Mi
capacidad creativa murió el día, en que se fue mi gato. Ahora peleo por intentos
de escritura. De poder juntar palabras o de formar una oración. Mi mente, lejos
de estar en calma, consigo mismo, lejos de todo eso. Carente, ausente. Muerto.
Respiro
con mas calma, que se mimetiza con las calles vacías y del sonido de fondo de
una llovizna sin fuerzas. Camino por avenida Alemania en busca de algún lugar
donde me vendan cigarros. Mi reino por un cigarro.
Las
luces bañan la calle, dejando una mezcla de colores, difusa. Errante. El poco
olfato que me va quedando, reconoce ese olor a tierra mojada, entre el humo
imperante, pero que se le puede hacer. Una bencinera de estas, con luces del
futuro, está todavía abierta. No hay movimiento. El bombero esta durmiendo en
un asiento junto a una barra para comer, contiguo a un gran ventanal que da la
conexión entre el negocio (mini market) y la bencinera per se. En un mesón, una
chiquilla no más de veinticinco a treinta años. Aburrida hojea el diario, ya de
ayer, mientras de fondo suena el típico bajo, de casi todas las rancheras.
Tun–tun-tun/tun-tun-tun y así por todo el tiempo que estuve allí. Como un
mantra eterno, que es la existencia misma. Pido mis Philip Morris, rojos de
siempre. Ella sin algún interés en mi, me los da. Soy otro más, un numero
irregular (eso es lo que creo), un da lo mismo que a un cero. Su vista
pareciera en el diario, pero abstrae su mente y pienso que debe estar pensando
que odio ese lugar, a mi y al bombero durmiendo en la barra.
Saldo
de la bencinera y la llovizna ya no está. Un poco inseguro me alejo de a poco,
muy lento. Miro para atrás y sigo viendo al bombero durmiendo. Tranquilo bajo
ese tun-tun-tun/tun-tun-tun eterno. La escena visualmente me parece bonita,
algo tranquilo, vulnerable. Enciendo el cigarro y comienzo a vivir de nuevo.
Camino solo de vuelta a casa. El frío me exige andar mas rápido. Todo está
quieto bajo el naranjo del pasado y da cierta nostalgia acogedora, pero no es
mas que una ilusión, que todavía no se corrompe del todo.
En Hochstetter
con San Martín, veo que hay un alma caminando, otro vampiro. No presto mucha
atención y sigo caminando, hasta que oigo un chiflido. Uno que yo conocía. De a
poco el murciélago aparece ante mi como vampiro y resulta ser el “Fla”.
–wuena
wueón. Me dice, mientras nos saludamos y
nos abrazamos, como negro rapero - … y ¿en qué esta’i?. Pregunta
-
Había ido a comprar cigarros a la Shell
-
(e)M(e) B(e)… dice el Fla, mientras levanta el pulgar.
Yo
asiento con la cebeza, con cara de despreocupado.
-
Entonces, ¿compraste cigarro?. Vuelve a preguntar el Fla
- Si
compre. ¿querí uno?
- ya
que insistes, dale.
Le
ofrezco un cigarro. Este se demora un poco en sacarlo, hasta que saca uno, pero
fue una decisión. Luego me pregunta para donde camino y le respondo – pa mi
casa – El fla vuelve preguntar si estoy ocupado y ante mi negación me pregunta
si quiero fumar. Respondo con un gesto de afirmación con la cabeza, pero este
agrega que tiene que ser en su casa, así que partimos a su casa.
