.
Al lado donde estoy yo, se forma la hilera de autos que
esperan la fecha para doblar por andes, hacia San Martín, aunque en su mayoría,
colectivos. Me fijo en la gente del colectivo, por lo general se les ve el
rostro, por el reflejo de las pantallas de sus celulares. Se les ve mas agotado
que los que van en micro, pero creo que debe ser solo la sensación de la
iluminación. Los coletos, van con la luz apagada en su interior y eso es lo que
hace la diferencia; no como el de la micro. Total iluminado, pero que sé yo,
pero eso para ser mi sensación y criterio.
Juan llega donde estoy yo – ya con los poi’s apagados – y
vuelve a ponerle mas bencina. En eso me comenta que no le ha salido nada bueno
en el mp3, que ya le tiene que cambiar de repertorio. Yo aprovecho de sacar la
cámara y mi amigo comienza a jugar a un lado contrario de la pequeña separación
de sentidos de las calles. El y los colectivos y esta vez comienza a jugar de
forma mas libre y yo atino a grabarlo y a veces saco fotos, pero me cuesta un
poco soltarme. Ya he estado en esta situación ya varias veces y como sacar una
foto o capturar el momento, que no haya hecho antes. Encontrar el momento,
observar a través del lente, mas que disparar, precisión, como la de un
francotirador. Como un halcón, pero no lo encuentro. Me distraigo y me muevo.
Voy observándolo todo y trato de capturar el momento de esta intersección,
donde pasan muchas cosas.
A un lado hay una bencinera y cada cierta hora se llena,
serán como unos treinta minutos, hasta que queda media desierta, por no se por
las personas que van a comprar al mini market, cualquier cosa, que desde acá no
puedo asegurar nada y todo lo llevo a pequeñas historias. Imaginación de
microsegundos, que dejan de interesarme por otra cosas mas llamativa. A veces,
solo me gusta observar como circulan por el espacio. Algunos autos se ven
maravillosos y dramáticos por la luz cenital y blanca que cae del techo de la
bencinera y justo al frente un quiosco, mantenido por la misma persona, desde
que tengo recuerdo. El último sobreviviente del progreso. Donde aparecen puros
personajes a comprar y quedarse su rato conversando con el viejo. No muy
distinta a la relación que tenemos con Juanito. Salvo que mas viejos y tal ves
en que andemos a esa altura de la vida. La verdad es que no me espero nada.
Nunca pude verme “en algo” realmente, como un máximo. Un ideal. Me quedo en el
presente y hasta ahí llego. De eso me preocupo. De observar y en eso se me va
la vida y en lo cuático de encontrar a otro observador. Ese segundo, donde la
miradas se encuentran en medio de trayecto y velocidad y el solo hecho de
cruzar miradas, es un evento poderoso. Intenso. Fugaz y eterno, como en el ojo
de un huracán. Todo se mueve a mi alrededor, miles de energía y vida y Juan
atrayendo con fuego y la baliza de los pacos me saca de lugar y solo pasa. Este
es el sexto que pasa, desde que llegamos. Me están llenando de pacos, Temuco.
Siento o creo hacerlo, de cómo afecta en la gente, ya sea
para bien o para mal. Nadie es ajeno. A mi no me gusta. No es gratuito la
sensación de estar en contra. De ser paquiado.
- Pacos culiados. Wueón. Me dice Juan, mientras se acerca. –
Están por todas partes.
- Si wueón. Pero yo creo – contesto – que el helicóptero
esta demás
- Claramente están exagerando estos wueones, como si los
fueran a pillar a alguien
- A quien van a pillar… Digo yo.
- ¿a quién van a pillar?. Insinúa Juan.
- A quien po
- A nadie
- ¿A nadie?
- ¡A nadien!. Grita Juan, mientras hace un sonido, como el
que hace el perro en el doghunter, luego de capturar al pato y vuelve a gritar
aun más fuerte y enciende de nuevo sus poi’s y se pone a jugar en el lugar – se
puso helado- me dice.
- tsss… dimelo a mi – le contesto – por ultimo vo tení
fuego.
Juan se ríe – ya oh. No sea’i envidioso, wueón.
- Mira. Cacha –le digo, mientras le acerco la cámara.
- Están buenas
- Estaba probando con larga exposición, pero le he estado
cachando lo del tiempo.
- demás, están piola, las que vi, por lo menos.
- oye hablando de piola – le comento- hay visto a la puli
Fernández
- Sí. Me contesta Juan –La semana pasada de hecho, ¿por qué?
- Naa.. que en la tarde estaba whatzapeando con marcelito y
me manda una foto de ella
- … y ¿que tal?.
- ¿cómo que, que tal? – respondo –vo debería’i saber que tal
- ¿por qué la vi?. Me dice despreocupado mientras juega con
sus poi’s.
- obvio po.
- Puta… es que yo no he visto la foto y sonríe cuando
termina de decir la frase.
Saco mi celular del bolsillo, mientras marco los cuatro
dígitos de la clave y voy a la conversación que tuve con Marcelo, hace no más
de tres horas atrás. Donde él me habla de ella y me envió una par de fotos, las
cuales se las muestro a Juan.
- a ver –dice Juan y hace un gesto con su cabeza, para que
me acerque. Si que eso hago, y trato de mantener una distancia prudente, pero se
apaga la pantalla – pasá pa’cá mejor – dice.
Lo vuelvo a desbloquear y se lo paso a Juan, mientras sigue jugando con
una sola mano.
- Mira. Dice Juan – yo no había visto estas fotos.
- ¿y? – pregunto. – Que tal… porque a mi me parece que está
como quiere… o ya no está así.
- Ehm. Responde y examina la foto, mas detenidamente.
- yapo.
- … puta si… así mismo esta.
- y ¿qué wuea?
- ná po. Está como quiere.
- … si eso lo sé, pero, por qué las viste
- Se fue a ponerse unos piercing pos, viejars
- demás po, Que sufrimiento
- no para nada. Uno fue en la oreja y el otro en el ombligo
Rió
- Lo decía’i por mi?. Se rié.
- Obvio que si. Si ni sabía donde.
Enciendo un cigarro y me devuelve el celular y comienza a
contar de que fue a la tienda, hace como una semana. Con su hijo, que ya tenía
o iba a tener tres años. Que era súper inquieto y preguntón, pero que eso era
bacán del cabro chico; que del momento de hacerle el piercing en la guata, la
había sufrido – wueón, tenía una güatita- Juan se toma un tiempo – en fin – se
interrumpe – La cosa es que la Puli me pregunta si tengo una mano. Le digo que
no. Si que pesca el teléfono y se pone a mandar mensajes como loca, hasta que
lo logra. Si que, cuando terminamos, mi socia me dice que tiene que ir a sacar
plata al cajero y vuelve… y bueno, volvió, me pago y se saca un pito la loca.
Si que fuimos al inframundo y ahí tuvimos un tiempo para ponernos al día.
- Mira. Buena si po. Contesto- que bacán que este bacán.
Buena volá
- si loco.
- … y hablando de locos y ¿el longi?
En ese instante nos interrumpe un tipo, que al ojo yo dría
que tendrá un par de años menos que yo. Que nos pregunta si están pasando los
“diecisiete” (colectivos). Juan le constesta que si, que al frente debería
tomarlos. El se queda sin reaccionar por unos segundos, como si estuviera
procesando la información que recibió y nos da las gracias cordialmente y se
queda al lado de nosotros, esperando la luz verde de peatones, para poder
cruzar. Lleva unos pitillos y una parca
que tiene el cierre lo mas arriba, de lo que le permitía. Juan me pide un
cigarro y apaga lo poi’s, pero solo le pega un par de quemadas al cigarro y me
lo devuelve excusándose de que no quiere fumar uno entero y vuelve a encender
los poi’s.
- y de, ¿qué estábamos hablando?. Me dice Juan.
- Del inframundo. La Puli y el Martín.
Juan contesta con un simple “ah” y comienza a jugar de nuevo
a jugar y hacer pequeños loops al aire. El tipo vuelve a interrumpir y esta vez
le pregunta directamente a Juan, si es que el conoce algún lugar donde hacer
taekwondo y este al responderle con una negativa, me sorprende dirigiéndose a
mi y yo solo atino a negar con la cabeza, mientras aspiro cáncer.
- Es que yo pensé que
hacia’i teakwondo. Dice él.
- No, para nada. Responde Juan – La verdad es que no, pero
igual estaría interesado. Si igual de una forma u otra, se parecen. Si igual
hay unos ejercicios con la katana y otras armas, que logran el mismo movimiento
circulares. Con respiración y otras cosas que se asemejan a esto, por que no.
- Si… si igual tienen una cosa media budista. Al final, todo
proviene de una cosa, así…
Todos nos quedamos en silencio bajo ese farol, donde todos
nos veíamos cansados y las sombras de la cara, mas parecidas a una máscara,
pero en particular él. Sus rasgos son duros y de ojos saltones. Negros. Duros.
Sinceros. Por momentos inexpresivo y sus movimientos son casi nulos y guarda
cierta distancia, mientras habla de que la gente puede ser peligrosa y ya en
esta parte era un monologo - … si po. Hay que tener ciertas preocupaciones. La
gente… la gente puede ser mala. Porque es propio del ser humano, pero igual a
medida de la evolución… ehm, como se dice. Los humanos han aprendido cosas. La
importancia de la vida, que la sociedad ahora no quiere que veas. Que enfermes.
Quieren que uno este así… quieren que uno consuma. Consuma de la apariencia y
nos ponen miedo y así ha sido siempre, porque el ser humano es malo. Nos
quieren lejos de los sabios… y si lo pensa’i, todos al final hablan de lo
mismo. Buda, Mahoma, Jesús. Vivir con sencillez. No ser malo. Convivir,
respeto, amar… Si yo creo en la evolución, porque la evolución es real. Hay
huesos por todas partes. Eso no se puede negar.
- Silencio -
Juan se aburre y se pone los audífonos y se va un poco mas
allá, con mas espacio y con la disposición de pasar, cuando tenga la
oportunidad. El loquito queda en silencio por un rato. Su mirada fija al suelo,
mirando quizás que cosa, pero luego me mira fijo a los ojos.
- Eso es cierto o ¿no es cierto?. Pregunta
- Si po. Contesto con un sentimiento de duda
- si po… a veces no escuchamos a los sabios y nos hacen
creer que no pertenecemos y nos alejamos de la verdad y te vuelves ciego y
enfermo… ¿tu hace cuanto que fumas?
- No sé, como hace siete años.
- … y de seguro tomas y fumas de lo otro… pero claro. Como
cualquiera que pudo tener tentaciones y caer en el vicio. El vicio… uno se
aleja… se deja de amar y el vicio y el vicio. Vicio. Vicio. Vicio. El vicio y
seguí, seguí, seguí, hasta… yo… yo… yo, pero no. No. No. No… yo no.
Silencio.
- No. Yo no. – continua- No mas. Yo caí. Tuve malos amigos.
Pero yo no más… no quiero. Hay gente mala. Tienen esa energía. Todo negro.
Ellos no quieren y todos son así. Te atacan, te atacan y te atacan por todas
partes y te asfixian… No te dejan pensar. Son malos… yo no. No, no no. – Cada
vez se le va quebrando la voz y el ultimo no, casi no suena. Sus enormes
ojos.se cristalizaron y mira fijo al fuego. Algo se quiebra en él. Queda en
silencio. Se abstrae. No está aquí y sin despegar la mirada del fuego, me dice –
se puede… yo fui egoísta y no pensaba en nadie y hice mucho daño, pero ya no.
Ya no… nunca, pero nunca más. Hay que estar tranquilo, sin problemas. Ya no
quiero absorber esa energía (pone cara y tono de asco). Queriendo. Queriendo a
uno. A la tierra, a la cosa insignificante. Todos somos importantes. Todos. Sin
el otro, uno no puede existir. Por eso hay que cuidar y no destruir el entorno…
todo en el fondo y en las estrellas y en la galaxia y más allá… incluso de lo
que desconocemos. La gente no quiere saber estas cosas y cada vez son mas, pero
nosotros igual mas. Mas y todo viene de algo y de ahí provenimos todos y
podemos conectarnos de varias formas… La vida es difícil… hay que pagar.
Todo…Ya me tengo que ir – me da la mano – cuídate. Ustedes no son malos. Malas
personas… Lo vi en sus corazones… Me escucharon, conversamos, ¿quién hace eso
ahora?. Es una pena.
Lo veo cruzar la calle, pasa por delante de Juan, pero en
ningún momento hace o trata de hacer contacto con él. Como si no estuviera y se
pone en el paradero de la esquina. Lo vi sentarse un rato y miraba a todas
partes. Siento que esta incomodo y luego lo veo irse. Alejándose de a poco,
mientras camina por Andes hacia el norte, con las manos en los bolsillos. Con
culpa. Con paranoia.