Desperté tarde, ya eran casi las dos de la tarde y afuera se raja lloviendo. El día esta completamente gris y todo. Todos carecían de sombras, lo que a mi, particularmente me agrada. Los colores son mas fuertes y queda en un perfecto equilibrio en el espectro.
Salgo
en calzoncillos al balcón de mi departamento. No hace frío. Me alegro y
enciendo un cigarro, mientras me fijo en lo que ocurre a mi alrededor, desde lo
alto. Hay un taco, pero nadie está desesperado por llegar donde tengan que
estar. Probablemente toda la ciudad debe estar así. La gente inútilmente lleva
paraguas. Tienen el paso firme. Hora de almuerzo y con lluvia torrencial, así
están las cosas y yo gozando. Soy un privilegiado. No hay nada mas hermoso que
ese sonido, el de la lluvia golpeando techos de zinc. Termino mi cigarro y voy
a ducharme. Me despreocupo porque tenía el almuerzo de anoche. En la ducha me
llamaron dos veces seguidas. Lo sé porque me lleve el celular al baño, para
poner música y este paro dos veces, para que lo interrumpiera el sonido de un
pato que tengo de ringtone. Siempre me da un poco de risa cada vez que me
llaman. Pero me gustan los patos. Me caen bien. Sus graznidos no producen eco,
o eso escuche alguna vez y de ahí los patos pa’rriba.
Me
visto.
Como
solo.
Veo
el computador.
Reviso
todos los diarios y leo muy poco las noticias. Algunas me llaman la atención,
pero nada con profundidad. Solo para poder especular, en cualquier ámbito de
alguna conversación.
Facebook
por tener algo abierto.
Tumblr.
Para naufragar.
En
eso me llega un mensaje por whatsapp. Una amiga me dice que esta en Temuco,
pero que va a estar por un día. Que nos juntemos con el Rafa en la noche. Respondo
“cuenten conmigo”. Me alegró el mensaje. La Flaca es una amiga de kínder. Se
casó y no la veo de hace un tiempo. Por una parte me parece cuático que se haya
casado a los 24, pero bien. Bonito. Siempre ha sido media serpenteada nuestra
relación, mas bien porque nunca nos pillamos o nos pillamos muy poco. Hasta
hace poco ninguno de los dos vivía en Temuco, hasta que volví.
De a
un rato me acuerdo de las llamadas perdidas, pero eran de un número
desconocido, si que no le presto importancia.
Voy
a la cocina y pongo el hervidor y busco manzanilla en el desván. El agua ya
listo, pesco mi taza y voy al escritorio de mi pieza. Que es grande y tengo mi
propio balcón. Tengo una vista este – sur de Temuco. Vuelvo a lo mismo en el
computador. Exactamente los mismos pasos, mañas adquiridas a través del tiempo
y mi relación con el internet. Pongo música esta vez y todo se baña en Miles
Davis, por excelencia. De esta última parte he escuchado mas jazz que nunca.
Simplemente deje de alternar con otro estilo. John Coltrane, Charles Mingus,
Archie Sheep, Thelonius Monk, Oscar
Peterson trio, The Modern Jazz Quartet, Glen Miller, Chet Baker, Charlie
Parker, Bill Evans, Sidney Bechet, Louis Amstrong, Duke Ellington, Dizzy
Gillespie, Dexter Gordon, Sonny Rollins, Nina Simone, Ella Fitzgerald, Carmen
McRAE, Billie Holiday y a cuantos otros que tengo en el compu que solo escucho,
sin saber quienes son.
Jazz.
Me hace más sentido con Temuco. Con la manera de procesar mis ideas. Con ritmo.
Con mi ritmo. Con el tiempo. El tiempo. Tiempo. Nada estático, aunque la
fotografía es mas que una ilusión y tiene movimiento. Nada tiene que ver con
metas. Victorias. Cambios. Solo el continuo y azares de otros continuos. La
existencia toma un flujo a baja escala, sin poder percatar, algo parecido a las
transiciones de imágenes de galaxias, que tanto estamos rodeados.
Suena
el graznido del pato. Contesto el teléfono. Era para una pega y me cita a las
cuatro y media en el centro. Digo que si. Se disculpan conmigo por haberme
avisado tan encima. Que me habían tratado de ubicar, pero que había sido
imposible. Les digo que no se preocupen y miro la hora en mi celular. Tres y
media. Una hora, todo tranqui. Les digo que ahí estaré. Cuelgo y miro hacia
fuera. Sigue lloviendo torrencialmente y vuelvo a mirar la hora tres y treinta
y dos minutos. Miro a mi alrededor de mi pieza y saco un cigarro y mi té de
manzanilla. Estoy un rato en el balcón. Termino de fumar y mi manzanilla
reducida a más de la mitad. Entro y veo mi armario. Tengo 3 o 4 chaquetas, pero
siempre ocupo una. Siempre ando con la misma ropa. Busco mi paraguas. De esos
chicos que aprietas un botón y se estiran. De los más bacanes e inútil de los
paraguas y salgo a morir pichichi.