En el
camino, me cuenta que viene de tomar con unos amigos, pero ya había sido mucho
y que tampoco le quedaba dinero. Un clásico. Bajamos por San Martín, hasta los
blocks, que hay en Andes. No sé con exactitud cual de todos, pero entramos y
subimos hasta el tercer piso. Abre la puerta y me dice en voz baja – pasa
nomás. Lo primero que damos es con el living comedor y por el pasillo lo sigo a
la segunda habitación frente al baño. – Mira está es mi pieza.- No era tan grande, pero cabía una cama y un
pequeño escritorio. – Las cachaste a estas. Me dice, mientras corre una puerta
de su closet, donde la mitad de este la compartía lugar, entre sus plantas y su
ropa. Estamos con la luz apagada, pero todo se ilumina con esta luz. Parecía el
cielo. Olía como el cielo – La verdad, es que no me acuerdo como se llaman –
continua el Fla. El departamento esta en silencio y la pieza de al lado todavía
tiene la luz encendida a pesar de la hora. En eso enciendo la luz y el Fla se
despide de sus plantas. Luego recorre su pieza, algo torpe, y busca entre sus
cosas y saca un frasco, detrás de su escritorio y comienza tijeretear un
pomponcito y se arma dos caños. Posteriormente me dice que prefiere que fumar
afuera y lo sigo a una plaza grande por ahí. Nos sentamos en el respaldo de una
banca, la cual secamos con nuestros polerones –ahora sí – me dice mientras
enciende el pito.
- La
media suerte encontrarte. Le digo.
- La
media suerte, que tenías tiempo.
- Tu
sabí que soy un hombre con mucho tiempo.
- …
y mucha suerte. Me contesta el Fla.
Ahí
el Fla, me cuenta los rollos que tiene ahí en el depa, junto con las personas
con las que vive. No tiene tantos roces, pero que ya lo tienen aburrido y dice
que tiene pensado virarse, aunque ambos sabemos que son palabras al aire. Todo
esta tranquilo, todo esta muy quieto. De la nada aparece un perro y se pone al
frente nuestro y se acuesta en el suelo a observarnos. El Fla comienza hacer le
cariño.
-
Buena, Magnus. Dirigiéndose al perro y luego a mi – Te acorda’i de este?
-
Este no es el perro de Pajarito. Contesto algo dudoso.
- Si
po, pero ahora este, vive como en tres casas. La gente lo aloja cuando llega a
ciertas casas en las noches, pero la mayor parte anda por algún lugar de
Temuco.
-
¿¡La dura!?. Contesto sorprendido – la zorra igual. Me detengo a observarlo y
continuo- ahora me acuerdo que el Magnus, lo iba a ver al colegio, en los
recreos y que pasaba mucho tiempo en el colegio, se paseaba por el patio y los
pasillos, mientras no lo pillará algún inspector.
-
Así mismo era y ya para fin de año, el perro ya era parte de la fauna y del
espiritú cheytoriano – El Fla me hace un gesto de flaite con la mano y continua
–este es el Magnus.
-
Oye pero este no andaba con otro perro. Le pregunto.
- Si
po. Con el café, pero a ese atropellaron como hace un año y de ahí que anda
solo de nuevo.
-
Cuáico igual, esos perros nunca se juntaron con ningún otro.
- No
po, yo cacho que está muy viejo, como para empezar a conocer a otros wueones.
-
Demás po. Contesto.
De
ahí nos callo la brisa y el cielo se puso cuático, las nubes pasan muy rápido.
El único movimiento eran la de las nubes y la parte superior de algún árbol
grande, todo lo demás esta inmóvil, salvo nuestros brazos al pasar el pito.
Después tuvimos una pequeña conversación sobre los chanchos y como deberían
ponerle luces de fosforescentes y dejarlos correr en las noches. Que son los
tanques de los animales y el Fla me cuenta sobre un video, de un tipo que le
disparaba a un chancho en la cabeza y este no moría. La bala le rebotaba y le
quebraba un diente al tipo. Nos cagamos de la risa. Tratamos de reírnos lo mas
bajo posible. Me sigue contando que esto pasó en Villarrica. Lo trato de buscar
por el celular y lo encuentro, pero el video carga muy lento, si que no vemos
el video. Comienza de nuevo la llovizna y ya era más tarde. Me despido del Fla.
Nos prometemos encontrarnos de nuevo, pero se lo dejo a la suerte. Pongo Sonic
Youth y comienzo a caminar deleitando la música.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario