martes, junio 16, 2009

Capitulo 1: De Vuelta

El silencio vuelve a mi como la lluvia al invierno, las hojas ya no soplan y la foto en blanco y negro esta tirada. Mojada. Olvidada, como muchos, como yo.
Ahí estaba como si nunca me hubiera ido, como nunca y todo fuera nuevo. Esa sensación de pertenecer y no a un lugar. Es todo el movimiento a mi alrededor, lo que necesito apreciar -justo en ese momento aparece un camarero- ¿qué se va a servir señor?, Algo distraído o atraído por otra cosa.
- Ehm, un capuccino.
- ¿algo mas?.
- No, tráeme eso por ahora.
La gente pasa, circula a un ritmo particular, que no he podido encontrar en otra parte. Juego a reconocer caras, nunca fui popular y es por eso solo me miran como diciendo “yo te conozco”, no me importa, la verdad nunca me importó, tampoco quiero hacer vida social, no por ahora.
Me da risa el diario local, lo amarillista y mentiroso que pueden llegar hacer, pero claro siempre hay periodistas jóvenes que agradan la tarea de leer e informarse. Bebo mi capuccino mientras leo sobre una pelea entre políticos locales, para variar discutiendo sin ningún fundamento y dan vueltas ideas con palabras elevadas, me dan pena y risa a la vez.
- ¿Ernesto?. La voz me suena bastante familiar
- ¿Jajá?
- ¡Wn!, pero… ¿cuándo?, ¿cómo?, Por qué?, ¡Maldito imbécil como no avisaí!, ¡Pero wn!, como…
- Ok, jajá, yo también me alegro de verte, pero mira… todo, mmm… porque no mejor te sientas. Te invito un café y trato de responderte todo
- No, es que…
- Es que, que. Vamos jajá, ¡hace tiempo que no nos vemos!
- Es que no ando sola y tampoco ando con tiempo
- Pero vamos… y ¿con quién andas?
En eso suenan unos paquetes caerse al suelo justo detrás de mí
- ¿Ernesto?
Al oír esa voz, fue inevitable no viajar en el tiempo. Es inevitable recorrer varios momentos. Luces. Música. Olores …
- ¿Ernesto?
Giro para descubrir lo obvio, como se podrá descubrir lo obvio, cuando lo obvio es obvio, y la subjetividad da pasos firmes como avisando.
- ¿Romina?
- Pero… ¿cómo? ¿desde cuando?
- En eso estaba, pero le dije a la jajá, que le invitaba un café para ponernos al día
- Si po y le dije que no andábamos con tiempo
- Sí, es que…
La interrumpí.
- La verdad no me interesa, vallan hacer lo que tengan que hacer, y cuando terminen pasen por acá, si es que estoy hablamos con mas calma, no sé con un café o algo.
Suena el celular de la jajá
- ¿Aló?, sí, si… ¿ahora?
Por un momento nos dejamos de mirar y jajá fue la atención, sonó como urgencia , malas noticias
- No, claro, ok… y ¿hace cuanto?. No en una hora yo creo, ok nos vemos
- ¿Qué pasó? – Romina.
Con un tono de nerviosismo
- No, nada Romina. Continuemos mejor, se nos va hacer muy tarde
Ellas se miran, son cómplices de algo. Me despido. El café se me enfrió.

Eran las 3.25 de A.M cuando recibo una llamada al celular. Es extraño no acostumbro recibir llamadas, menos a esta hora, menos de…
- ¿Aló?, ¿Diego?, ¿qué onda?
- Ehm… sí disculpa el miguel me dio tu número. Es urgente.
- ¿Qué pasó?
- El… el flaco. El flaco murió. Lo asaltaron hoy en la tarde y acaba de morir hace un par de horas… ¿aló?... ¿estas?
- Sí… ¿donde estas ahora?
- Afuera de tu casa, mira por la ventana.
- Chucha… ok salgo al tiro.
Me levanto de prisa, me cuesta ponerme la ropa. Despierto a mi madre. Le cuento y salgo donde esta Diego. Me Subo al auto. Vamos camino a la morgue. Las luces de postes, neones que iban recorriendo nuestras caras dejándonos en penumbra. No dijimos ni una sola palabra, hasta que paramos en un semáforo en rojo, a un par de cuadras del lugar. Diego solo me mira e intenta de explicarme, rompe en llanto. Trato de consolarlo, pero por primera vez, no se que hacer, solo le digo que se estacione ahí. Al bajarnos, nos abrazamos fuertemente, no hubo necesidad de decir nada. Ambos lloramos, mas que mas que mal, el perdió a su hermano y yo como si lo hubiese perdido. Entre luces y bajo la lluvia nos quedamos como niños sin comprender lo crudo de este mundo.

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