A
las cuatro y media ya estaba en el lugar. No me tomo mas de quince minutos. Si
que estaba hace un rato en el centro. Pero recorrí por partes que no había estado
hace unos par de años. Era una oficina mas o menos chica, que quedaba en un
segundo piso. Me atendió un tipo, un par de años mas que yo y me comienza
hablar sobre la productora y el tipo de pegas que están haciendo, un discurso
de memoria, que probablemente se lo dice a todo el mundo. Incorporado.
Robótico. Atrapado por el discurso. En un momento lo interrumpo y le digo que
cuente la firme. Me dice que es algo momentáneo. La idea es hacer un video
institucional a una productora de eventos, algo con caballos y la SOFO. Ya para
estas altura, estaba más preocupado de los recortes de diario que habían a un
lado de la pared. Tres jornadas y una posible retoma. Trabajaría de eléctrico.
En eso me pregunta si es verdad que arriendo mi cámara. Instintivamente respondo
que sí. Luego se enreda con la historia y de cómo iba a quedar el producto
terminado. Me dice que si le arriendo la cámara, me pagaría en total disiento
cincuenta lucas. Pregunto por la fechas y el me responde que serían mañana
viernes, sábado y domingo. Después de ordenar mis ideas, pregunto y esta debió
haber sido mi primera pregunta, ¿cómo chucha supieron de mi?. El me contesta
por “el Sergio” y para en seco. Yo lo quedo mirando con cara de “quien chucha”
y el atina a decir “Sergio Ramírez”. Busco en lo más profundo de mi cerebro,
como cuando con un control mantienes la flecha de abajo apretada y en la
pantalla y el icono que indica, en que posición estas, está pegada abajo y hace
un salto, como si estuviera fallando. Todo esto, en un momento. Un respiro.
Microsegundos y logro conectar a Sergio Ramírez y se abre una nuevo esquema, a
toda una información y respondo con un simple. – Si, Sergio Ramírez… Si bueno,
el nos dio tu datos, porque de hecho, él es parte de la productora y en este
momento se encuentra fuera de la región. Bla, bla, bla. No sé en que momento,
pasaron tres horas y les digo que si me pueden llamar, porque tengo unos
compromisos, pero que no eran urgentes, pero quiero ver la forma de poder
correrlos. –Si no hay problema. Me dicen.- nosotros te llamamos en la noche…
este es tu número, o sea al que te contactamos.
No
sé si me está wuebiando o este es wueón. Le contesto muy cordial que si – ese
es mi número. Nos damos la mano y salgo.
Música.
Cigarro.
Paraguas.
… y
camino para la casa. Afuera puedo respirar mas tranquilo y más en calma. Dejo
de llover tan fuerte, a algo mas normal.
La
gente ya empiezan a llenar los bares de la avenida Alemania, a pesar de ser
Jueves, pero a quien le importa, con tal de salir un rato de la rutina.
Al
llegar a casa, mi mamá me pregunta donde andaba. Le contesto simplemente que
estaba en una reunión, pero le resto importancia, para que mi mamá no se haga
ilusiones de alguna esperanza de trabajo. Ella me dice que esperemos a que
llegue mi hermano, para que tomemos once. – No hay problemas – contesto y me
dirijo hacia mi pieza y me saco la ropa mojada y me pongo los viejos pantalones
de buzo del colegio y un chaleco regalón.
Mi
hermano aparece una hora mas tarde. Sus ojos hay rastros de cansancio y anda,
ya casi con energías. Tomamos once los tres, mientras vemos las noticias,
tranquilos, hasta, ya casi al final donde el canal muestra fútbol y ellos
tienen una pequeña discusión. Para mi madre, ya era suficiente fútbol para esta
semana y le pide que cambie de canal. El le dice que solo es un segmento y que
además somos fieles a TVN, que si la cambiamos, nos íbamos a perder las
regionales. Yo la verdad no le encuentro el sentido a esta pelea que tienen
casi todos los días, a esta misma hora. Cuál será la idea de molestar al otro.
En ese instante, la flaca me whatzapea y me dice que no se va a poder juntar
con nosotros. Le pregunto el por qué y ella me manda una foto, donde se su cara
hinchada con puntitos rosados en la cara. La verdad es que a mi me da risa y le
escribo que no importa, que ya no tiene que impresionar a nadie, que ya esta
casada. – jajaja – responde ella, junto con un “maldito” – aun tengo amor
propio. Dejémoslo para la otra.
Ok.
Para la otra será.
Me
desanimo igual, tenía ganas de verla. Pero así son las cosas con la flaca,
pasado un rato, me llama el tipo de la productora, para saber si había podido
correr mis compromisos. A esta altura, ya me da lata trabajar el fin de semana.
La plata es mas bajo de lo que debiera, pero igual es plata que no tengo.
Finalmente le digo que se me hizo imposible correr los compromisos, aunque le
pregunto si va a necesitar la cámara y este me dice que me responderá mañana.
Luego
reviso unos documentos en Word, que tengo en el computador. Viejos proyectos,
ideas, borradores de posibles guiones. Todo me parece mediocre.
Había
uno que era una copia/homenaje a nueve reinas, que le había titulado “la Gran
Harry”. Alguna vez pensé que podría ser bueno. Ahora no le veo sentido, pero
que tiene sentido hoy en día.
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